ESPECTáCULOS
› “BONIFACIO”, LA PRIMERA PELICULA PATAGONICA
“Hay historias que merecen ser contadas por nosotros”
Rodrigo Magallanes, un estudiante de cine que llegó a Santa Cruz casi por casualidad, dirigió el primer film íntegramente realizado en el sur argentino. Tuvo el apoyo del Incaa y del gobierno provincial y la solidaridad vecinal.
› Por Mariano Blejman
Desde Río Gallegos
A pesar de las dificultades, nada impidió que la película Bonifacio –ópera prima de Rodrigo Magallanes– se estrenara. El primer film realizado en Santa Cruz trata de un asesinato ocurrido en una estancia, a unos 80 kilómetros del glaciar Perito Moreno, donde lo real y lo imaginario se mezclan. Es una historia verídica, con una muy buena fotografía y climas tensos entre hombres acostumbrados a hablar poco y resolver sus conflictos por la fuerza. Una digna película de suspenso made in Patagonia. Pero si hoy existe Bonifacio y acaba de ser presentada en Río Gallegos es –sin dudas– porque esa ánima trágica que oscureció el destino de los protagonistas durante el rodaje (e hizo lo inevitable por hacerla fracasar) se cansó de luchar contra los realizadores. Y ocupó su butaca en el histórico cine Carrera de Río Gallegos para ver la función.
No pudo el accidente que ocurrió en la ruta hacia la Estancia La Porfía, cerca de El Calafate, donde se rodó buena parte del film. Ni las intensas lluvias que dejaron aislado al equipo de producción. Ni la escasez de recursos para un emprendimiento de esta escala. Ni la falta de experiencia del director y los protagonistas (que no son actores, sino hombres “comunes”). Nada de eso fue impedimento para que Magallanes y su equipo dieran a luz un nuevo hijo sureño. Bonifacio tuvo el apoyo de la Subsecretaría de Cultura de Santa Cruz, el Incaa y la solidaridad de un pueblo dispuesto a contar su propia historia. Aquí la cuestión fue cómo eludir la tentación de convertirse en un set de filmación para “el norte” y contar la Patagonia sin pedir permiso.
El estreno de Bonifacio (que figuró en la sección de “Películas en proceso” durante el último Festival de Mar del Plata) provocó un aluvión de artículos en medios locales y coincidió azarosamente con la agitación de un pueblo entusiasmado por la elección presidencial de su gobernador. Pero tuvo también la presencia de Jorge Coscia, actual director del Incaa, entusiasmado con “el modelo de gestión” que se implementó en Santa Cruz y que podría repetirse en otras provincias. Magallanes nació en Santa Fe, quería estudiar cine en Cuba y viajó a Río Gallegos por un trabajo temporario en TV, mientras esperaba la beca. Pero se enamoró, se quedó y encontró un libro de cuentos, del último dueño de la estancia La Porfía. En la entrevista con Página/12 definió cómo es hacer cine en la Patagonia: “Aquí tenemos una riqueza argumental y documental ilimitada”.
–¿Cómo se logra trasladar eso a la pantalla?
–Durante muchos años hemos sido un lugar con paisajes para que se filmaran producciones nacionales y extranjeras. Pero hay historias propias que merecen ser contadas por nosotros.
–¿Considera que no hay historias bien contadas sobre Patagonia?
–Sí, claro. Me refiero a que se dice que la historia de aquí está escrita con sangre. Y hay toda una gama de temas que sólo fueron tratados parcialmente, pero quedan otros por contar de la gente que todavía vive aquí. Hay, además, en esta sociedad, algunos tabúes sobre los que se habla puertas adentro, pero nadie se anima a decir lo que piensa en público. ¿Cuántas películas se hicieron sobre la Huelga de 1921? Dos y desde Buenos Aires. Y es un tema terrible que aún hoy tiene secuelas en la vida cotidiana de la gente. ¿Cuántas películas se hicieron sobre la guerra de Malvinas? Aquí en Río Gallegos se vivió de una manera muy distinta al norte. No hay una película sobre Malvinas hecha por gente de aquí. Son temas de los que cuesta hablar.
–¿Qué cree que puede aportar Bonifacio?
–Puede profundizar una identidad audiovisual a partir de que la gente se vea reflejada en la historia. La película tiene un 99% de producción local. Sólo la posproducción y el laboratorio se terminó en Buenos Aires por cuestiones obvias: aquí faltan esos equipos. El resto es local. La gente aquí también quiere ver cine argentino y quiere ver en la pantalla sus propias historias. Quiere verse. Entonces tenemos que reflejar la aldea nosotros. Y no dejar que vengan siempre a pintarnos las casas de afuera. Cuando empezamos con esto, muchos pensaban que no iba a funcionar.
–¿Y funcionó?
–Sí. Pero además de Cultura, las mejores ayudas vinieron de los sectores que prácticamente nada tenían que ver con el cine, como Vialidad Provincial, que nos prestó los trailers para poder filmar en la Estancia. Los que apoyaron el emprendimiento fueron los pequeños y medianos empresarios, que lo hicieron por solidaridad. Los grandes no nos dieron cabida. Aunque ahora supongo que va a ser más fácil.
–¿Cuánto tiempo tardaron en realizarla?
–Tardamos un poco más de dos años. Las tomas en la estancia nos llevaron unas pocas semanas, pero lo más complicado fue hacer la toma desde un avión, donde teníamos que simular el vuelo de un cóndor que está al comienzo del film. El avión se puso a maniobrar y nos dejó a medio metro del Lago Argentino.
–Uno de los actores principales es chileno, no parece una casualidad...
–Aquí el contacto con el pueblo chileno es muy fuerte y fluido. La gente pasa de un lado a otro de la cordillera y es casi natural que estén mezclados. Porque las familias están bastante cruzadas. Ahora estamos participando de una reunión binacional junto con el Incaa para pensar temáticas y acuerdos de producción. La idea es fomentar un cine binacional. Tenemos muchas historias que contar.
–Muchas veces hay que esperar que los reconozcan de afuera...
–Los reconocimientos pueden servir para seguir produciendo. Ahora vamos a presentar la película en el Festival de Valdivia, en Chile. Llevaremos la película a Buenos Aires, probablemente al Malba o el Tita Merello, antes de mediados de año. Vamos a mandarla a algunos festivales europeos. Al realizarla, tratamos de ser lo más criteriosos posible en cada rubro: en fotografía, en sonido, en los actores, que son personas comunes y corrientes que se presentaron al casting. Creo que puede ser criticada o elogiada, pero lo importante es que es nuestra.
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