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Por Ricardo M. de Rituerto
Desde Chicago

La casa que Victoria Ocampo donó a la Unesco en 1973 para que la convirtiera a su muerte en un centro cultural continuador de su legado de promoción de las artes y las letras yace abandonada y expoliada, sin que la organización internacional tenga conocimiento exacto de la situación. Libros pertenecientes a la biblioteca de la escritora y mecenas están a la venta en Internet, mientras las goteras y la humedad se comen el elegante edificio victoriano, y la colección de la revista Sur, que ella creara, es víctima de parásitos.
De Ocampo, ensayista, mecenas y musa de los grandes del siglo XX, se conoce fundamentalmente la relación artística entablada con Jorge Luis Borges. Décadas de estrecha amistad quedan contenidas en los múltiples textos publicados por Borges en Sur, en fotografías y en libros dedicados por el autor de El Aleph a su mentora. Es precisamente la oferta en Internet de dos primeras ediciones de obras de Borges dedicadas a Ocampo lo que ha dado la señal de alarma sobre el patrimonio confiado por Ocampo a la Unesco. Una librería de Boston especializada en libros antiguos tiene a la venta sendos ejemplares de las primeras ediciones de Historia universal de la infamia y El jardín de senderos que se bifurcan por 35.000 y 45.000 dólares, respectivamente. Son libros firmados y dedicados por Borges a Ocampo que el escritor y cineasta argentino Edgardo Cozarinsky recuerda haber visto a fines de los años sesenta en casa de su amiga, según reveló a The New York Times.
Ocampo introdujo en Argentina y en América latina a personalidades de la talla de Stravinsky, Rabindranath Tagore (que se enamoró y escribió sobre ella), Malraux, Le Corbusier, Camus o Huxley; fue amiga de Ortega y Gasset y García Lorca. Casi todos ellos pasaron por su casa, llamada “Villa Ocampo”, construida a fines del siglo XIX y en la que la familia, perteneciente a las elites cosmopolitas, cultas y europeizantes de Buenos Aires, pasaba los veranos desde la infancia de Victoria. Allí murió Ocampo en 1979, a los 88 años.
La Unesco heredó la mansión junto a Villa Victoria, en Mar del Plata, vendida en 1983 por un millón de dólares para obtener los fondos con que mantener Villa Ocampo. Cinco años después, un informe redactado por un responsable de aquel patrimonio, del que da cuenta el periódico de Nueva York, denuncia malversaciones de fondos, desapariciones de dinero y toma de malas decisiones irreversibles. Aquella venta, que, junto con sus intereses generados, llegó a alcanzar el 1,6 millón de dólares, queda hoy reducida a un fondo cercano al medio millón. “Han vendido muchas cosas que había aquí”, lamenta Ronald Christ, amigo de Ocampo y traductor al inglés de Borges. Ha desaparecido ropa, una gran colección de fotos dedicadas y hasta un piano.
Dolores Bengolea, sobrina nieta de Ocampo, dice que alrededor de un millar de libros de la biblioteca que figuraban en el inventario de la donación no se sabe dónde están. Dos de esos volúmenes podrían ser los puestos a la venta en Boston. “Yo los adquirí, junto a otros libros de Ocampo, a un respetado librero de Buenos Aires en una feria de París”, dice John Wronoski, el librero bostoniano, a The New York Times.
“Estamos tratando de saber qué hay detrás de estas historias”, comenta al periódico Oskar Klingl, actual responsable de la Unesco para el legado Ocampo, quien reconoce que no hay constancia de que se hayan vendido libros de la biblioteca. La Unesco mantiene sus planes de poner en marcha el centro cultural concebido por Ocampo y en febrero va a nombrar un director, cuya primera misión será recabar fondos para arreglar el edificio, dañado por goteras y otras humedades, y proteger los contenidos que quedan del patrimonio cultural creado por la escritora.