EL PAíS • SUBNOTA
› Por Raúl Kollmann
La mayoría de los consultores en campañas electorales piensa que Daniel Scioli es levemente favorito para el caso de un ballottage que lo enfrente con Mauricio Macri. Pero todos coinciden en que las encuestas sobre esa segunda vuelta, hechas ahora, antes del 25, son muy relativas. Es que no está presente en los encuestados ni el resultado de la primera vuelta ni cómo influye la existencia del balotaje en el ánimo de oficialistas y opositores. Los consultores coinciden en que se genera un nuevo clima, aunque la base del diagnóstico es que se parte del hecho de que Scioli arrancaría con una ventaja cercana a los diez puntos. Esa diferencia de la primera vuelta no es fácil de descontar.
Para Manuel Mora y Araujo “una segunda vuelta será peleada. Por lo que se ve hoy, habrá abstenciones o voto en blanco –lo que beneficiaría a Scioli porque va primero– y, si el contendiente fuese Macri, como parece probable, la clave estará en los votantes de Massa. Esos votantes no están esperando las señales de los candidatos, votan y votarán según su propio criterio”.
Roberto Bacman reitera que “la hipótesis de un posible balotaje no hay que descartarla. Frente a los valores actuales la ventaja comparativa corre para el lado de Daniel Scioli: el hecho de ser el candidato más votado es una realidad que pesa y en consecuencia es posible observar que en cualquiera de los dos escenarios posibles (con Macri o con Massa) se convierte en el candidato más votado del eventual ballottage. Por el momento, y aunque es cierto que Mauricio Macri está estancado y hasta con una cierta tendencia al retroceso, con su 29 por ciento, aún mantiene su segundo lugar, superando por entre 7 y 8 puntos porcentuales a Sergio Massa. A pesar de que la posibilidad de segunda vuelta sigue latente, es difícil diagnosticar a ciencia cierta un resultado concreto de balotaje. Allí importa mucho el voto estratégico, el voto útil, una tipología de sufragio que se construye una vez que ya conocen los resultados de la primera vuelta electoral. Más concretamente cuando en las encuestas le preguntamos a los entrevistados a quién votaría en una eventual segunda vuelta, los valores de voto en blanco y No Sabe/No Contesta trepan hasta alrededor del 25/30 por ciento. Como puede verse la proyección en estas circunstancias posee cierto grado de riesgo”.
“Todos los escenarios de segunda vuelta marcan una victoria ajustada de Daniel Scioli sobre Mauricio Macri –afirma Enrique Zuleta Puceiro–. En la hipótesis hoy por hoy muy improbable de un ballottage entre Scioli y Massa las ventajas serían también ajustadas pero para Massa. Es lógico, puesto que Massa sumaría en tal caso todos sus votos con los votos de Macri, cosa que no ocurre con Macri, ya que los votos de Massa emigrarían un tercio para Scioli y dos tercios para Macri”.
“En el caso de ballottage –diagnostica Ricardo Rouvier– la intención de voto es muy pareja entre Scioli y Macri, pero con alguna diferencia a favor de la fórmula del FpV. En el caso de que Massa enfrente a Scioli, se da un escenario parecido. Para nosotros, el mejor momento para medir la segunda vuelta, si esta se confirmara, comienza el 26 de octubre”.
“Si hubiera un balotaje resulta de una audaz artificialidad formular pronósticos –señala contundente Ignacio Ramírez–, ya que los votantes aún no respiran el clima que envolverá esa eventual disyuntiva binaria. La sociedad argentina luce empatada pero la mitad continuista parte con una ventaja esencial: quienes quieren un cambio no necesariamente desean lo mismo entre sí. Pese a la recurrente tesis según la cual un balotaje sería necesariamente adverso al oficialismo, creo que gravitarán una serie de condiciones favorables al FpV. Por un lado, existe un balance mayoritariamente positivo del ciclo kirchnerista, lo cual inclina la cancha en favor de la inercia continuista En segundo lugar, un ballottage entre el FpV y Cambiemos seguramente transite un registro más ideológico que la actual campaña, y por lo tanto el oficialismo hará valer la extendida adhesión que despiertan políticas y valores que siguen siendo rasgos dominantes de época: Estado activo, políticas de inclusión social y ampliación de derechos. En tercer lugar, Scioli podrá enfatizar los contrastes en materia de gobernabilidad, donde un eventual gobierno del PRO podría ser encuadrado como un gobierno de enclave ya que únicamente ha ganado el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; hecho que podría cultivar la incertidumbre como sentimiento que desalienta el cambio. De cualquier manera, El PRO ha transitado un desplazamiento ideológico hacia el centro y ha conseguido una alianza con la UCR; dos elementos que lo dotan de mayor competitividad para una posible segunda vuelta. En ese caso, su principal desafío consistirá en reducir la incertidumbre respecto a la dirección del cambio y, fundamentalmente, proyectar mayor consistencia interna. Esto es, deberá demostrar que puede convertir su coalición electoral en una eficaz coalición de gobierno, capacidad que hoy no está ampliamente aceptada”.
“El escenario de ballottage se prevé con una paridad muy grande entre Daniel Scioli y Mauricio Macri –dice Federico Aurelio–, que son los dos candidatos que de acuerdo a nuestras mediciones podrían llegar a un balotaje. Es importante señalar que las mediciones del ballottage previas a la primera vuelta no contienen un factor muy importante que es justamente la repercusión en el electorado del resultado de la primera vuelta. El cumplimiento o incumplimiento de las expectativas del resultado que cada elector espera de la elección de la primera vuelta puede incidir en el estado de ánimo de la campaña de uno u otro candidato.
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