ESPECTáCULOS
“Lo que estamos viviendo es algo que ya no existe, un recuerdo”
El cineasta Alejandro Malowicki explica cómo encaró “PYME (sitiados)”, un film que refleja la caída económica argentina desde lo humano.
› Por Oscar Ranzani
Una largo e intrincado proceso de decadencia derivó, en los años 90, en una pauperización extrema de la sociedad argentina. Con un rasgo visible: el cierre masivo de fábricas, muchas de ellas pequeños emprendimientos. Esta realidad llevó al cineasta Alejandro Malowicki a rodar PYME (sitiados), una historia que transcurre durante el año 2000, cuando los indicadores del desempleo alcanzaron valores alarmantes. Malowicki, que tiene una vasta trayectoria en el género documental, decidió, sin embargo, que PYME (sitiados) debía ser un film de ficción. El largometraje está producido por Cinegrafía S.R.L., con participación de IMPA –donde se realizó el rodaje– y con apoyo del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). “Esta película está hecha en cooperativa, formada por todo el equipo”, comenta el director en entrevista con Página/12.
PYME (sitiados) relata las distintas situaciones en que quedan expuestos los trabajadores de una fábrica de la industria plástica cuando su dueño debe optar por declarar la quiebra (con el consecuente cierre de la fábrica) o llamar a una convocatoria de acreedores. La película narra los conflictos que se plantean entre los obreros, empleados, el dueño y su hijo durante un día crucial para todos. Para el film, Malowicki convocó a actores profesionales que no son tan reconocidos en el mundo de la televisión. El elenco está compuesto por Gabriel Molinelli, Duilio Orso, Bernardo Forteza, Hugo Alvarez y Silvia Trawier, entre otros. “A mí me sirve que no tengan una presencia importante en televisión porque quiero que el espectador se asombre con los rostros y, de esta manera, que le resulten más verosímiles”, agrega el director.
–¿Cómo surgió la idea de esta película?
–Como cineasta he realizado muchísimos documentales industriales, entre otras cosas. Y el tema de las Pymes lo fui viviendo, de algún modo, en la medida en que hacía y me involucraba, no solamente en la realización del documental industrial sino en la problemática de los obreros, de los empresarios. Y estaba el hecho de tener familiares cercanos que estaban viviendo las consecuencias de la destrucción masiva de las Pymes que se viene dando desde hace veinte años. Entonces realicé una investigación para poder trabajar el guión de la película. Decidí que quería hacer un film sobre la tragedia de las Pymes.
–¿En qué consistió la investigación?
–Por un lado, una larga etapa de entrevistas a empresarios de Pymes que habían convocado o que habían ido a la quiebra con sus empresas. Ahí nos encontramos desde empresarios que habían invertido todo lo que tenían y reinvertido pero que igual se habían fundido, hasta otros casos en que las empresas habían cerrado pero tenían prácticas fraudulentas. Es decir, había de todo. Comencé la investigación sobre los empresarios y luego investigué el tema de los obreros. La base de la desocupación en la Argentina es la destrucción de la industria Pyme. Así que ahí fue cuando empecé a investigar las consecuencias de que provocaba la desaparición de las Pymes. En eso tuve una ayuda muy importante de la CTA. Hablé con obreros, delegados de fábricas, lo que me permitió tener una visión más profunda, realista y cercana de lo que era la problemática obrera.
–¿Por qué decidió hacerlo como ficción?
–Nunca imaginé esto como un documental. La pensaba como una película de ficción porque consideraba que si lograba un buen guión y generar una buena historia iba a poder sintetizar, en el buen sentido de la palabra, las distintas tragedias en las distintas partes de este conflicto: los obreros, los empleados, el empresario, el hijo del empresario. No digo que el documental no lo hubiera reflejado, pero yo quería llegar al público y este tema no se ha tratado en la ficción del cine argentino.
–A raíz de los sucesos del 20 de diciembre, ¿modificó la historia?
–Esta historia la comencé hace cuatro años y la terminé de escribir hace un año y medio. Pero sí, a partir del 20 de diciembre algo cambió. Fue muy fuerte lo que pasó y lo que está pasando con las empresas recuperadas. Y, también, condicionó el final de mi película. Eso le dio lo que yo todavía no encontraba en ese momento, que era una salida.
–¿Se le ocurrió hacer una segunda parte?
–Sí, pero no sobre esta temática. En realidad tengo en mente una trilogía. Ahora tomé el tema del trabajo. Me interesaría después hacer una película sobre la salud, ubicada en los hospitales rurales. Y luego tomar la cuestión de la educación, también en las escuelas rurales. Completaría así mi deseo de hablar de los tres temas para mí más importantes.
–Su película parece ser una ficción de algo que en la Argentina pasó a ser ficción también: la industria.
–Yo diría que ojalá fuera ficción porque, por lo menos, lo estaríamos viendo. En realidad, ya no la estamos viendo. Lo que estamos viviendo todavía es algo que ya no existe, es un recuerdo. Uno camina por los lugares donde estaban ubicadas las Pymes y lo que ve es la destrucción: pasó una aplanadora. Galpones vacíos, fábricas cerradas, carteles de remate, espacios convertidos en supermercados, depósitos o baldíos. Lo que estamos viendo es algo que nos parece ficción porque no lo podemos creer.
–¿Qué lectura política puede hacer a partir de la película?
–Primero, la tragedia personal de los individuos. A mí lo que me importa en esta historia son los seres humanos: el obrero que se quedó sin trabajo. El obrero que después de cuarenta años en una fábrica se queda sin la jubilación y se queda en la calle. Me importa el empresario que invirtió en su empresa porque se creyó el discurso del mercado y el mercado lo dejó pedaleando en el aire. Esta es una película de seres humanos. No es una película de economistas ni para economistas.