ESPECTáCULOS
La danza de las cacerolas criollas
Fue el toque de color aportado por el Ballet Oficial en la primera luna coscoína. La presencia de Soledad garantizó una concurrencia masiva de público, situación que tranquilizó a los organizadores.
Por Karina Micheletto
Desde Cosquín
Hiperrecesión mediante, la 42ª edición del Festival Nacional del Folklore y el Canto Popular comenzó el sábado pasado con un poco de lluvia y una plaza menos llena que otros años, aunque no tan despoblada como hacía prever la crisis nacional. Finalmente, unas 6 mil personas llenaron casi por completo la Próspero Molina, y unas 8 mil se agolparon en las peñas y calles de alrededor para seguir desde allí la fiesta. La cifra alcanzó para despejar los peores pronósticos de los organizadores, que hasta último momento cargaron con el fantasma de una plaza por primera vez vacía. No era para menos: las ya históricas idas y venidas en la organización del festival hicieron que esta vez la Comisión Municipal de Folklore terminara haciéndose cargo de Cosquín a sólo un mes de su realización, en un año en que la crisis no deja espacio para improvisaciones. Incluso la situación económica hizo suspender festivales históricos, como el de la Chacarera en Santiago del Estero y el de la Tonada en Tunuyán.
Para colmo, la encargada de la apertura, Soledad, venía de un Jesús María con escasa convocatoria. Pero los miedos disminuyeron cuando cerca de las diez de la noche las plateas y populares aparecieron casi llenas, y desaparecieron cuando un público incondicional a la Sole –esta vez, con el poncho acotado sólo a su hit “A don Ata”– estalló con “Chacarera de un triste”. “Soy argentina y lo que está pasando me hace mella. Puedo estar mejor que muchos de ustedes, pero también tengo una abuela jubilada y un tío que trabaja en el campo, y muchos de mis amigos están muy mal”, comenzó diciendo la chica de Arequito. “Estoy acá para demostrar que es importante conservar la alegría, y que nada ni nadie nos la va a quitar. Por eso defiendo a muerte este tipo de manifestaciones, y creo en la fuerza del pueblo argentino”, expresó. Acompañada por su hermana Natalia, la Sole actuó durante más de una hora, mientras buena parte del público adoctrinado para la cámara se desvivía por mostrar sus carteles al Canal 26 (esta vez, Canal 7 no transmitirá el evento), y otra parte entablaba una batalla campal, a botellazos limpios, tratando de convencerlos de que tenían que sentarse.
Los primeros en ocupar el escenario de la Plaza Mayor del folklore habían sido Los Cantores de Quilla Huasi, Alberto Oviedo y Federico Roschini, una joven promesa de Casilda que logró el primer pedido de bises de la noche. Después de Soledad siguieron Orlando Veracruz, Los 4 de Salta, Sentires, Walichü y Gisela Banegas, entre otros. Pero la expectativa de la noche estaba puesta en otro lado. Sin Mahárbiz, la gran pregunta de este Cosquín era de qué garganta iba a brotar el tradicional grito “Aquí Cosquín, capital nacional del folklore”. Muchos apostaban a que los locutores designados este año, Miguel Angel Gutiérrez, de Radio Nacional, y Omar Pereyra, de LV3 de Córdoba, evitarían el anuncio. Finalmente, fue el Ballet Oficial Camin el que, debajo de una gigantesca bandera argentina, lanzó a coro el grito que declaró formalmente inaugurado el festival. Fue una forma original de ahuyentar el fantasma de Mahárbiz, que flotaba en el aire, aunque nadie lo nombrara. El único que se animó a hacerlo sobre el escenario fue el humorista cordobés Julio Vaca “Chicharrón”: “Este traje que tengo me lo regaló Julio Mahárbiz, tuve que esperar como cuarenta años para estrenarlo. Aunque ahora me lo pidió de vuelta, porque ése no da puntada sin hilo. Ah, nadie se anima a nombrarlo, ¿eh?”, bromeó como parte de su rutina. El toque de color de la inauguración fue aportado por el Ballet Oficial: los bailarines recrearon un cacerolazo en plena danza, golpeando ollas al ritmo de un triunfo, como forma de toma de postura frente a la realidad nacional.
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