EL PAíS • SUBNOTA › HABLA ENRIQUE PIÑEYRO, EX PILOTO Y DIRECTOR DE CINE
› Por Eduardo Videla
“La película fue como una pericia que sintetizó todo lo que había en la causa”, dice Enrique Piñeyro sobre su documental Fuerza Aérea SA, que hace una didáctica referencia a las causas del accidente del avión de Austral. El film, que ya aceleró el traspaso del control del tránsito aéreo a manos civiles, también hizo su aporte en una causa que parecía condenada a muerte: a un mes de su estreno, fueron procesadas 27 personas, entre directivos de Austral y jerarcas de la Fuerza Aérea por la tragedia de Fray Bentos.
–Usted declaró como testigo en la causa Austral. ¿Qué elementos aportó para que el juez pudiera dictar el procesamiento?
–Yo declaré dos veces, primero en 1998, unos meses después del accidente, y luego hace dos semanas, después del estreno de la película. Le llevé una copia al juez, que incorporó como prueba.
–¿Cuál es la falla determinante que origina la caída del avión?
–Principalmente, que se le da certificado para volar a un avión al que le falta una alarma que es obligatoria según las normas. Es la lucecita color ámbar que indica que el calefactor del velocímetro no funciona. Esto se hizo obligatorio en Estados Unidos a partir de un accidente aéreo ocurrido en 1974, en un vuelo entre Nueva York y Buffalo. En Argentina se hizo obligatorio en 1989.
–¿Como influyó esta falencia en el accidente?
–La alarma detecta si los tubos pitot están midiendo correctamente la velocidad. En este caso, los tubos se habían congelado y como no funcionaba el calefactor, la medición de velocidad era errónea. La Fuerza Aérea es la que se encarga de habilitar los aviones para el vuelo, por eso es responsable.
–¿Qué respuesta dio la Fuerza Aérea a esta falencia?
–Ellos tienen un argumento mentiroso. Dicen que el avión cuenta con un amperímetro, que hubiera permitido detectar la falla en los calefactores, y que eso reemplazaría a la alarma. No es cierto, porque el avión tiene 180 relojes y si el piloto tiene que estar atento a cada uno, no podría volar. La función de la alarma es advertir por alguno de los cinco sentidos que hay una falla importante. Y en la causa hay dos registros técnicos de que venían fallando los calefactores de los tubos pitot.
–¿Cuál es la responsabilidad de la empresa?
–La falta de entrenamiento de los pilotos. Cuando todas las empresas mandaban a sus pilotos a hacer entrenamiento en simuladores de vuelo dos veces por año, Austral era la única que lo hacía una sola vez. Eso fue aprobado por la Fuerza Aérea. Con esto se ahorraron miles de dólares por año.
–En la causa también se menciona la falta de un adecuado alerta meteorológico. ¿A quién se atribuye esta falla?
–A la Fuerza Aérea, porque de ellos depende el Servicio Meteorológico Nacional. Además, el piloto nunca se pudo comunicar con la torre de Ezeiza: estaba pidiendo descenso porque estaba a 35 mil pies de altura y creía que perdía velocidad. El controlador de Ezeiza nunca recibió ese llamado. También está acreditado que ese día había fallas en la comunicación en Ezeiza.
–Qué cree que cambió para que el juez que antes había sobreseído a los imputados, los procesara nueve años después?
–Fue importante el fallo de la Cámara, que consideró que había elementos para procesarlos. También puede haber ocurrido que el juez haya podido analizar mejor las pruebas, porque había una suerte de guerra entre los distintos peritos. En ese sentido, la película fue como una pericia que sintetizó todo lo que había en la causa.
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