EL PAíS
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Los pedidos del Fondo
› Por Claudio Scaletta
¿Es posible dejar caer el tipo de cambio y, al mismo tiempo, conseguir más dólares para reducir el endeudamiento? ¿Se pueden eliminar impuestos y, a la vez, aumentar el superávit primario? ¿Cómo se mantiene la inflación bajo control mientras se habilita un amplio ajuste de tarifas de los servicios públicos privatizados? Responder a estos interrogantes resulta indispensable si se quieren comprender las sugerencias que el staff del FMI volverá a hacer a la Argentina. Para muchos analistas, el problema de las recetas del Fondo no se encuentra hoy ni en su sesgo ideológico, ni en la probable defensa de intereses particulares, sino en un estadio anterior: en su inconsistencia macroeconómica. Las recomendaciones resultan contradictorias. No es posible aplicarlas sin que se neutralicen mutuamente.
Los trabajos que demuestran que el FMI intenta aplicar las mismas recetas básicas en cualquier tiempo y lugar, no sin cierto desprecio por las particularidades de cada economía, son abundantes. Tratándose de un camino tan recorrido, ante cada nueva negociación con el organismo no se requiere de gran imaginación para predecir cuales serán sus recomendaciones y críticas. Ayer, el directorio del Fondo volvió a girar sobre las nuevos viejos recetas, entre ellos: dejar caer la cotización del dólar, reducir o eliminar tributos “distorsivos” y aumentar el superávit fiscal. En la mira se encuentran también las restricciones y encajes sobre los ingresos de capital. Con carácter ya perenne se suma el aumento de las tarifas de los servicios públicos privatizados.
¿Qué fines se pretende alcanzar con estas medidas? La Argentina y el FMI coinciden hoy en un punto básico, el progresivo desendeudamiento del país con el organismo. Acuerdan, por lo tanto, en la necesidad de un fuerte superávit fiscal. Las diferencias, cuando se presentan, son de velocidad y forma y, en particular, sobre qué parte de los vencimientos será refinanciada por el mismo Fondo. En este marco, el staff del FMI cree que si el amplio superávit se combina con un dólar más barato y baja inflación, entonces será posible, con el mismo excedente fiscal, comprar una mayor cantidad de dólares.
Dadas las sugerencias, la pregunta clave es si conducen el logro de los objetivos propuestos. Adelantando la respuesta, un primer análisis indica que no.
- Los impuestos que el FMI considera distorsivos son las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque. En 2005 se espera que ambos tributos sumen una recaudación en torno a los 20 mil millones de pesos, cifra que prácticamente coincide con el superávit primario. Si se eliminasen estos tributos o bien debería prescindirse del superávit y volver a caer en default o bien reemplazarlos por otros. Entre las propuestas del FMI se destaca la eliminación de las excepciones al IVA. Al margen de que difícilmente conseguirían una recaudación equivalente sería inevitable que estos ajustes del IVA no se trasladen a precios acelerando la inflación
- La baja del dólar para controlar la inflación presenta dos flancos débiles. En primer lugar no existe evidencia empírica de que la relación causal exista. Un informe de la consultora Ecolatina mostró que mientras el peso se apreció el 3,1 por ciento en los primeros cinco meses del año, la inflación creció el 5,1. Esto es, la baja del dólar no evitó la inflación. La segunda cuestión es que un dólar más barato afectaría la competitividad-precio de las exportaciones, la fuente del superávit fiscal y, en 2005, del crecimiento económico. Al margen de frenar el desarrollo industrial, se trataría de un nuevo camino para reducir el ingreso de divisas.
- Una de las recomendaciones de más dudosa legitimidad técnica es el aumento de las tarifas de los servicios públicos. Ciertamente la combinación de mayores tarifas para las empresas con casas matrices en lospaíses que controlan en Fondo y el mantenimiento la inflación por debajo de los dos dígitos es un desafío mayúsculo.
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