EL PAíS
• SUBNOTA › EL NUEVO MINISTRO ESTA ENTRE BERALDI Y SAIN
Kirchner apura a Felipe Solá
› Por Martín Piqué
Néstor Kirchner se asombró cuando vio las imágenes de la movilización en memoria de Axel Blumberg. Era la madrugada del viernes, había pasado mucho tiempo desde que la gente ocupara el Congreso. En el hotel Las Hayas, en Ushuaia, Kirchner miraba a la Plaza de Mayo en el televisor de su pieza. Aunque le habían informado del episodio a “celular abierto”, no había podido imaginar la dimensión que tuvo la marcha. Tras ver esas imágenes, el Presidente llamó a Felipe Solá para pedirle que acelerara el nombramiento del ministro que reemplazará a la interina Graciela Giannettasio. La designación de la vicegobernadora no cayó muy bien en el Gobierno, que ayer observó los pasos que tomaba Solá, pese al pedido de Kirchner para apurar las cosas. De cualquier forma, en el Ejecutivo dicen que están ante “el primer problema que golpea en serio”. Como Solá les ofreció la cartera de Seguridad, en el Gobierno quieren ubicar allí a Carlos Beraldi, socio de León Arslanian, o a Marcelo Saín.
El día terminó con el anuncio de Solá de que declaraba el estado de emergencia en la provincia de Buenos Aires (ver página 5). En una conferencia de prensa que buscó mostrar una imagen de fortaleza política –estaba flanqueado por Giannettasio y el jefe del bloque del PJ en Diputados, José María Díaz Bancalari–, Solá negó que el Gobierno se hubiera desentendido del problema de la seguridad. “No creo que exista esa actitud de parte del Presidente, que no se sacó el lazo en ninguno de los temas que tuvo que abordar desde que asumió el cargo. El teléfono rojo en la seguridad ha funcionado y volverá a funcionar”, dijo.
Pero a pesar de esa desmentida, Solá volvió a pedir más ayuda del Gobierno. Ante cámaras y micrófonos, demandó un “refuerzo de personal” de Prefectura y Gendarmería. Unas horas antes, en la jura de sus nuevos ministros, había pronunciado una frase que parecía dirigida a Ushuaia (donde se encontraba Kirchner). “Los destinatarios estuvieron bien delimitados por Juan Carlos Blumberg, fueron varios, y entre ellos el gobernador de Buenos Aires”, dijo. Aunque ayer se mantuvieron en silencio, en el Gobierno comparten esta visión: es decir, sienten que la movilización del jueves estuvo dirigida también a ellos. “Los cadáveres son de la provincia, pero la sangre salpica a la Rosada”, resumía un miembro del Gabinete en diálogo con Página/12.
Como se sienten incluidos en la demanda de seguridad, en el gobierno nacional están siguiendo muy de cerca el tema. Pero el papel de Kirchner va mucho más allá del seguimiento atento del problema. Todo comenzó hace una semana, tras un pedido de ayuda de Solá, en el que solicitó auxilio financiero al Gobierno. El gobernador también pidió que el ministro del Interior, Aníbal Fernández, se trasladara de la Nación a la provincia para asumir en el Ministerio de Seguridad. No es la primera vez que Solá piensa en Fernández –quien aspira a sucederlo en 2007– para estar al frente de la cartera de Seguridad. A fines de enero pasado, cuando Juan Pablo Cafiero dejó el cargo, el gobernador había soñado con ubicar al ministro del Interior en ese lugar.
En el Gobierno saben del pedido, pero hasta ahora no han dicho nada. A Kirchner no le gusta mucho la propuesta. Además, en la Rosada existe la idea de dejar pasar el fin de semana largo –que termina el lunes– para que se diluya un poco el clima social instalado por la marcha de Blumberg. Según esa estrategia, cualquier nombramiento en el área de Seguridad bonaerense debería producirse recién la semana entrante. Eso no se corresponde con las opiniones que circulaban ayer a la mañana entre varios miembros del Gabinete: “Es un error haber dilatado la definición (del ministro de Seguridad). El problema es muy grave y hay que resolver rápido. La sensación que queda es que Solá no puede resolver ni un nombramiento”, argumentó un ministro ante Página/12.
Mientras el gobierno nacional debatía en silencio, Solá convocaba en su despacho de la Gobernación a las autoridades parlamentarias del PJ, tanto de la Legislatura bonaerense como del Congreso nacional. Rodeado de los jefes de bloque, el gobernador explicó cuáles eran las leyes que quería que se aprobaran en ambos Parlamentos. Muchos de los pedidos parecían responder al petitorio de Juan Carlos Blumberg. “Esto no significa que se legisle a impulsos”, desmintió luego Díaz Bancalari, aunque la sensación fue más bien todo lo contrario. En la reunión también estaba Giannettasio, cuyo nombramiento no gustó en el Gobierno y en La Plata lo sabían. “No les gusta ninguna iniciativa que no sea de subordinación y valor”, se quejaba anoche un colaborador de Solá que conocía las críticas.
Pero mientras Solá hablaba con legisladores, muchos intendentes del PJ bonaerense analizaban con preocupación cuál podría ser el ministro que reemplazará a Rivara y a Giannettasio. Un caudillo del duhaldismo, por caso, llamó a otro intendente más cercano a Solá y le dijo con cierta preocupación: “¿Che, a tu amigo (por Solá) no se le ocurrirá ponerlo a Saín, no?” El mensaje sonaba también a amenaza. Justamente, en las oficinas del jefe de Gabinete, Alberto Fernández –a quien Kirchner le pidió que se encargue del tema–, quieren que el nuevo ministro sea Beraldi o Saín, la persona que más odios cosecha en el duhaldismo.
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