ESPECTáCULOS
• SUBNOTA › LA HISTORIA DETRAS DEL RODAJE DE “BONIFACIO”, LA PELICULA DEL PUEBLO
Todos pudieron ser protagonistas
Cuando comenzó a pensar la película, Magallanes convocó caras y no actores. Y es por eso que el día del estreno, el hall del cine parecía más una fiesta de cumpleaños, un encuentro social antes que una première. Ahí estaba Andrés Fernández, un profesor de teatro que fue ex combatiente de Malvinas y que además debutó con una chica kelper en plena guerra. Y también estaban aquellos que reconocieron en la pantalla sus propias pertenencias, las que prestaron para el film. También estaba la única actriz, “la china”, Cristina Carrasco Catalán. Y Juan Antonio Zapicco, retirado del Correo después de 32 años. Y el empleado que pidió un franco para hacer el “bolo”. También estuvo quien hizo de doctor, Alfredo Steimberg, un vendedor de libros que casi se separa de su mujer durante el rodaje. O Hugo Giménez Agüero, conocido cantante sureño que hizo de cocinero. O el personaje más logrado, “El chileno” Quintero, padre de Bonifacio, cuyo nombre real es Carlos Pedraza, militante de izquierda que participó del Puntarenazo contra Pinochet en 1984, que fue torturado y se exilió en la Argentina. Pedraza actuó junto al militar Ramón Romero, que fue con su familia al estreno en donde hizo “El grandote”. La coincidencia es curiosa: nuevamente fue un militar quien se encargó de “asustar” al chileno Pedraza. Aunque, claro, esta vez fue pura, inocente, ficción, para alivio de todos.
Bonifacio es una historia real, basada en un cuento de Héctor Fadul. Una mezcla de film de suspenso, con viñetas criollas, paisajes patagónicos y un policial de final abierto. El guión es complejo y por momentos el hilo argumental pareciera perderse. Bonifacio es uno de sus protagonistas, un joven y ex peón de estancia quien asesinó a su compadre en una riña con alto contenido alcohólico. Pero detrás de ese asesinato hay otra historia ligada a las creencias del lugar. Todo parece haber comenzado cuando “El chileno” vio al personaje conocido como “El Grandote”, primer dueño de La Porfía. “Su sonrisa no era buena”, dirá “El chileno” en el film. Bonifacio suele conversar con las ánimas, tal como lo hace con la de “El Grandote”. La historia se la cuenta Don Juan (Pedraza) al Doctor (Steimberg), nuevo dueño de la Estancia. El Doctor –un hombre ajeno a las creencias que habitualmente profesa la gente del campo– resultó el elegido para escuchar esas ánimas. Habrá también un amuleto que será clave en el desarrollo de los hechos. En la extraña frontera que separa los hechos sangrientos de la superstición, el Doctor intentará saber la verdad. Pero hay más preguntas sobre la historia real de este y otros seis asesinados reales que envuelven a La Porfía ¿Por qué hubo allí tantos muertos? ¿Vive todavía Bonifacio? ¿Dónde está y a qué se dedica? ¿Se habrá enterado que hicieron una película en su nombre? Probablemente se entere pronto.
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