Mar 01.03.2005

EL PAíS • SUBNOTA

Dos caras decisivas del nuevo gobierno

ALBERTO COURIEL
“La clave es el superávit”

Por M. G.
Desde Montevideo
El mozo, de anteojos y pelo lacio a la gomina, acaba de decirles a tres turistas que seguro en México un senador no se puede sentar a la mesa de un bolichón. Lo cuenta y Alberto Couriel se ríe. Antiguo exiliado de la dictadura, es senador del Frente Amplio y uno de sus principales economistas. La coalición decidió mantenerlo en el Congreso. En el bar estrecha manos y da besos al entrar y al salir. “Lo que pasa en Uruguay provoca una gran emoción en todo el mundo”, cuenta.
–¿El canje argentino con los bonistas mejora la negociación de Tabaré Vázquez por la deuda?
–Le digo exactamente en qué nos mejora, además de ponernos alegres cuando a nuestros amigos argentinos les va bien. El arreglo argentino ayuda a la región porque baja el riesgo país. Si el canje es exitoso al nivel del que se habla, se supone que puede tener un efecto benéfico sobre el crecimiento de la economía argentina. Si en la Argentina hay más actividad, Uruguay podrá exportar más y beneficiarse con el turismo argentino.
–¿Y en la negociación de ustedes?
–Uruguay tiene su deuda dividida en dos partes. El 50 por ciento está en títulos emitidos por el Estado. Ya hubo un canje exitoso, por el 90 por ciento, en el 2003. El otro 50 por ciento se compone de deuda con los organismos financieros internacionales. El canje ya se hizo y por eso no se puede hacer un canje nuevo.
–¿O sea que el centro de la negociación es el compromiso de superávit primario con el Fondo, que exige un mínimo del 3,5 por ciento?
–Sí, está en discusión el superávit primario del 2005 (lo que ahorremos antes de pagar los intereses) y el superávit de los años posteriores. En mi opinión personal, será importante que las inversiones públicas estén por encima del cálculo de superávit primario, como propuso en su momento Brasil, y que también ocurra lo mismo con el gasto social. Esto se lo dije a directivos del Fondo.
–¿Qué les dijo exactamente?
–Casi se lo puedo repetir textual. Fue en una reunión de parlamentarios donde había también blancos y colorados.
–¿Usted negociaba en nombre de Tabaré?
–No. Expresé mi opinión personal. Les dije: “Entiendan que éste es un país de una extraordinaria profundidad democrática en su sistema político y en la sociedad, con un sistema de partidos extraordinariamente civilizado. Además, el 70 por ciento de los uruguayos cree que la economía va a mejorar. En un país tan sólido, con tan buenas relaciones regionales con Lula, con Néstor Kirchner, con Ricardo Lagos, con Hugo Chávez, el Fondo debería flexibilizar sus posiciones”.
–¿Qué flexibilización les pidió?
–Con el gasto social. Mi razonamiento es que el crecimiento no es suficiente si no hay equidad, y no hay equidad sin generar empleo y sin aumentar el gasto social. También les dije que en Uruguay la moneda se apreció del 30 al 24 por ciento en diez meses, y que por eso está bien que el Banco Central compre dólares. Debe mantener el tipo de cambio.
–¿Cuál fue la respuesta del Fondo? ¿Positiva o negativa?
–Se la cuento. Sobre la apreciación del peso, me dijeron que siempre ocurre después de una devaluación. Chocolate por la noticia, pero devaluamos hace ya tres años. Me señalaron que no son partidarios de que el Banco Central intervenga. Buscan que flote el tipo de cambio. Claro, el detalle es que justamente fue la flotación libre la que nos llevó a esta situación peligrosa, que pone en juego las exportaciones y el turismo. Sobre el crecimiento con equidad me agregaron: “Y que ese plan sea sostenible”. Yo quiero lo mismo, pero, ¿y? O sea, una respuesta negativa.
–¿Qué hará el nuevo ministro Danilo Astori con la apreciación del peso uruguayo?
–Dijo que su política buscará un equilibrio entre competitividad y productividad. Y muchas veces se manifestó preocupado por la apreciación de la moneda frente al dólar.
–Más allá de los argumentos, ¿de dónde sacará Uruguay su fuerza negociadora para bajar el compromiso sobre el superávit fiscal?
–Recién están comenzando las negociaciones.
–¿Qué hay de bueno y qué hay de malo en la economía que recibe Tabaré hoy?
–Lo bueno es el crecimiento del 12 por ciento en el 2004, importante aunque no recuperó la caída de entre un 18 y un 20 por ciento entre 1999 y el 2003. También es buena la inflación de un dígito anual. Y el riesgo país bajo. Es negativa la existencia de un 40 por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza y es negativo el volumen de la deuda, que equivale al 100 por ciento del producto bruto.



E. FERNANDEZ HUIDOBRO
“Piden un cambio paulatino”

Por M. G.
Libros en el piso, las paredes vacías, la bandera rotosa y gastada del Frente Amplio usada en la campaña electoral todavía sin colgar. Eleuterio Fernández Huidobro, “El Ñato” para los militantes de izquierda, fundador de Tupamaros a principios de los ’60, preso de la dictadura y estratega de la coalición, acaba de cambiar de despacho. Y hoy cambiará de papel: pasará de la oposición a convertirse en el parlamentario oficialista con mayor peso político.
–Terminó la transición. Ya no gobernarán ellos –dice–. El problema ahora son las sorpresas.
–¿Cuáles imagina?
–¿Cómo estarán en serio las empresas del Estado y las cuentas nacionales?
–¿No está abriendo el paraguas?
–No. Tengo indicios basados en datos reales. Es público que acaba de reventarnos en la cara el juicio de tres grandes bancos internacionales que reclaman al Estado una cifra de 120 millones de dólares por la caída del Banco Comercial. Y hay 250 millones en discusión en el área de Defensa. ¿No habrá más cosas así, en el freezer, como para decir yo ya me fui? Por suerte la gente tiene una euforia que asusta. No organizamos nada y todo el mundo fue a comprar cohetes. Porque esta noche (por anoche) es Año Nuevo, ¿no?
–Usted sabrá. ¿Será un año nuevo?
–Sí. La gente tiene ilusión, no de milagros pero sí de cambios. Todos hablan de cambios y le agregan la palabra “paulatinamente”. Hay un alto nivel de participación, que ya empezó. Acá era raro que el gobierno llamara a los otros partidos, a las organizaciones sociales, a los empresarios. El embajador en Buenos Aires es Francisco Bustillo, diplomático de carrera y de origen blanco. Esto no era lo acostumbrado. Los contactos humanizan la política y la hacen muy transparente. Y hay una razón estratégica: la crisis es honda, la sociedad está partida, el país está mal y hará falta el aporte de mucha gente. Este será un proceso largo. Danilo Astori dice siempre que si no gobernamos más de cinco años estamos derrotados.
–¿Por qué?
–Porque en los primeros cinco años hay que parar el drenaje, ordenar la casa y limpiar lo sucio. Dar de comer. Dar techo. Salud Y poner el aparato productivo como una máquina.
–En la Argentina se llama “desprolijidad” a la corrupción y se habla de procesos “prolijos” cuando no producen ningún cambio.
–¡Ah, no, pero acá no es así! Acá la prolijidad es otra cosa: es revolucionaria porque está todo colapsado. El caos llegó a todos los niveles. Los uruguayos entienden esa situación. Por eso piden un cambio paulatino. Los pueblos se comprometen con los sacrificios cuando ven una esperanza racional. Después se puede fracasar, claro, pero por lo menos a uno le tienen que dar la chance de fracasar participando. Puede ser que me dé la cabeza contra la pared. Pero me la doy porque puse la cabeza.
–¿Qué grado de centralidad tiene para usted la negociación financiera?
–Ahí nos jugamos una parada para los próximos cinco años. La negociación no está terminada. Los negociadores del Fondo pueden ser simpáticos, pero son duros. Quieren un superávit del 3 y medio o 4 por ciento y la discusión será muy pronto, cuando se presente el nuevo presupuesto enjunio, dentro de sólo tres meses. La vigencia del presupuesto será quinquenal, aunque podemos ajustarlo anualmente. Y tenemos alrededor propuestas como la brasileña de calcular el superávit al margen de las inversiones en obras públicas, la española de canjear deuda por educación y el canje exitoso de la Argentina. Nos dicen: “Uruguay no es la Argentina”. Ya sé, pero todas las experiencias sirven. Si el canje argentino con ese nivel de quita funcionó, quiere decir que otros canjes anteriores fueron peores. Y nadie puede inventar fantasmas ahora, con un país de bajo riesgo y sin corrida al dólar. Acá el inversor extranjero, el productivo, no deja de venir por nosotros sino porque el Fondo establece límites hasta para el endeudamiento. El acreedor reacciona con poquedad de alma. No quiere que contraigas deudas nuevas para que le puedas pagar a él las viejas. Los bancos están llenos de plata, pero te arrancan la cabeza si tú pedís un crédito. No hemos salido bien de la crisis del 2002. Por eso es vital nuestro proyecto productivo.

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