Jue 29.05.2003

ESPECTáCULOS  › DENZEL WASHINGTON, DE DIRECTOR

La redención y el orgullo

› Por Martín Pérez

“¿De dónde vengo? De abajo de una piedra.” Eso es lo que le responde el irascible y degradado recluta Antwone Fisher al psiquiatra militar. Con el lo ha enviado su superior, esperando una evaluación que le permita pedir su baja de la Marina de los Estados Unidos. Pero el comprensivo aunque estricto psiquiatra es nada menos que Denzel Washington, director de este drama con un sólido orgullo racial. Una historia de la vida real, que delata que Fisher no salió de debajo de una roca, sino que era guardia de seguridad en Sony Pictures hasta que su historia llamó la atención de un productor llamado Todd Black.
La espera de una década que soportó el guión de Antwone –basado en su propia historia– hasta alcanzar su realización no es nada al recorrer la vida de un joven abandonado por sus padres, y criado por una feroz madre adoptiva. Todo un canto a las frases más sencillas de superación personal, subrayando el hecho de que cada uno es responsable de su destino, El triunfo del espíritu es un melodrama clásico, que se toma dos horas para recorrer desde un punto de inflexión la vida de su protagonista, hacia atrás y hacia adelante. Ese punto de inflexión es el comienzo del film, con el peleador Antwone enviado a hacer una terapia contra el enojo con un psiquiatra militar. Este lo ayudará a desatar los nudos de un pasado que, de no ser desatados, lo condenarán de por vida.
Plagado de aaahs y ooohs, El triunfo... es un film capaz de sentimentalizar hasta la escena más nimia, cada una de ellas filmada –eso sí– con un extremo clasicismo, y sostenidas por el trabajo actoral de su pareja protagonista, los jóvenes Derek Luke (Antwone) y Joy Bryant (su novia Cheryl). Cada avance de Antwone se detiene siempre ante un nuevo recuerdo humillante, y su puntilloso devenir extiende la duración de un film cuya historia, sin embargo, tal vez merecería toda una miniserie que permitiera no barrer tantos cabos sueltos debajo de la alfombra. El director debutante Denzel Washington construye una historia de orgullosa redención, tan orgullosa que deja de lado a todos los que no se pudieron hacer dueños de su destino. Algo que sí alcanza a hacer su protagonista, un imposible rey negro que condena a los vencidos por el sistema, aunque supo ser rescatado de la calle justo a tiempo por el Ejército estadounidense, tan dispuesto a hacer lo mismo con sus propios vencidos.

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