EL PAíS • SUBNOTA
Los investigadores esperan encontrar allí las claves del increíble choque en pleno vuelo sobre el Amazonas. Ya no hay esperanzas de que haya sobrevivientes.
La selva sigue siendo el enemigo tras la tragedia. Ayer los equipos de rescate que intentan dar con los 155 cadáveres de los tripulantes del Boeing 737 caído en plena foresta amazónica encontraron las dos cajas negras del avión en las cuales estaría la respuesta al gran misterio del accidente: ¿cómo fue posible que dos máquinas chocaran de frente en el aire? “En el choque, el jet (Legacy) habría golpeado el timón de profundidad y el estabilizador horizontal del avión. Sin esas piezas, el aparato pierde el control y cae de nariz, en sentido vertical”, dijo ayer el brigadier José Carlos Pereira, presidente de la Empresa Brasileña de Infraestructura Aeroportuaria (Infraero), en una primera explicación al que ya se reconoce como el peor accidente aéreo en la historia de Brasil.
El análisis de Pereyra es casi la única versión que se ha divulgado en torno de la colisión. El avión de la empresa Gol que había salido de Manaos y se dirigía a Brasilia y Río de Janeiro impactó cuando iba a 37 mil pies, unos doce mil metros de altura. Las reglas de navegación aérea estipulan que dos aviones con rumbos divergentes deben mantener una diferencia de nivel de 1000 pies (poco más de 300 metros). Los expertos coinciden en que el Legacy habría golpeado por detrás y por debajo al 737, provocando la rotura de los alerones que controlan la altitud del avión, o de los sistemas hidráulicos que los dirigen. Probablemente –dijo el brigadier Pereyra, el golpe dañó además “el sistema eléctrico e hidráulico del estabilizador (del avión de Gol)” y especuló que el Boeing 737 cayó en forma vertical, ya que “no arrastró árboles de la densa selva amazónica durante su caída”.
Ambos aviones eran nuevos. El birreactor ejecutivo Legacy acababa de ser comprado a Embraer, y el Boeing de Gol había sido entregado a la aerolínea hacía 20 días y tenía apenas 230 horas de vuelo. En cuanto a su comandante, era un piloto experimentado con 15.000 horas de navegación.
Después de la colisión en pleno vuelo, el avión ejecutivo consiguió realizar un aterrizaje de emergencia. La aeronave tenía daños en el timón de profundidad izquierdo y en el winglet (aleta vertical) ubicada en el ala izquierda.
El especialista en análisis de accidentes aéreos y control de emergencia de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Moacyr Duarte, consideró posible que el winglet del jet haya provocado daños graves al Boeing. El winglet “es como un cuchillo caliente (colocado) en la manteca. Está atornillado en el ala, no forma parte de esa estructura. La función de esa pieza es exclusivamente aerodinámica. Por eso existe la posibilidad de que en un choque haya daños mayores en el avión alcanzado (por esa pieza)”, lanzó Duarte.
Ayer los familiares de las víctimas reclamaron que se aceleraran las tareas de rescate de los cuerpos. Ese trabajo es muy lento. Ayer en un comunicado la Aeronáutica brasileña informó que los destrozos de la aeronave “se encuentran desparramados en más de 20 kilómetros cuadrados, de densa floresta de difícil acceso, lo que exige una actuación intensa de los equipos de rescate que podrá aumentar el período de las búsquedas”. Los restos de las víctimas del vuelo de Gol están siendo transportados en sacos a través de helicóptero para una base montada por la Fuerza Aérea en una hacienda localizada a 40 km del local del accidente, y desde allí serán trasladados a Brasilia.
“Es muy difícil que consigamos localizar a todos los pasajeros. La situación es mucho peor de lo que cualquiera de nosotros pueda imaginar”, afirmó Jorge Kerson Filho, responsable del rescate.
Un avión de Air Madrid que partió de Ezeiza con destino al aeropuerto de Barajas, en Madrid, con 152 pasajeros a bordo, aterrizó de emergencia en Cabo Verde, Africa, ayer por la madrugada. El vuelo 1262 –que realizó una escala en la ciudad brasileña de Fortaleza– siguió viaje hacia Madrid, pero sobre el Atlántico debió desviar hacia el aeropuerto de Cabo Verde, debido a “problemas técnicos”. Liliana Valle, vocera de la compañía aérea, explicó que “el comandante detectó una falla en un fusible y por seguridad se decidió un aterrizaje”. El aterrizaje fue “por seguridad y no de emergencia”, aclaró la mujer.
Por la avería, y tras sobrevolar durante varias horas el océano Atlántico, la nave descendió en Isla de la Sal, un archipiélago de la República de Cabo Verde, situado a 600 kilómetros de Senegal. Los 152 pasajeros –entre ellos algunos argentinos– fueron trasladados a hoteles, donde aguardan un avión alquilado por Air Madrid para completar el trayecto a la capital española. Air Madrid informó que “fletó un avión de Portugal para buscar a los pasajeros a Azores y trasladarlos finalmente hacia España”. La Dirección General de Aviación Civil española inició una investigación que se agrega a un seguimiento en detalle sobre la misma empresa que ya se había realizado en agosto, y del que se esperan conclusiones.
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