Hace tres meses y medio, cuando el barril de crudo superó los 55 dólares, Shell y Esso no dudaron en subir el precio de las naftas. El llamado al boicot por parte de Néstor Kirchner fue decisivo para retrotraer los valores. Las semanas siguientes fueron más tranquilas y la baja del precio del barril mucho tuvo que ver con esa impasse. Ahora, con el crudo en el record de 58 dólares y monedas, el clima podría recalentarse. En diálogo con Página/12, en Shell y en Esso evitaron hablar de próximos aumentos. En ambas compañías prefieren esperar. Quieren ver si los valores actuales marcan una tendencia o, por el contrario, el escenario vuelve a tranquilizarse.
Para inferir qué puede pasar en el complicado mercado petrolero hay que pensar en los motivos que impulsan el precio del barril. Para los expertos, el encarecimiento está directamente relacionado con la escasez de refinerías. Contra lo que podría suponerse, el peso de la OPEP en la evolución de los valores es cada vez menor. De hecho, los países petroleros anunciaron un aumento de su producción a partir del mes que viene, en nada menos que medio millón de barriles diarios. Fue la quinta vez en el último año que la OPEP aumenta el techo de su producción, que ya se encuentra en 28 millones de barriles.
En los últimos 12 meses, el precio del barril de petróleo subió cerca de un 30 por ciento y los analistas internacionales enfatizaron en sus últimos reportes que podría alcanzar a 60 dólares próximamente. El poderoso ministro de petróleo de Arabia Saudita, Ali Naimi, advirtió ayer que los precios del crudo podrían seguir subiendo si la capacidad de refinación no aumenta de forma importante. Lo cierto es que la demanda de petróleo a nivel mundial, así como la de productos refinados como naftas, diésel y otros combustibles para la calefacción, vino en aumento y nadie prevé que esta tendencia vaya a cambiar. Lo más probable es que suceda todo lo contrario. Un Estados Unidos en pleno crecimiento es clave para entenderlo así: el mes pasado, la demanda de nafta en ese país aumentó un 3 por ciento, a un ritmo más acelerado que las demás variables ligadas al consumo.