Crecieron como esas ideas que irrumpen de a poco y se convierten en imparables. Tomaron la pantalla por asalto, sin avisarle a nadie que venían. En las primeras ediciones, Los simuladores eran apenas conocidos por un puñado de seguidores, pero sus historias fueron pasando de boca en boca por la ciudad, como una de esas anécdotas que se cuentan en la calle. Aquellas historias de salvatajes impensados, de viveza criolla sin errores, de complicidad de sus clientes para participar de los nuevos episodios, volverán a tener lugar desde hoy a las 22 por Telefé. “Los simuladores”, bajo la dirección de Damián Szifrón, volverán a lo suyo para dejarle la pantalla caliente a Ser Urbano, el programa que conduce Gastón Pauls.
Quienes vieron la tira el año pasado, sabrán que ellos funcionan como un cuerpo humano: Federico D’Elía como Mario Santos (encargado de logística y planeamiento) es el cráneo o la cabeza del equipo, Diego Peretti como Emilio Ravenna (caracterizaciones) pone el cuerpo para lo que sea, Alejandro Fiore en el papel de Pablo Lampone (técnica y movilidad) es la piel capaz de mutar para conseguir lo necesario y Martín Seefeld como Gabriel Medina (investigación) es el corazón, cursi y sensiblero, pero efectivo. Ellos volverán a poner su inteligencia y sus operaciones de simulacro para resolver los angustiantes problemas que enfrentan sus clientes. “No somos Brigada A ni el Chapulín Colorado, ni Misión Imposible ni el Superagente 86 ni una de Clint Eastwood, pero tenemos algo de todos ellos, más una vuelta de tuerca propia”, define Szifrón en diálogo con Página/12.
Después de un año de virtual ostracismo, los actores –como el programa– también van a crecer en cantidad de trabajo e infraestructura. Por eso tendrán una “Brigada B” (compuesta por Jorge D’Elía –padre de Federico D’Elía–, Pasta Diogardi, Juan Carlos Ricci y Fernando Sureda) que ayudará a resolver casos más chicos, mientras que ellos se han hecho demasiado famosos en la ciudad como para resolver todos los problemas. “La Brigada B es un chiste interno: los tipos no dan abasto con tanto laburo, y tuvieron que delegar la tarea, pero nunca termina del todo bien”, cuenta Federico D’Elía. Es como El Quijote segunda parte: sus personajes saben que son famosos y se les hace más difícil trabajar. Es igual en la ficción que en la realidad.
El programa, junto con Tumberos, es una referencia obligada de la temporada pasada. Se alzó con nominaciones a los próximos Martín Fierro, con posibilidades de obtener el Oro. Cuenta con una mayor producción –que le permitió viajar por Bariloche, Cataratas del Iguazú y Zárate– y tendrán un quinto simulador, el perro Betún. De los trece capítulos programados, el ciclo ya tiene casi terminados siete, y los otros seis encaminados. Por momentos, pareciera que Szifrón está filmando, con cada capítulo, una película. Y justamente eso –una película– estrenará el próximo 17 de julio: El fondo del mar, que ya presentó en el Festival de Cine de Mar del Plata.
El primer capítulo del año esbozará las características de la trama general. “Los simuladores” no son ajenos al medio donde se desenvuelven: la falta de respuesta de una medicina prepaga que deja a un cliente en una situación crítica. La segunda entrega será sobre los hombres golpeadores y la tercera, una historia de “salvación” de una pareja que parece destinada al divorcio. Pero habrá una sorpresa: una vieja víctima del año pasado volverá a buscar las cuatro cabezas de “Los simuladores”. Además, los protagonistas tendrán que salvar los errores de la Brigada B. El programa funciona igual que en la vida real: los cuatro actores principales y el director son una especie de cooperativa que se reparte las ganancias del programa. De los cuatro actores, Peretti es el único que participa de laconstrucción de las historias, junto al equipo de guionistas. “Los simuladores” saben que esta vez arrancarán en primera.