EL PAíS • SUBNOTA
› Por Mario Wainfeld
El año pasado sorprendió la masividad de la convocatoria de #NiUnaMenos. La de anteayer corroboró la vigencia de la consigna, propagada en cerca de cien ciudades. La consigna contra la violencia machista se expresa día a día, en todos los soportes y espacios imaginables. El grito apunta al clímax de la brutalidad. La mirada recorre una gama de conductas y realidades que le dan contexto. El patriarcado, el machismo, las discriminaciones de todo tipo, las complicidades o inacciones repudiables en todos los poderes del Estado o en la sociedad.
La conciencia social se construye en un tránsito que suele ser más lento que lo deseado o deseable. Es conocido en la Argentina, cuna de militancias infatigables que remaron y reman contra la marea, cuando no desafiando a la represión o al desprecio de las autoridades.
Si son mujeres las que marchan a la cabeza de multitud plural es más fácil evocar el ejemplo de las Madres y las Abuelas que, aunque no se lo note, siempre está. Enseña a perseverar en la lucha porque sostenerla en el tiempo y ampliarla en las bases es el primer avance.
Un hombre cualquiera, el cronista por ejemplo, debe saberse interpelado por el mensaje de la muchedumbre. No escudarse en el facilismo de saberse exento de integrar el peor extremo del machismo. Repensarse, aprender, sacudirse la herencia cultural del barrio o la infancia o la educación elitista o cualquier otra fuente de soberbia, desdén o prepotencia.
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Cuesta innovar o tratar de no reincidir en lo evidente. La literatura por ahí ayuda a buscarle una vuelta.
María Pía López publicó una bella columna en el suplemento Las 12 de este diario. Se titula “El subsuelo de la patria”. Evoca un cuento célebre, interpretado o recreado. Refiere López: “Borges escribe ‘Emma Zunz’, glorioso relato de una venganza. Emma quiere vengar a su padre muerto a causa del desfalco de su socio. Que es, a la vez, el patrón de la fábrica en la que ella trabaja. Para hacerlo construye una trama ficcional, en la que aloja una violación no ocurrida y a la que responde con un balazo. Borges dirá: La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios. La historia era verdadera porque podría haber ocurrido o porque había ocurrido con otro cuerpo que no era el de Emma sino con cualquier obrera sometida al derecho de pernada o de conquista. Datación borgeana de ese subsuelo que se hizo proliferación en las redes”.
Notable la relectura sobre todo porque Borges jamás se destacó por la indagación psicológica. Tal vez la explicación la dio él mismo, al recordar que “el argumento espléndido (…) me fue dado por Cecilia Ingenieros”. Mujer tenía que ser.
Otro ejemplo clásico es “Esa Mujer” de Rodolfo Walsh. “El Coronel” que secuestró el cadáver de Evita, lo sacó del país, lo escondió, dialoga con un periodista. Son una suerte de alter ego de dos personajes reales: el teniente coronel Carlos Eugenio Moori Koenig y Walsh mismo.
El Coronel rehúsa confesar donde está el cuerpo que lo fascina y enloquece. Borracho y exaltado incurre en un rapto de admiración por Evita… a su manera. Walsh lo pinta, irrefutable, en dos líneas.
“–¡Está parada! –grita el coronel–. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!” Debe traducirse como un elogio, expresado en su jerga rústica, milica y machista. Reconocerle coraje y liderazgo solo (le) es imaginable negándole la condición de mujer. Sería cargoso buscar ejemplos recientes, corroboratorios. Y se saldría algo de foco… volvamos.
#NiUnaMenos es un grito universal y local. Del año pasado, del corriente y de los que vendrán. Como acontece en los aniversarios de cada 24 marzo, hay también reclamos situados en la coyuntura: denuncian la prolongación de injusticias y abusos. El nombre de Milagro Sala flameó en 2016: las voces y los cánticos exigen libertad para esa mujer, de piel oscura, luchadora popular, presa política.
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