Mié 10.12.2003

EL PAíS • SUBNOTA

El último día transcurrió entre amigos, chismes y hasta chistes

De la Rúa aprovechó el fin de semana largo para despedirse de su gabinete con una comida en Pilar, cerca de su famoso refugio en Villa Rosa. Junto a sus amigos, tuvo tiempo de recordar a Chacho Alvarez y a Cavallo y hasta se dio el lujo de sorprenderlos con un chiste.

› Por Luis Bruschtein

Con evidente buen humor, un día antes de finalizar su mandato, el presidente Fernando de la Rúa contó un chiste ayer y sorprendió a todos sus colaboradores. El chiste es así: resulta que el barco en el que viajaba su amigo, el ex vicepresidente Chacho Alvarez, naufraga y Chacho va a parar a una isla abandonada con la modelo más hermosa del mundo. Luego de varios días de soledad, finalmente la pareja sucumbe a la tentación. Al día siguiente el hombre le pide a la mujer que se pinte bigotes y se vista de hombre, porque el mayor placer de un argentino no está en hacerlo sino en contarlo. Caminando por la playa, el hombre le dice:“Hermano, no te imaginás lo que me pasó, estuve con la mujer más hermosa del mundo” y su acompañante lo mira en forma sobradora y le responde: “Ya lo sabía, me lo contó Fernando de Santibáñes”.
La ocurrencia presidencial fue recibida con carcajadas por parte de sus colaboradores más cercanos que se encontraron en una parrilla cerca de Villa Rosa, donde está la quinta de la familia De la Rúa. Antes de retirarse, el Presidente se introdujo por equivocación en el guardarropa, pero fue atendido amablemente por una de las empleadas quien lo orientó hasta el sanitario.
En la mesa, los ministros, que hoy terminan también sus mandatos comentaban en forma positiva el estado de ánimo presidencial y la sorpresa de que contara un chiste. “Aunque se fue Cavallo todavía lo vuelve loco –comentó uno de ellos–, quiere que le consiga entradas para el concierto de Shakira. Llama todos los días para decirle que si no se las consigue le abre el corralito en medio del traspaso de mando.”
Cavallo y Chacho Alvarez fueron los grandes ausentes de esa mesa, aunque sus nombres fueron mencionados más de una vez. El ex titular de Economía partirá de gira por Estados Unidos y varios países europeos para exponer sobre “Blindajes y Corralitos en Economías Emergentes”. “Si nosotros no le dábamos empleo –comentó uno de los comensales con un dejo de celos– ahora nadie se acordaría de él.”
El tema Cavallo obsesiona a los íntimos del presidente. “Cómo va a confiar usted en un hombre que ni siquiera duerme la siesta”, comentó uno de ellos sin ocultar su admiración por la última propuesta que el titular de Economía alcanzó a acercarle al Presidente antes de que lo despidan: un nuevo bono que tendrá como garantía las cataratas del Iguazú, la Quebrada de Humahuaca y el Glaciar Perito Moreno. “Así le resolvemos el problema también al gobierno que viene”, decía.
En el caso del ex vicepresidente, su nombre surgió nuevamente en un comentario de De la Rúa, cuando sus acompañantes se disponían a pagar la cuenta con sus tarjetas. “Guarden las Banelco muchachos –dijo–, que si Chacho se entera es capaz de renunciar de nuevo.” Al ministro de Trabajo y, en especial, a algunos de los senadores, no les hizo mucha gracia el comentario, hasta que vieron que el mismo Presidente era el que pagaba con su Banelco.
Se habló también de la situación social. Algunos de los presentes expresaron su preocupación porque la Capital está prácticamente cercada por los cortes de los piqueteros. El Presidente, con su reconocida serenidad de piloto de tormentas, calmó a sus colaboradores: “Quédense tranquilos muchachos –les dijo– que no va a pasar nada, hablé con Carlitos (el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf) y me aseguró que tiene todo bajo control”. En la intimidad el Presidente ha comentado su seguridad de que el tema del descontento y los piqueteros está exagerado por alguna prensa de izquierda. “Lo que quiere la gente es vivir tranquila, y está tranquila porque tiene lo que quiere, porque el nuestro es un gobierno tranquilo.”
Tras los postres, el Presidente volvió a despedirse de sus colaboradores y se introdujo por la puerta de la cocina, pero rápidamente volvió a aparecer para encontrar la salida y dirigirse a la quinta familiar. “Me olvidé de decirle que tiene que firmar el decreto para salvar a los ahorristas”, exclamó un olvidadizo ministro. “Ni se te ocurra molestarlo a la hora de la siesta”, fue el consejo que recibió.

Nota madre

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