EL PAíS
La maña y la experiencia
“Te digo la verdad –dice Bordón padre–, yo no sé qué pasó, quién abrió la puerta del costado. Esa estaba siempre cerrada porque era lo que pedían los del hotel de al lado. Esa puerta daba al estacionamiento. Era del hotel, aunque el candado estaba del lado de adentro. Era un candadito chico, cualquiera, si hubiera visto, lo podría haber hecho saltar, pero la cosa es que no se veía nada y la gente se apelotonaba en la puerta.” Ni siquiera él tuvo el tiempo necesario para darse cuenta de que esta vez no era un incendio como los que había apagado antes. Salió de la barra cuando todos se le venían encima para buscar la manguera y la escalera que había pedido a sus patrones que compren para facilitar su tarea de bombero improvisado y empezó a ahogarse y a buscar a su familia. Una responsabilidad tan grande como controlar la seguridad era retribuida con 35 pesos en negro por noche. El fin de semana sus compañeros de trabajo, que denunciaron en este diario la relación de Yamil Chabán con República Cromañón y la clausura de la puerta de emergencia, fueron a visitarlo. Fue la primera visita que recibió desde que la tragedia abriera un agujero negro es la esquina donde vive. “Yo creía que con todas las cosas que habíamos hecho comprar –las luces, las mangueras, la escalera– íbamos a poder hacer algo rápido. Pero uno todo lo que tiene es un poco de maña. No sé por qué esta vez el fuego se fue para adentro. Ni siquiera sé por qué salí vivo cuando todos los demás están muertos.” De sus nueve hijos que ahora son siete, la nena mayor, de 13, es la que cocina y hace las compras. No sabe si este año podrá empezar la escuela.