El presidente Néstor Kirchner dedicó su primer día de trabajo en Olivos a pulir el plan integral de seguridad, dato que confirmó que el proyecto tiene vital importancia para el Ejecutivo. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro de Seguridad y Justicia, Gustavo Beliz, fueron de los pocos que ayer pudieron franquear la entrada de la residencia en donde el Presidente se recupera de su enfermedad intestinal con la intención de cerrar el paquete que todavía no tiene fecha de presentación. Fernández remarcó que el plan no consistirá en medidas aisladas sino que incluirá un replanteo completo de la situación en el que tendrá relevancia “el problema social, que en gran medida es el caldo de cultivo del delito”.
Desde la llegada de los Kirchner, la Quinta de Olivos se convirtió en una residencia familiar, salvo por contadas reuniones políticas o cenas protocolares con visitantes extranjeros. El Presidente quiere preservar ese carácter y le adelantó ayer a su vocero, Miguel Núñez, que no se harían desde allí anuncios y que se evitaría también el desfile de funcionarios. Lo que Kirchner no quiere es que Olivos se convierta en una segunda Casa Rosada por lo que, explicaron, haría uso y abuso del teléfono para dar órdenes. Por ejemplo, llamó a su hermana, la ministra Alicia Kirchner, para que evitara el remate de un hospital vecinal de Avellaneda (ver página 17).
Sin embargo, lo de la ausencia de funcionarios no se cumplió al pie de la letra. El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, estuvo a la mañana con Kirchner. Parrilli es el encargado de llevar la agenda presidencial que quedó suspendida desde la internación de Kirchner y ayer buscaron la forma de ordenar las actividades para la semana próxima. Entre otras cosas, el Presidente tiene pendiente un encuentro en La Quiaca con el presidente de Bolivia, Carlos Mesa, para firmar un acuerdo energético.
A eso de las 17.30 llegó a Olivos Alberto Fernández. Un poco más tarde lo hizo Beliz. Fernández llevó información sobre la marcha de las conversaciones con los gobernadores por la Ley de Coparticipación, pero el tema de fondo era discutir el ya demorado plan de seguridad. El jefe de Gabinete destacó que este proyecto –que el Gobierno viene preparando desde hace meses, pero que aceleró luego de la multitudinaria marcha que organizó Juan Carlos Blumberg– “será muy ambicioso” porque abarca todos los flancos que está mostrando la seguridad.
Su carácter nacional servirá para tranquilizar a algunos de los tempranos críticos del plan, como es el caso del gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. En una curiosa interpretación, el cordobés pidió que el Gobierno convoque al Consejo de Seguridad Nacional porque si se hacen planes sólo para la provincia de Buenos Aires “se van a expulsar a los delincuentes a otros lugares del país”.
Fernández contó que mientras el Presidente estuvo internado, él estuvo trabajando en el plan con Beliz y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, así que ahora el proyecto ya está en la etapa de “las últimas lecturas” y que lo más pronto posible lo pondrán “a consideración pública”. Agregó que con este plan esperan atacar simultáneamente los distintos aspectos que tienen que ver con la seguridad como el problema social, el de las fuerzas de seguridad, el de la administración de justicia y el de ejecución de penas. El jefe de Gabinete sostuvo que sólo abordando todos estos temas al mismo tiempo será posible darle “un golpe definitivo” a la crisis de inseguridad.