Sáb 23.11.2002

ESPECTáCULOS  › “RAYMUNDO”, UN FILM DE ERNESTO ARDITO Y VIRNA MOLINA

“Su historia debe contarse”

El Festival de Cine y Video de Derechos Humanos ofrece este fin de semana un trabajo sobre el desaparecido Raymundo Gleyzer, los documentos fílmicos de la Shoah Foundation y “Trajes y salvajes”, sobre los manejos del Banco Mundial.

› Por Oscar Ranzani

El cine político-militante nacido a fines de los 60 como una herramienta para la transformación social tuvo su máximo exponente en la figura de Raymundo Gleyzer. Ahora, a más de veintiséis años de su desaparición, los jóvenes realizadores Ernesto Ardito y Virna Molina dirigieron y produjeron el documental Raymundo, un trabajo que narra la vida del director de Los traidores. La productora asociada es Juana Sapire, la viuda de Gleyzer, que trabajó junto a él haciendo sonido para muchas de sus películas. Hoy a las 21, el documental se proyectará en calidad de preestreno en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530), en el IV Festival Internacional de Cine y Video de Derechos Humanos. Raymundo participa en la sección oficial competitiva “Largometrajes Video”; paralelamente se está desarrollando una retrospectiva de Gleyzer que continúa el lunes a las 16 en el Centro Cultural de la U (Serrano 1139).
Raymundo es una película de más de dos horas de duración que establece un recorrido por la vida del fundador del Cine de la Base. Al mismo tiempo, su historia personal está inserta en el marco histórico-político de América latina que le tocó vivir, hasta que fue secuestrado en mayo de 1976 por un grupo de tareas: al día de hoy continúa desaparecido. Pero el film también aprovecha para trazar una historia del cine revolucionario. “En 1997, Virna y yo empezamos a investigar la brecha generacional cultural que había generado la dictadura militar, porque en la Escuela de Cine no se enseñaba un cine con identidad, un cine político que era el que estaba haciendo falta en la realidad que estamos viviendo”, comenta Ardito a Página/12. “En el marco de este proyecto, me encontré con un librito rojo editado por la Cinemateca Uruguaya sobre Raymundo Gleyzer. Y a partir del testimonio de los amigos que escribían empecé a conocer a Raymundo y me identifiqué totalmente. Presentamos el proyecto en el Fondo Nacional de las Artes”, agrega el director. Una vez obtenida la beca, los directores se contactaron con Sapire –residente en Estados Unidos–, quien tiene un valioso material de archivo sobre su compañero, que sirvió de gran utilidad para la realización de la película.
Los directores fueron modificando el guión a medida que se encontraban con más imágenes. En ellas se lo ve a Gleyzer filmando, junto a escenas de rodaje de muchas películas. “Una cosa que tenía Raymundo es que cada paso de su vida o cada anécdota cotidiana está filmada. A nosotros nos contaban una anécdota y, de repente, aparecía el material”, apunta Ardito. Estas imágenes se complementan con numerosos testimonios de familiares y compañeros del cineasta desaparecido. Entre los que hablan figuran su esposa Juana Sapire, su madre Sara Aijen, los directores Nemesio Juárez, Dolly Pussi y Pino Solanas, el productor Bill Susman, Hugo Alvarez (actor de Los traidores), Alvaro Melian (coguionista y productor) y Nerio Barberis, de Cine de la Base.
También hay imágenes y pasajes de sus películas y de su labor periodística: Gleyzer fue el primer cronista argentino en visitar las islas Malvinas y realizó una cobertura para “Telenoche” que fue considerada el mayor impacto periodístico en 1966. También para el noticiero de Canal 13, en 1969 viajó a Cuba y fue el primer periodista en transmitir desde la isla luego de la Revolución. Aparecen imágenes del corto etnográfico Ceramiqueros tras la sierra (1965) y del mediometraje Ocurrido en el Hualfín (1966). También figura La tierra quema (1964), un cortometraje sobre la sequía y la emigración campesina en Brasil. Sus dos únicos largometrajes, en tanto, tienen un espacio destacado. Uno es México, la revolución congelada (1971), en el que denunció que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) estaba lejos de alcanzar los ideales de la Revolución Mexicana. El otro es Los traidores, su obra más polémica, una ficción basada en hechos reales sobre la corrupción de la burocracia sindical argentina y las sangrientas contradicciones internas del peronismo.
De la etapa del Cine de la Base, la película relata minuciosamente los métodos de producción de Raymundo y cómo era su trabajo en la clandestinidad. El recorrido visual muestra imágenes de Swift 1971, una crónica del secuestro y liberación de Sylvester, cónsul inglés en Rosario y representante del frigorífico. Tampoco faltan Ni olvido ni perdón (1973) –que registra la conferencia de prensa que precedió a la masacre de Trelew– y Me matan si no trabajo y si trabajo me matan (1974), documental sobre los obreros de una fábrica que, a causa del plomo, enfermaban y morían de saturnismo. “Las películas de Raymundo y el Cine de la Base se distribuían en las villas”, comenta Juana Sapire. “En ese entonces no había video. Entonces nosotros íbamos con el proyector de 16 mm y proyectábamos en galpones o lugares oscuros. Luego se armaba una linda discusión y charla con la gente del lugar. Hasta que después nos empezaron a correr a los tiros. Y ahí se puso más jodida la cosa. Imagínese que si a uno lo sacaban a balazos de unas proyecciones que se suponía que nadie se enteraba, la distribución masiva no existía porque corríamos peligro de muerte”, recuerda la viuda de Gleyzer.
Junto a la historia de Raymundo hay otra que sobrevuela el documental: la de América latina. Por eso, los realizadores incorporaron fragmentos históricos de la Revolución Cubana, el Cordobazo, la muerte del Che, la Noche de los Bastones Largos”, la masacre de Tlatelolco, la asunción y derrocamiento de Allende, la masacre de Trelew, el regreso de Perón, la asunción de Cámpora. “Como ahora hay tan poca información para la juventud sobre estos procesos históricos, era necesario contar la historia de Raymundo y hacerlo también con estos procesos, aprovechando que Raymundo también había contado esto”, explica Ardito. “Entonces, se van apoyando tres líneas narrativas: la historia política argentina y latinoamericana, la historia del cine revolucionario y la historia de Raymundo. De este entretejido sale el documental”, afirma.

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