Jue 25.08.2005

EL PAíS • SUBNOTA

Acerca de las penumbras de la Iglesia

Horacio Gonzalez *.

“Debilidad y fuerza”Respecto de lo que se llamó la “debilidad” de Maccarone, ¿cuál sería la fuerza? No parece simple romper con el voto de celibato, por más que como todo, es una institución que puede datarse históricamente. Tampoco parece fácil superar lo que rápidamente se denominaría “doble moral”, pues la coexistencia de formas públicas y sigilosas suelen ser necesarias en toda existencia. Cualquiera de estas situaciones debería llevar a la Iglesia a una reflexión tanto o más profunda que la que ella le suele recomendar al resto de las personas. Su vasto rosario de metáforas amorosas dirigen su flecha permanente del cielo a la tierra. Un rápido repaso de Sor Juana Inés de la Cruz o de Meister Eckart ayudaría a comprender la cuestión de la sublimación amorosa a partir de una retórica de prohibiciones. Quizás sea mejor percibir las drásticas incompatibilidades que podría haber entre otra institución histórica, la del confesionario, y el invento fetichista de la “cámara secreta”.

* Sociólogo.


Nicolas Casullo *.

“Reflejo de esta época”
Habló por radio el remisero Serrano sobre su operativo con el obispo Maccarone: “Lo hice porque podía darme trabajo y nunca me dio pelota”. “Siempre me ha gustado vivir mejor.” “Un canal me compró el casete, no puedo decir por cuánto.” “Me gustaría contar toda la historia a un canal importante, porque no ando con mucho dinero ahora.” “Tengo abogados que me dicen que puedo hacer una demanda contra el obispo.” “Mi madre me dijo que lo de filmar un video era una buena idea.” “Yo soy un católico creyente que va todos los domingos a misa.” “Yo me vendí a él por un trabajo, y no me dio pelota cuando con el interventor Lanusse tuvo oportunidad de dármelo.” Sea cierto o no este conjunto de explicaciones donde todo parecería una “venganza individual”, sin duda el joven remisero, en una típica narración de época transética, cuenta la verdad sin sobrecarga de conciencia. ¿Por qué habría de tenerla él, cuando la edad de la patria simula haberla cancelado desde sujetos muchos más importantes y favorecidos por la suerte y las representaciones sociales? Serrano habló sin esos velos, eufemismos y retóricas con que la vieja cultura, moral y política burguesa nos enseñó cómo hablar y decir en público las cosas. No sonarse la nariz y sacudir los dedos delante de todos para desprenderse de los mocos. Quebrando sí esa delgada línea entre lo honesto y el delito, entre hogar y quilombo. Su lenguaje es incómodo para el entrevistador en el éter. Demasiado llano, y por lo tanto mata toda especulación especializada del columnista acerca de “conjeturas sobre el ser argentino”. Pero su habla, la misma que hoy desasosiega al obispado y hace presente la idea de una trampa política contra un hombre de la Iglesia, contiene desde Serrano un claro reflejo de esta época cínica o impune donde –ya sea en el teleteatro ya sea en la vida– en la Argentina todo es decible y todo es finalmente indecible en la propia verborragia. Recuerdo a los papás de Serrano: el “yo quise una Ferrari porque me siento bien en una Ferrari” del presidente Menem, o “yo robo para la corona” de José Luis Manzano, o “para la aprobación de la ley tengo la Banelco”, o “sí, por supuesto que cobré sobresueldos”, o “le pusieron somnífero al bidón que tomaron los brasileños”.

* Ensayista.


Pablo Seman *.

“Tengo una pregunta”Alguna facción política o religiosa que no podemos identificar claramente ha cometido un delito contra la privacidad de un ciudadano argentino y eso debería estar antes de cualquier otra consideración. El delito tendrá efectos revulsivos al interior de la Iglesia Católica si nos guiamos por lo poco que sabemos de la Iglesia Católica (que no deja trascender sus conflictos y que tiene un lenguaje especial para construirlos y expresarlos). En la Iglesia Católica no hay fracciones claramente separadas y opuestas pero existen sensibilidades y tonos pastorales diferentes (preocupaciones sociales, denuncias de la exclusión, pero también bloqueo de la política en nombre una ética que admite, muchas veces, perdones sin arrepentimientos en nombre de la reconciliación, y resistencias a la innovación en políticas de salud que pesan en la cuota de sufrimientos que padecen los argentinos). Frente a esas divisiones los hechos podrán beneficiar al bando “conservador” (que practica la caridad con genocidas, banqueros fraudulentos y ominosos caudillos provinciales), ya que una de las cabezas del “progresista” (que ha hecho esfuerzos notables en causas de opresión social y política) ha caído de forma vergonzante para los patrones de la institución católica. Pero tal vez, no ocurra sólo eso: me pregunto si fieles y notables de la Iglesia Católica no comenzaran a pensar que es truculento fomentar o aprovechar estos hechos para avanzar en cuestiones de política interna. Me pregunto si algunos católicos no se sentirán incómodos con la falta de caridad que trasuntan los beneficiarios del delito. No lo sé pero creo que en algún grado eso es probable. La victoria “conservadora” podría tener algo de pírrica. Por otro lado tengo una pregunta como ciudadano (y partiendo del hecho de que la obra pastoral de Maccarone me causa mucha mas simpatía que la de Basseoto). ¿El obispo Maccarone quiere que creamos que es un paciente rebelde que no quiere curarse de su mal, o prefiere que creamos que se permite personalmente lo que su Iglesia impugna cruelmente a sus fieles e incluso a los ciudadanos no católicos de la Argentina? Hago esta pregunta teniendo presente todo el sufrimiento que puede estar pasando un hombre que ve inhibidas las posibilidades de continuar con su trabajo y con su deseo y sabiendo, entonces, que puedo ser indolente e irrespetuoso. Pero no señalo la duplicidad per se sino la irresponsabilidad social y política parásita en ella cuando, escapando a esta pregunta, se permite que la Iglesia haga sufrir en miles y miles de argentinos, católicos y no católicos, la misma indolencia y falta de cuidado que mi pregunta le imponen al obispo. Quizás el revuelo (o mucho mejor la conciencia del costo humano que tienen la intolerancia y la duplicidad) distancie a la Iglesia de la sociedad y entonces el impacto del conflicto será menos importante cualquiera sea su desenlace. Es una previsión y un ruego a los cielos. Lo que no es previsible es que esto fortalezca a la Iglesia.

* Antropólogo.

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