ESPECTáCULOS
› ENCUENTRO DE MUSICOS PATAGONICOS EN GENERAL ROCA
“Dejemos de pedir permiso al norte”
Luisa Calcumil y un grupo de artistas de la ciudad rionegrina pusieron en marcha un Movimiento por la Identidad, que reúne en el canto y el baile a músicos de los parajes más lejanos.
› Por Karina Micheletto
En la Argentina hay contradicciones naturalizadas. Como la de una ciudad patagónica con un gran porcentaje de población descendiente de mapuches que se llama General Roca, al igual que su avenida principal. La actriz y cantora Luisa Calcumil prefiere llamar a este lugar en el que vive “Fische Menuco” o “Pantano frío”, y espera que alguna vez vuelva a llamarse así oficialmente. Mientras tanto, junto con Sergio Herrera, un locutor y cantante de la ciudad, que lleva adelante el programa radial “Mateando con tiempo” desde hace dieciocho años, por LU18, y un grupo de artistas de la ciudad, pusieron en marcha un Movimiento por la Identidad. Fruto de ese movimiento, desde el año pasado se realizan los encuentros “Mateando con tiempo de canto y baile”, en los que artistas de los parajes más lejanos, de puestos de campo abierto o de plena cordillera, se acercan a la ciudad a compartir su música y proponer la fiesta del baile. El sábado pasado más de mil personas llenaron cada rincón del gran salón de actos de la escuela 32 en el octavo de esos encuentros.
“Acá hacemos música patagónica, con los sonidos que se escuchan en el campo”, señala el neuquino Pancho Villamán, uno de los artistas que subieron al escenario. “Si suena un valsesito es cordillerano, y se baila diferente, bien saltadito. Si se hace un chamamé no va a ser igual al que se escucha en el Litoral. Lo mismo pasa con las rancheras o las milongas”, advierte el músico. Y eso es lo que se escuchó hasta bien entrada la madrugada, seguido por una pista de baile siempre llena. Junto a Villamán estuvieron Saúl Huenchul, un músico del interior de la provincia de La Pampa que lleva treinta y dos trabajos independientes editados; Los Rancheros del Sur de Cerro Policía, un paraje de Río Negro; el acordeonista Osvaldo Tom de Centenario, Neuquen; Ricardo Pino de Quilcol, Neuquén, y Luisa Calcumil. Además, el actor y titiritero Rafael Teixido interpretó su personaje de “Secundino Hilarión”, un viejo paisano pícaro y algo mentiroso, que maneja todos los oficios camperos posibles. Y en la presentación, un cuadro especial interpretado por nietos y abuelos simbolizó la intención de reunir a todas las generaciones.
“Esta es una fiesta de la identidad. Tratamos de recuperar el concepto de celebración, que tiene que ver con la comunicación de todas las generaciones”, explica Calcumil. “Muchos de los que vienen acá son paisanos mapuches, que llegaron del campo a buscar un futuro mejor a la ciudad. Venimos a orillar las ciudades, quedamos en los cordones más humildes, y lo más tremendo es que en ese proceso quedan acalladas pautas culturales que antes mantenían nuestra dignidad. Por eso esta fiesta se puede hacer cada dos meses, porque es una necesidad”, agrega la actriz de Gerónima y La nave de los locos. En el repertorio de Calcumil, quien cantó acompañada por su hijo Matías García en percusión, Alejandro Brittes en acordeón, Claudio Maica y Maximiliano Leiva en guitarras, hay cuecas, rancheras, milongas, valsesitos y hasta un corrido, todos de su autoría, con letras que reflejan la realidad de los patagónicos más humildes. Como la milonga “Mujer argentina”, que habla de “mujeres haciendo fuerza de hombres, reemplazando a la máquina barredora” o el tema “Musiquero al Sur”, un reconocimiento a los músicos sureños camperos. “A los mapuches siempre nos pintaron con el color del silencio y el dolor, y eso está muy alejado de la realidad. Es verdad que somos muy tímidos, de tanto olvido heredado. Pero en encuentros como éste compartimos la alegría del canto y el baile, y es maravilloso”, destacó Calcumil durante su presentación.
En cada encuentro, un artesano de la zona expone sus trabajos. Esta vez, Margarita y Rosita Ñancupé, de Cipoletti, mostraron sus telares mapuches. Para Herrera, el principal impulsor de la propuesta, el encuentro tiene la intención de completar el mapa musical del país, rescatando laespecificidad de la cultura patagónica. “Tenemos que dejar de pedir permiso al norte. No ser más entenados y pasar a formar parte de la familia musical argentina”, resalta el organizador. En muchos de los encuentros, fue el propio Herrera quien se acercó hasta parajes como Mallín Ahogado o Chacaico Seco, en plena cordillera, para invitar a los músicos de la región a sumarse al proyecto. “Además de generarles una posibilidad de trabajo, queremos que cada uno de los artistas que tocan en este escenario sea un delegado del proyecto en su zona, que vuelva a su casa, lo difunda y sume más gente”, agrega. La idea es simple: cantar, bailar, generar un espacio de encuentro y diversión de raíz popular diferente al que proponen, por ejemplo, las bailantas. En eso están los roquenses, y a juzgar por la cantidad de gente que sigue al movimiento, hay música para rato.