Mié 10.12.2003

EL PAíS • SUBNOTA  › OPINION

Helicóptero

› Por Ernesto Tiffenberg

Los periodistas, por oficio y/o pereza, son amigos de las simplificaciones. Y hay una en particular que seduce hasta a los mejores del gremio: encontrar una palabra, una sola, que resuma el hecho que se trata. Esa palabra hoy surge sola y no es “democracia”, a pesar de los 20 años del fin de la dictadura y de la fiesta popular que se prepara en la Plaza de Mayo para acompañar el tercer traspaso de mando en ese período.
Gracias a una decisión del presidente Fernando de la Rúa, mantenida en secreto hasta este momento, la palabra obligada es “helicóptero”. La primera vez que tocó el tema fue en la última reunión de gabinete, donde se discutieron los detalles de la transición. “Hay que hacer todo lo posible para que la gente se concentre en el Pingüino –como denomina De la Rúa en privado al presidente electo–. A nosotros respaldo popular nos sobra y él seguro lo va a necesitar.”
Pero la resolución final la tomó recién en las últimas horas, cuando llegó a sus oídos la voluntad del equipo íntimo de Kirchner de que el nuevo presidente dirigiera la palabra a la multitud desde la Casa Rosada, siempre y cuando De la Rúa, después de pasarle la banda, lo acompañara al histórico balcón y dijera también aunque fuera un breve discurso.
Rápido, De la Rúa descartó cualquier posibilidad de “distraer con mi presencia” el debut del patagónico. Fue su hijo Antonito el que metió el dedo en la llaga.
–Mirá, igual cuando salgas la gente se va a dar cuenta y ahí se van a venir todos al humo. Entre los que se junten para aplaudirte y los curiosos que no quieran perderse el momento en que culmina la presidencia más exitosa de la democracia, al Pingüino no le va a quedar nadie que le dé bola –argumentó para convencerlo de que era mejor salir al balcón y despedirse “como Dios manda”–.
De la Rúa nunca escuchó demasiado los consejos de su hijo –y hay que decirlo ahora que termina su presidencia, de ninguno de sus amigos– pero reaccionó casi con furia para dar por cerrado el tema.
–Qué puerta ni qué ocho cuartos, yo me voy por la terraza. ¡Para qué existen los helicópteros!
Y terminó la discusión.
Así que hoy, cuando hayan terminado los actos formales del traspaso y Kirchner esté enfrentando su primer baño de Plaza en el balcón, un zumbido recorrerá la Rosada. Será el zumbido de un helicóptero, el único testigo del digno acto final de un Presidente.

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