Por Mercedes Bermejo *
Desde España

Más allá de contar una historia, Memoria y olvido, la tragedia de los desaparecidos durante la última dictadura militar argentina, que ayer subió a los escenarios de Cádiz, quiere agitar las conciencias de los espectadores contra la tortura. Con el convencimiento de que cuando se acierta en la forma de trasladar el horror a la platea se puede despertar el interés del público, Arturo Roldán, Luis Lorente y Eduardo Galán se embarcaron en la tarea de escenificar esta pieza, estrenada en el XVII Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz. Lorente señaló que tomando como referente la Operación Cóndor, la red de colaboración que crearon en los años ‘70 las dictaduras de varios países sudamericanos para perseguir y eliminar a sus opositores políticos, la obra, que cuenta con la actuación de Manuel Callau y Emilia Mazer, entre otros, se impone el trabajo de “reflexionar sobre la tortura infligida desde los gobiernos, que actúan, en la mayoría de las ocasiones, desde la más absoluta impunidad”.
La idea surgió a partir de la experiencia de Roldán, psicoanalista argentino radicado en España, que durante años escuchó en su consulta de Barcelona el doloroso relato de compatriotas que como él tuvieron que huir del país perseguidos por una de las dictaduras militares más sangrientas de Latinoamérica. Eran historias de desapariciones, secuestros, asesinatos, torturas, que en una noche de insomnio llevaron a Roldán a dejar constancia escrita de ellas. En total, 65 folios desgarradores y calificados por Lorente como “el vómito de una pesadilla”. “No se trataba de una obra de teatro, pero sí de un material dramático conmovedor en el que empezamos a trabajar junto a Eduardo Galán”, explicó Lorente.
Hoy, año y medio después, Manuel Callau y la actriz española Sandra Toral subieron al escenario para dar vida a Mauricio y a Valeria, la pareja protagonista residente en España, quienes con sus recuerdos trasladan al espectador a los sucesos y métodos utilizados por los grupos de tareas argentinos a partir de 1976. La actitud de compromiso, manifestada a lo largo de toda su trayectoria artística, fue lo que llevó a Callau a salir por vez primera de la Argentina para interpretar esta pieza en la que, según sus propias palabras, todos los actores ofrecen una interpretación generosa, “porque requiere una gran verdad y exposición”. Callau reconoce que dudó a la hora de decidir si participaría o no de la obra, porque el papel ofrecido era el de un torturador. El reparto lo completan Emilia Mazer, Daniel Freire, Martín Gervasoni y Alberto Vázquez, entre otros. Todos ellos compartieron cartel en el FIT con María Jesús Valdés, la protagonista de Carta de amor, con texto del autor español Fernando Arrabal y dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente.
Antes de subir al escenario para representar una obra en la que se expresa el dolor de todas las madres de la Guerra Civil Española (1936-1939), Valdés destacó que lo que se pretende “es lograr que el espectador vaya más allá del monólogo, del espectáculo”. “El teatro es magia y si no existe ese tercer personaje que es el público, si no lo ves emocionarse, esto no tiene sentido”, añadió la actriz, que en Madrid atrajo a más de 15 mil personas con su interpretación de Carta de amor, una producción del Centro Dramático Nacional español. Otras dos compañías americanas se dieron cita también ayer en Cádiz. La colombiana Indice Teatro se presenta con Quién dijo miedo, una tragicomedia sobre los desplazados de Colombia, en la que, según su director, Julio César Herrera, se manejan muchos elementos de la “dramaturgia pura, que llenan la vista y el alma”. En tanto, la Compañía Nacional de Teatro de México subió a las tablas con El automóvil gris, una puesta en escena de un clásico del cine mudo mexicano realizado por Enrique Rosas en 1919.
* Especial para Página/12, de la agencia EFE.