ESPECTáCULOS
Lima Quintana y Tejada Gómez, siempre juntos
Hoy en el Parque Centenario se hará un homenaje a dos de los hombres más importantes de la cultura popular argentina.
Por Cristian Vitale
“Me considero un privilegiado pues desde mi infancia tuve en las manos los elementos formativos, el acceso a la cultura popular... Razón por la cual comprendí que no permitir que el pueblo tenga acceso a la sabiduría es un hecho que integra un siniestro plan para destruir la cultura de ese mismo pueblo.” Hamlet Lima Quintana explicaba así el temprano estímulo que lo llevó a transformarse en una figura trascendente de la poesía y la canción latinoamericana. Su padre, criollo, escribía poesías y tocaba la guitarra. Su madre, pianista, era una aborigen ilustrada con ascendencia en la tribu Coliqueo. Armando Tejada Gómez –penúltimo hermano entre 24–, en cambio, no tuvo la misma ventura. La única instrucción la recibió de parte de una tía, Fidela Pavón, que lo adoptó al morir su padre, un tropero mendocino. Sin embargo, también fue una figura notable de la cultura popular. Las trayectorias de ambos, al final del camino, tornaron insustanciales aquellas diferencias de cuna. “Fueron dos tipos muy coherentes diciendo y haciendo. Eran comunistas y vivían como tales, con una gran sencillez. Además, produjeron una obra digna de ser leída que debería figurar en programas educativos simplemente por el hecho de haberle escrito al marginado... al olvidado”, dice Suna Rocha, alguien que los conoció muy bien.
Hoy a las 20 en el Parque Centenario, se concretará un merecido tributo a ambos, organizado por familiares e hijos bajo el certero título “Compadres y Referentes”. “Hamlet tenía una personalidad arrolladora, hasta agresiva por momentos. Arriba del escenario parecía un león cuando se paraba a decir poesías. Armando, en cambio, era más reflexivo... más medido. Se complementaban bien”, completa Suna, que participará del tributo con dos canciones: “La Zamba del Ciego”, de Tejada, y “La Amanecida”, de Hamlet. Otros participantes confirmados en la celebración a la memoria de estos dos gigantes de la cultura popular argentina de los últimos 50 años, son Luis Salinas, Raúl Carnota, Melania Pérez, Rafael Amor, Perla Aguirre y Julio Lacarra, con Quique Pesoa y Liliana Daunes como maestros de ceremonia.
La fecha elegida no es casual. El viernes se cumplió un año de la muerte de Hamlet, ocurrida el 21 de febrero de 2002. Tejada había partido al más allá 9 años antes, en noviembre de 1993, poco antes de que se editara Los Telares del Sol, su obra póstuma. “Hamlet era un quijote moderno no sólo por su aspecto. Hasta último momento, se empeñó en tareas sobrehumanas en favor del hombre. A Tejada lo traté menos, pero fue un poeta impresionante. Pese a tener la importancia artística que tuvo, se tomaba el trabajo de escuchar a toda la gente que quería hablar con él. Nunca subestimaba a nadie”, testimonia Raúl Carnota, que acompañó musicalmente a Hamlet entre 1975 y 1981. “He tenido la oportunidad de asistir a conversaciones entre ellos y compartir momentos que me brindaron una gran enseñanza. Una vez, creo que en 1979, participé de un asado que Armando Tejada Gómez hizo en su casa de Guernica –en el sur del conurbano bonaerense–. Estaban también Ariel Petrocelli y Hamlet. En un momento, después de comer, salió una discusión entre ellos sobre La Biblia... Lo raro es que ambos, pese a su ideología, tenían un conocimiento profundísimo de La Biblia. Citaban pasajes de memoria y con absoluto cuidado en los detalles mínimos. Fue algo muy loco”, recuerda Carnota, quien interpretará “Zamba para no morir”, de Tejada, y “Quicharirillaguay –Abreme la Puerta”, una canción escrita en quechua y aymará, que Hamlet había compuesto luego de una larga estadía en Perú.
Pese a compartir infinidad de rutas y caminos en el largo trayecto de la vida, Tejada Gómez y Lima Quintana confluyeron sólo dos veces en una obra artística publicada. La primera fue el disco Los Poetas que Cantan en Cosquín, en 1972. La segunda vez que convergieron en una obra editada fue durante la dictadura. En 1979, Tejada zigzagueaba entre el exilio y lapermanencia en el país, luego de que el gobierno de facto le prohibiera publicar sus libros y cantar sus canciones. Tiempos después, recibió el convite de Sanampay (el grupo de Naldo Labrín) para viajar a México y participar del disco Coral Terrestre (1980). Y allí estaba Hamlet haciendo lo mismo... Calentando su fina pluma en pro de los que no tienen voz. Hoy, el memoria de sus seres queridos, volverán a encontrarse.