Dom 11.07.2004

EL PAíS • SUBNOTA  › AGUER, CERCA DE RICHARTE, TRUSSO Y CASELLI

Es cruzado, pero no cardenal

Por M. G.

La cita es todos los sábados a las nueve y media de la mañana, por el nueve. El nombre, Claves para un mundo mejor. El conductor, Héctor “Tito” Garabal. El columnista, Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, de quien se brinda más información en estas páginas y en la 13. Si alguien quiere hacer una expedición arqueológica al sector ultraconservador de la Iglesia Católica, la experiencia es útil. Desde la pantalla auspiciada por Daniel Hadad y Raúl Moneta fue que Aguer siguió ayer mismo la pelea con el presidente Néstor Kirchner sobre los piqueteros, la concordia y la lucha de clases.
Recordó Aguer que el sábado anterior señaló “cómo el conflicto y la lucha por la justicia pueden tener un papel positivo en la dinámica social contal que permanezcan limitados, encauzados por pautas morales y jurídicas”. Y siguió: “También apliqué esa realidad a la situación argentina y exhorté a la cautela, a la moderación, a la prudencia, a la concordia”.
Ayer se mostró sorprendido por “la reacción del presidente de la Nación, sobre todo porque incurrió en el ataque personal y con términos de descalificación”.
Kirchner había aludido a la tesis de Aguer según la que en la Argentina se estaba recalentando la lucha de clases mediante la mención a un obispo que salió como fiador de un banquero procesado. No nombró al arzobispo de La Plata, pero la referencia quedó clara para todos: Aguer fue fiador moral ante la Justicia de Francisco Trusso, de la familia propietaria del Banco Comercial de La Plata. Con esa fianza moral, Trusso quedó en libertad y sin la obligación de pagar la fianza real.
“Lo hice a pedido de la familia”, dijo Aguer dando más información sobre la cercanía con Trusso. “No desembolsé un centavo. Se trató de una caución moral y es algo de lo cual no tengo que avergonzarme como si fuera un desliz que hubiera menoscabado mi autoridad moral.”
También aclaró que, al revés de lo que había dicho Kirchner, no ve pobres solo por televisión sino en vivo y en directo, como presidente de Caritas de La Plata.
Y buscó alinearse con el resto de la jerarquía para salir de su aislamiento, un aislamiento que quedó evidenciado cuando ninguna de las 15 llamadas que hizo durante la semana para obtener solidaridad rindió frutos. “Yo creo que si el Señor Presidente tratara asiduamente con los obispos comprendería en modo muy sencillo que todos, todos los obispos, tratamos de ayudar para que las cosas mejoren y que deseamos sinceramente y esperamos que la gestión de su gobierno pueda llevar prosperidad y paz al pueblo argentino”, dijo.
Aguer fue vicario en Belgrano, colocado allí por Antonio Quarracino, pero Bergoglio lo desplazó.
Para Quarracino, la suerte de Trusso era un tema de Estado. Para el Vaticano también: la familia fue parte de la red financiera en tiempos del escándalo del Banco Ambrosiano.
La Nunciatura apostólica llegó a interesarse por el destino de Trusso ante altos funcionarios del gobierno de Kirchner. La respuesta a la sugerencia de interceder por Trusso ante la Corte Suprema fue rechazada.
Trusso tiene un abogado de gran notoriedad pública en los últimos años. Es Darío Richarte, el ex número dos de la Secretaría de Inteligencia del Estado durante las gestiones de Fernando de Santibañes y Carlos Becerra, ambos bajo el mandato de Fernando de la Rúa. De Santibañes tiene un pedido fiscal de encarcelamiento por supuesto peculado, debido al uso de fondos reservados para pagar las coimas en el Senado. Richarte, un ex militante de Franja Morada que mejoró notablemente su situación económica por el relax que ganó al salir de la función pública, era en ese momento su brazo ejecutor.
Parte del equipo contable de Richarte en la SIDE se afincó en Canal 9 con Hadad, y luego se asoció con Moneta, el ex banquero de Dios en el período de Carlos Menem, al que hoy define el actual interventor del Comfer, Julio Bárbaro, simplemente como “un empresario nacional”.
El propio Garabal es columnista de Infobae, de Hadad-Moneta. Hiperquinético, Garabal también se ocupa de los asuntos de prensa de la Soberana Orden de Malta, cuyo embajador en la Argentina es uno de los hijos de Esteban Caselli, el principal admirador de Aguer sobre la Tierra. Malta tiene status diplomático, una forma de que, así sea por vía familiar, el apellido Caselli quede ligado a los pasaportes y a las valijas vip. El capellán de la Orden de Malta en la Argentina es el arzobispo de La Plata.
Aguer se presentó como fiador de Trusso porque el banquero ya había escapado una vez y fue detenido en Brasil por la supuesta quiebra fraudulenta del BCP, que dejó escorados a 30 mil ahorristas. El sacerdote Roberto Toledo, ex secretario privado de Quarracino, declaró en 1999 que Francisco Trusso, padre de Francisco Javier, “le pidió al cardenal que hable con Menem para que le den 300 millones y poder salvar al banco, y dijo que si le habían dado a Beraja por qué no a él”. El cardenal mencionado era Quarracino.
El arzobispo platense tiene relaciones sólidas en el menemismo y el ruckaufismo de la provincia de Buenos Aires, pero un solo aliado verdadero dentro del Episcopado: Rubén Di Monte, el jefe de la diócesis de Mercedes, donde sucede al hipermenemista Emilio Ogñeñovich, el obispo que en 1987 sacó a la Virgen de Luján a la calle para combatir la ley de divorcio que se aprestaba a aprobar el Congreso.
Tanta orfandad explica que Aguer haya buscado desesperadamente, sin conseguirlo, el capelo de cardenal. Y que ahora vuelva a cargar contra Kirchner: es su modo de demostrar ante Roma que representa la voz más ortodoxa de la Iglesia Católica argentina ante el presidente que rompió el alineamiento automático.

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