EL PAíS • SUBNOTA
› Por Raúl Kollmann
Durante las últimas semanas se trató de instalar mediáticamente que el celular de Alberto Nisman estaba siendo intervenido a través de lo que se llama un troyano, un programa que se esconde dentro de otro y que está destinado a sacar información sobre todo lo que hablaba y hacía el fiscal. Intervinieron en la cuestión hasta un supuesto experto canadiense que opinó en base a los datos surgidos de una nota periodística, es decir que nunca tuvo acceso al celular Motorola del fiscal.
En la pericia informática se firmó un dictamen en el que intervinieron los peritos oficiales de Cibercrimen de la Metropolitana; dos empresas que, por orden de la fiscal Viviana Fein, se contrataron especialmente para analizar el troyano; el perito de Arroyo Salgado, Gustavo Presman y el de Lagomarsino, Marcelo Torok.
El dictamen fue unánime, sin disidencias de ningún tipo. Para todos los que intervinieron, el troyano no espió nada ni tuvo efecto alguno. Es un programa que se envía a miles de celulares. En este caso, era efectivo para el sistema operativo Windows, de Microsoft, pero Nisman, en su celular, tenía Androide. De manera que, como dicen los informáticos, el troyano nunca pudo correr en el celular del fiscal.
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