Mar 13.01.2004

EL PAíS • SUBNOTA  › COMO SON LOS PASILLOS DE LA CUMBRE DE LAS AMERICAS

El poder en pocos metros

Por F. C.
Desde Monterrey, México

Es uno de esos momentos donde parece que hasta el aire queda suspendido. Un poco por la curiosidad, otro poco por esos hombres con cuello de búfalo y oído con cable que amenazan matar cualquier cosa que se mueva. Entonces, a unos quince metros, ventana de por medio, aparecen George W. Bush y su mujer, Laura. Unos pasos más atrás el presidente de México, Vicente Fox, y su esposa, Marta. Se saludan, se sacan una foto con el fotógrafo oficial. Bush mira hacia la ventana y saluda con la mano hacia nadie, también saluda a los edificios vecinos. Sube a la interminable limusina negra y se va, con las camionetas cargadas de custodios detrás. Entonces la gente detrás de la ventana vuelve a lo suyo y el aire comienza a circular.
El colonial Hotel Quinta Real es uno de los nueve hoteles oficiales de esta cumbre, pero es el que más reuniones concentra debido a sus muchos salones. Ayer, durante casi todo el día, en su hall se podía encontrar a casi cualquier persona que tenga algo de poder político en América latina. Debajo de la colorida cúpula central con motivos de ángeles y diablitos pasaron casi todos.
Bush y Fox ofrecieron luego una conferencia de prensa conjunta en una de las alas del edificio. En los días previos, ambos habían cruzado opiniones por la propuesta migratoria que anunció el gobierno de los Estados Unidos. Pero, ayer, en público, se tiraron flores a más no poder. “Es una propuesta valiosa”, destacó Fox, que dijo que significará un gran avance para sus compatriotas que viven en Estados Unidos sin papeles. Bush le correspondió con una invitación para visitarlo en marzo.
El chileno Ricardo Lagos y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se encontraron en uno de los salones del fondo. Ingresaron perseguidos con un enjambre de camarógrafos y periodistas. Para la Cumbre de las Américas, hay 1800 delegados y 1200 periodistas acreditados. Los custodios policiales destinados al evento son 4000, más de uno por acreditado. En cambio, sin tanto revuelo pasaron el boliviano Carlos Mesa y el peruano Alejandro Toledo.
Laura Bush y Marta Fox se pasearon en cambio en medio de las miradas. La primera dama norteamericana, de llamativo saco verde, participó del programa del encuentro de reuniones paralelas que diagramó Marta para las esposas de los presidentes. La senadora Cristina Fernández de Kirchner estaba invitada pero no se la vio por el hotel. Según contaban en la delegación, se concentró en la preparación del discurso que el presidente Néstor Kirchner dará hoy como cierre de la Cumbre.
Como corresponde a los buenos anfitriones, Fox y su esposa fueron quienes se mostraron más en público. El domingo fueron a misa en la Catedral de Monterrey –los diarios mexicanos destacaron que no dieron limosna–, caminaron por el barrio antiguo y luego fueron a comer la especialidad de la cocina de la zona, el cabrito.

Hablando espero

El venezolano Hugo Chávez esperó en su hotel que le avisaran que la reunión de Kirchner con el titular del FMI, Horst Köhler, estuviera por terminar para acercarse hasta el Quinta Real. Cuando llegó la reunión todavía no había terminado e improvisó una rueda de prensa en la puerta misma de la habitación 234 que ocupa Kirchner.
En su estilo, rechazó las acusaciones de Estados Unidos acerca de sus supuestas intenciones de desestabilizar al gobierno de Bolivia y financiar al líder cocalero Evo Morales. “¿Quién volteó a Gonzalo Sánchez de Lozada? El neoliberalismo. ¿Quién volteó a De la Rúa? No va a faltar quien diga también que fue Chávez, pero fue el neoliberalismo”, dijo. Una periodista le preguntó sobre su propuesta de crear un fondo humanitario para ayudar a los países latinoamericanos que sufran catástrofes, pero la cronista se equivocó y dijo “Fondo Monetario”. “No me ofenda, señorita”, le retrucó enseguida Chávez. Minutos después, el jefe del verdadero FMI salía de la reunión con Kirchner y se topaba, aterrado, con las cámaras que estaban casi en la puerta de la habitación.
Köhler se escabulló como pudo y sólo masculló un “Excelent”, cuando le preguntaron por la reunión. El titular del organismo aclaró que el presidente Kirchner sería quien contaría lo que había sucedido en el encuentro.
–¿Y usted confía en el Presidente? –le preguntaron.
–Sí, yo confío en el señor Presidente –respondió.

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