Jue 15.09.2005

EL PAíS • SUBNOTA

En la mesa del Consejo, Kirchner condenó el terrorismo y sus causas

› Por S. M.
Desde Nueva York

Fue una ocasión inusual. Fue la tercera vez en 60 años, toda la vida de las Naciones Unidas, que tantos presidentes se reúnen a la mesa del Consejo de Seguridad. En la oportunidad se votaron dos resoluciones, una de ellas contra el terrorismo. El argentino Néstor Kirchner, que habló inmediatamente después que su par estadounidense George W. Bush, fustigó el terrorismo y avanzó hasta lo que entiende como algunas de sus causas, la pobreza, la desigualdad, el retraso. En la mesa se vieron cruzadas las distintas posiciones, los intereses y las ansiedades de esos jefes de Estado. Fueron 14 personalidades, entre ellas las cuatro más poderosas del mundo, que mostraron, apenas, un atisbo de lo que puede esperar a los humanos.
A la famosa mesa circular-trunca del Consejo de Seguridad se sentaron ayer, además de los mencionados Bush y Kirchner, el británico Tony Blair, el premier chino Hu Jintao, el ruso Vladimir Putin, el primer ministro francés (en reemplazo del presidente Jacques Chirac, que está enfermo), Dominique de Villepin, y el brasileño, que llegó retrasado, Luiz Inácio Lula da Silva, entre los más salientes.
La reunión comenzó a las 11 de la mañana hora local. El recinto, un hemiciclo rematado por un mural alegórico de la esperanza y la paz mundial, empezó a llenarse de a poco. Kirchner y su delegación llegaron en cuarto lugar. Detrás de él, el premier chino Hu Jintao dio dos pasos para alcanzarlo. Se estrecharon en un abrazo y, gracias a los oficios de trujimán del embajador argentino ante la ONU, César Mayoral, comenzaron una conversación que los llevó nuevamente a Buenos Aires, a recordar la visita del chino que tanta polvareda levantó. Hablaron durante unos cinco minutos, se dieron las manos efusivamente.
Mientras, detrás de ellos se colaba George W. Bush, que saludaba a todos los que se acercaban. En medio de la gente que comenzaba a colmar el salón, apareció el senador Carlos Reutemann, que quedó en el camino del texano. Bush le tendió la mano. “Nos vemos en Mar del Plata, ¿no?”, preguntó el Lole. “Por supuesto”, respondió el presidente norteamericano para alivio de los argentinos, que habían acusado recibo de las cavilaciones del embajador americano en Buenos Aires, Lino Gutiérrez, quien había puesto en duda la visita de su presidente a la Cumbre de las Américas.

Titanes en el ring
Volviendo al Consejo, la mandataria filipina Gloria Arroyo (su país preside el organismo desde hace unas semanas) abrió las sesión invitando a votar por dos resoluciones. Una, propuesta por Gran Bretaña, para condenar la incitación a cometer actos de terrorismo; la otra, para prevenir conflictos, especialmente en Africa. La primera fue el plato fuerte aunque las dos fueron aprobadas por unanimidad, 14 votos positivos. Kofi Annan secretario general de la ONU, ofreció el primer discurso y recordó su propuesta para combatir al terrorismo en cinco ámbitos: declararlo ilegal, castigar a cada Estado que lo apoye, ejercer una buena gobernanza, defender los derechos humanos y reconocer a las víctimas del terrorismo, compensándolas.
Dos turnos después, fue el turno de Putin, quien destacó la iniciativa rusa para evitar el terrorismo con armas de destrucción masiva (que por la tarde fue firmada por Kirchner), declarar su determinación de combatir al terrorismo y fortalecer al Consejo de Seguridad a fin de mejorar su eficiencia.
Luego del primer ministro griego, Kostas Karamalis, Bush desplegó un conciso discurso antiterrorista y recordó que hace dos meses fueron lostentados en Londres, hace una año el de la escuela en Rusia, y hace cuatro caían las Torres Gemelas. Llamó la atención que no recordara los atentados de Atocha, en Madrid. Acaso porque España no está en el Consejo de Seguridad, quizás para devolver alguna atención a José Luis Rodríguez Zapatero.
Pegado al del norteamericano, llegó el de Kirchner. El patagónico destacó que en la lucha contra el terrorismo se debe fortalecer el multilateralismo, mantener la legitimidad, respetar los derechos humanos, la proporcionalidad en la respuesta y mantener el respaldo de la opinión pública internacional. Kirchner sumó a eso una descripción de las desigualdades entre los países, la pobreza, el hambre y el atraso como caldo de cultivo propicio para generar el fenómeno del terror. Su discurso fue bastante opuesto al accionar norteamericano después del 11-S. Bush lo escuchó con atención.
El discurso de Blair fue acaso el más encendido. Duro, dijo que la pobreza y la exclusión eran flagelos que había desterrar, pero que los terroristas poco y nada tienen que ver con eso. “Son criminales y debemos combatirlos y acabarlos”, dijo el primer ministro británico. Sin leer, fue vehemente y gestual como un italiano. Bush no dejó de mirarlo y asentir cada palabra.
Finalmente llegó el turno de Lula. La mayor parte de su discurso rodeó la reforma de la ONU y particularmente la del Consejo de Seguridad. Lula pidió nuevas bancas permanentes, más miembros. Brasil se postula a una. De Villepin, a su turno, apoyó esa medida, como gesto para patrocinar el ingreso de su socio comunitario, Alemania. Lula volvió una y otra vez con el tópico. Kirchner, molesto por el discurso, hizo comentarios a su mujer, Cristina Fernández, que estaba detrás de su banca, junto a otros miembros de la comitiva.
El fastidio de Kirchner con su parceiro fue tan evidente como breves las referencias del brasileño sobre el terrorismo. Lula sueña para su país un curul vitalicio en el Consejo de Seguridad. Ayer, al menos, participó, con sus pares, de un día que no se ha repetido más de tres veces en 60 años.

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