Mar 02.11.2004

EL PAíS • SUBNOTA  › LAS ESPECULACIONES QUE ABRE LA DEBACLE COLORADA

¿El futuro tendrá un toque blanco?

Por M. G.

El nuevo electorado con tanque de reserva y el dominio del Congreso por parte de la izquierda se completan con la situación distrital que dejaron las elecciones del domingo. Uruguay es unitario, no federal. No hay provincias sino departamentos con intendencias. De los 19 departamentos, el Frente Amplio ganó nada menos que en 8: Montevideo, Canelones, Florida, Maldonado, Rocha, Salto, Paysandú y Soriano. Los blancos ganaron en 11: Artigas, Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo, Treinta y Tres, Lavalleja, Flores, Colonia, San José, Durazno y Río Negro.
La gran sorpresa aquí es Artigas. Los colorados lo perdieron a manos de los blancos. Artigas es tan colorado como La Matanza peronista, lo cual da una idea de la crisis de un partido que gobernó Uruguay durante casi toda su historia y acaba de sobrepasar apenas el 10 por ciento de los votos.
El panorama distrital es importante porque Uruguay tendrá elecciones departamentales en mayo, solo dos meses después de la asunción de Tabaré.
Las elecciones no serán necesariamente nacionales, pero la presencia fresca de un gobierno que todavía no habrá sufrido ningún desgaste será muy importante en cada rincón del Uruguay.
Página/12 pudo saber ayer, luego de consultas a dirigentes del Frente que pidieron reserva de identidad a cambio de sinceridad máxima, que el temor del Frente es el mismo que su herramienta: la relación de los colorados y los blancos.
El temor es que los dos partidos tradicionales sientan la tentación de unirse para combatir juntos a la izquierda en todo el país.
La herramienta es diluir esa tentación con otra mayor, dirigida a los blancos: la posibilidad de llegar a acuerdos entre blancos y frenteamplistas en algunos departamentos a cambio de que el Partido Nacional no forme un bloque dirigido exclusivamente a fastidiar al Frente. La ventaja para los blancos es que podrían desplazar a los colorados en departamentos donde antes no tenían tanta influencia.
Con el 33,6 por ciento de los votos, los blancos quedaron a 17 puntos del Frente pero hicieron su mejor elección desde 1989. “Votaron bien”, como dice la jerga electoral uruguaya. A Jorge Larrañaga, su candidato, se lo ve feliz.
En estos meses los dirigentes de la izquierda empezarán a discutir si tejerán acuerdos departamentales. También si llegarán a un acuerdo de cooperación parlamentaria o a un arreglo para que los blancos participen también de la gestión en algunas áreas.
El Frente no consiguió los tres quintos del Senado que le hubieran bastado para elegir solo a los directorios de algunos organismos importantes: el Banco Central, el Banco de la República (equivalente del Banco Nación), la petrolera Ancap, la telefónica Antel. Tendrá que consensuar su integración con los blancos. Lo más probable es que aproveche entonces para favorecer al sector de Larrañaga y castigue al herrerismo (la derecha nacional) y naturalmente a los colorados enrolados con el ex presidente Julio María Sanguinetti.
Si el resto del país es un tema a tratar, eventualmente, con los blancos, Montevideo forma parte solo de la agenda del Frente Amplio. Luego de dos gestiones de Tabaré en la intendencia y de dos que se completarán de Mariano Arana, más el triunfo aplastante del domingo, nadie duda de que en la capital uruguaya gana cualquiera.
El dilema se plantea, entonces, con dos salidas.
Una es que simplemente sea Tabaré quien de hecho designe al candidato a intendente. En este caso será una figura que no le haga sombra y, por eso, sin caudal de votos propios.
Otra posibilidad es que, al mirar todas las cartas una vez que quedaron dadas vuelta, se discuta el panorama entero del país. Esa segunda salida plantea, a su vez, otro dilema más. Chance uno, que igual Tabaré nombre al postulante de la ciudad que representa el 42 por ciento del padrón actual. Chance dos, que vaya una figura de peso. En este caso, podría tratarse de alguno de los ex tupamaros del Movimiento de Participación Popular, que fueron la primera minoría entre las distintas líneas de la izquierda.
Sin embargo, todos los consultados coincidieron en decir que no hay ninguna decisión tomada, ni de lejos, y que, para usar una formulación que fue común, “primero está el Frente”. Una forma de prometer que la disciplina colectiva se mantendrá no solo en la gestión de gobierno sino en el proceso de designación de candidatos y de construcción futura de la coalición.

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