EL PAíS
• SUBNOTA › MAS SANTIAGUEÑOS EN LA MARCHA OPOSITORA
Ocho mil personas contra 1500
Anoche dos escenarios de Santiago del Estero se convertían en un pequeño anticipo de lo que viene. De un lado, unos 1500 juaristas reunidos frente a la casa de gobierno para defender el mandato de Mercedes Aragonés de Juárez. Del otro, la oposición, representantes de distintas organizaciones intermedias y los familiares del llamado doble crimen de La Dársena, le respondieron al anuncio de la intervención federal con una marcha de apoyo de unas 8 mil personas. No hubo cruces, ni violencia. Sin embargo, uno de los sacerdotes de la Iglesia denunció al gobierno porque le pidió a la gente “palos y cadenas” para preparar una suerte de resistencia armada.
Desde temprano, fieles, disidentes y quienes promueven la intervención comenzaron a planificar las marchas que terminaron anoche sobre el centro de la provincia.
Como en un cuadrilátero de boxeo, en una punta de la ciudad sobre la plaza San Martín frente a la casa de gobierno, se concentró una marcha de apoyo a los dirigentes agonizantes del régimen. Empleados públicos, beneficiarios de planes Trabajar y la tropa de punteros de las ciudades vecinas y del interior salieron a disputarle al gobierno nacional la intención de intervenir la provincia. Del otro lado, en la plaza Libertad, frente a la Catedral, Carina Villalba, la hermana de una de las dos chicas muertas por el doble crimen de La Dársena, decía frente a otros 8 mil manifestantes: “Es cuestión de horas, o los Juárez renuncian o intervienen la provincia, por eso convocamos a todos los santiagueños a la concentración”.
La renuncia de los Juárez no fue pedida por el presidente Néstor Kirchner, pero era una de las opciones que barajaba un grupo de colaboradores del caudillo para evitar el exilio. Aún están convencidos de que si dan un paso al costado pueden evitar la intervención federal. Pero en la intimidad, Carlos Juárez parece dispuesto a desoír hasta al último puñado de hombres que conserva. No sólo no evalúa la renuncia. Hoy estarán en la casa de gobierno dispuestos a trabajar desde las seis de la mañana. Uno de sus asesores letrados le confirmó a este diario además que Juárez “no cree en la intervención”. El viejo caudillo, de 87 años, ayer reunió a sus abogados para evaluar la estrategia con la que hará frente al cúmulo de denuncias judiciales que está en manos del juzgado federal. Está convencido de que la embestida de Nación aún llega a través del juzgado, como único canal.
En la lógica juarista, la intervención es un invento de los medios. A ese invento, Juárez le respondió con la marcha y con la resistencia armada. Julio Sabag, uno de los sacerdotes de Santiago, hizo la denuncia en público. De acuerdo con su relato, la denuncia se la acercó un grupo de vecinos de Campo Contreras, uno de los barrios más pobres de la ciudad: “La gente de Juárez estuvo levantando gente de los planes sociales –dijo–, para obligarlos a ir a la marcha con palos y cadenas”.
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Ocho mil personas contra 1500