EL PAíS • SUBNOTA
Promotores de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense dieron charlas sobre la dictadura y los juicios a represores.
“Veo muchos chicos que no están prestando atención a la charla. Quiero que sepan que las violaciones empiezan cuando ignoramos nuestros derechos”, advirtió ayer, molesta, la directora Elisa Fulgheri a sus alumnos, dispersos sobre el pasto, mientras un grupo de promotores de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense exponía el caso de Jorge Julio López. El enojo despertó a los estudiantes, que comenzaron a indagar sobre diversas problemáticas, entre ellas su preocupación por el accionar de la policía. La charla formó parte de una jornada informativa sobre la desaparición de este albañil jubilado, “que logró que muchos chicos se interesen por saber qué pasó durante la última dictadura militar”, afirmó Edgardo Binstock, titular de esta secretaría, que planea extender estas actividades a otros colegios.
Luego de recorrer por la mañana varios colegios, la directora provincial de Promoción y Protección de Derechos Humanos, Lorena Riesgo, contó que muchos alumnos estaban al tanto del caso López y el nivel de participación fue mayor al esperado: “No bien entramos esta mañana a la Escuela de Bellas Artes, una chica nos preguntó qué opinábamos de los dichos de Hebe de Bonafini, me quedé helada”. La recorrida incluyó las escuelas Media 8 y 2, la ex normales 2 y 3 y la Media 38 de Abasto. Riesgo afirmó que muchos chicos se mostraron preocupados por la vigencia de las “corporaciones” parapoliciales, que podrían estar involucradas en el caso López.
El último establecimiento visitado fue la escuela 12 de City Bell, rebautizada hace dos semanas con el nombre de Horacio Ungaro (uno de los estudiantes desaparecidos durante La Noche de los Lápices), donde esperaban 250 alumnos. Allí las promotoras repartieron dos volantes con datos precisos sobre López y el juicio que condenó al genocida Miguel Etchecolatz. En su exposición hicieron un repaso de los Juicios por la Verdad, la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida y el estado actual de las causas que juzgan a los represores. Mientras dos chicos hacían avioncitos y barquitos con los volantes, una de las alumnas preguntó si era posible “que volviera la dictadura”, otra compañera le respondió: “Eso depende de nosotros”.
Pese al calor y al desperfecto en uno de los enchufes del micrófono, el debate creció a partir de una pequeña simulación: una de las profesoras le pidió a un chico que se pusiera de pie y le preguntó si tenía documentos, mientras le pateaba suavemente el tobillo. “¿Les pasa esto? ¿Saben qué hacer si los detiene la policía?” “¡Correr!”, respondieron los chicos al unísono. El chiste generó risas entre las promotoras, que, casi como un acto reflejo, repartieron otro folleto titulado: “Si te detienen... qué tenés que saber”. El encuentro continuó con extensa charla sobre la dictadura, la represión y la democracia. También se habló del derecho a la información y el valor de la libre expresión. “No es algo menor, yo no estoy tan acostumbrada a tener ese beneficio”, dijo conmovida una de las maestras, ante la indiferencia de algunos de los chicos, cuando se les preguntó cómo afectaba la desaparición de López al proceso democrático. Terminada la charla, un chico se acercó a este cronista para darle su versión de los hechos: “Mi papá es policía y dice que López se tomó el palo para que no lo mataran”.
Informe: Emilio Ruchansky
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