ESPECTáCULOS › EDDA DIAZ HABLA SOBRE “CARTONEDDA”, SU NUEVO ESPECTACULO
El humor también protege y abriga
La actriz tucumana señala que su unipersonal se nutre de la realidad cotidiana, y dirige sus ironías al mundo de la política y la tv.
Por Hilda Cabrera
“Soy una persona muy protegida. Al principio no entendía esa reacción de la gente, pero después me di cuenta. A mí también me pasa que cuando alguien me hace reír, tengo ganas de protegerlo. Eso debe estar sucediendo conmigo.” La actriz tucumana Edda Díaz, pionera del café-concert de los años ‘60, cree que proporcionar alegría se convierte en un don tan valioso que nadie quiere perder a quien la ofrece. Quizá por ello se siente “abrigada” por los otros. El humor la ayudó a superar los dolores y asperezas de la vida y a idear textos que ella misma llevó al escenario. La lista de títulos es larga, pero recuerda a Orgullosamente humilde y Las Eddas y los otros. “Hace tiempo que digo disparates”, bromea en la entrevista con Página/12. Su nueva creación es Cartonedda, espectáculo que viene ofreciendo en la Terraza Teatro Café del Paseo La Plaza (de Av. Corrientes 1660) los sábados a las 22.30. Sus ironías van dirigidas esta vez al mundo de la política y de la televisión. María Rita Figueiras colaboró en el guión y Lorena Ma-ggi es su asistente técnica. Como ha recurrido a técnicas del clown, convocó al destacado Toto Castiñeiras para que la asesorara. La escenografía y el vestuario fueron diseñados por Salvador Macará, que ha colocado como telón de fondo un collage que alude a una “argentinidad” maltrecha, y la música es obra de Alberto Quercia Lagos. Hace tiempo presentó Yo quiero ser una chica Menem y ahora pretende mostrar algo “más optimista”.
Sus numerosas giras por provincias le han permitido difundir sus textos en forma directa. Cuenta que participó de los festivales de humor que periódicamente organiza el dramaturgo y director teatral Hugo Luis Saccoccia en Zapala. La convocatoria del autor de Pioneros y Modelos de madre para recortar y armar la acercó a otras ciudades del sur y realizó funciones en San Martín de los Andes y Junín de los Andes. Siempre activa, concretó trabajos en lugares más cercanos, y madrugando: se levantaba a las 4 de la mañana para dirigirse en colectivo a Radio Sur, de Quilmes. “No soy miedosa –aclara– y estaba en plan de investigación. En esos viajes, que hice durante tres meses seguidos, me pasaban cosas curiosas. Por ejemplo, que el colectivero se negara a que pagara el boleto, y en cambio discutía si una obrera le pedía viajar gratis porque no tenía dinero.” El archivo expiatorio, un sketch de su autoría, es un nombre apropiado para circunstancias tan absurdas como ésa. “El humor me cuida —concluye–. Me puedo poner las máscaras de los otros y criticar desde allí sin que se atrevan a dañarme realmente. Puedo ser también trágica si lo quisiera, como un Charles Chaplin, el cómico de los pies más tristes.”
Cuando en Cartonedda se propone hablar de violencia, recurre a Shakespeare, “porque es el primero que instala e ilumina la violencia en la escena”. La que aparece en su unipersonal no es gratuita, ya que “mi espectáculo se alimenta de una realidad en la que hay tantos pobres que es imposible esconderlos, como hubiera propuesto la Susanita de Quino. No se los puede disimular, incluso porque los pobres han empezado a poner por delante la propia insolencia”. El título de este nuevo trabajo no sólo ironiza sobre figuras públicas, sino que “sublima” además algunos temores, como el de “elegir quedarse en un país en el que todos somos un poco cartoneros”. Nacida en un pequeño pueblo de Tafí Viejo, Díaz no olvida a los segregados y agredidos. “Cuando en televisión aparece un anciano es para agredirlo, a veces con alguna sutileza, como en los cortos publicitarios.” Esto no significa que la actriz rechace la televisión en bloque. Fue convocada a participar del elenco de “Resistiré” en calidad de estrella invitada, y eso la entusiasma. “Los directores jóvenes están descubriéndonos en los castings”, comenta, adelantando otra tarea suya en la película Las mantenidas del sueño, con guión de la actriz Vera Fogwill. En teatro dice preferir lo austero, como en Cartonedda: “Pocos adornos. Un telón pintado, una especie de collage donde se ve un escudo con unas manos sosteniendo una sopapa y el gorro frigio convertido en condón”. Ha intentado aquí asemejarse por momentos a un clown, pero por ahora sin introducir la acrobacia. Una técnica que, anticipa, desarrollará en otra puesta. “La nariz roja funciona en mi caso como una máscara –apunta–. Puedo hablar con más libertad y en falsete. Sé que como todo clown, puedo recibir alguna cachetada, pero no me importa.” Edda sabe que en esta tarea de “poner el cuerpo” siempre algo pasa. Puede sufrir un desplante, o bien oír que en la platea alguien hace en voz alta una observación desagradable. Pero ella –dice– ignora “olímpicamente” esas interrupciones: “Mi misión es ofrecer al público un buen espectáculo y con alegría”.
El hecho de que sus dos hijos residan en España y tenga amigos en otras ciudades del mundo le permite salir periódicamente de la Argentina, y generalmente con un proyecto artístico. Escribe desde siempre y acostumbra grabar sus sketches: “Esto me ayuda a sintetizar: Puedo pasar de siete carillas a una y media, y dar tiempo a que en escena aparezca el repentismo –refiere–. Mi deseo es acercarme a la esencia de cada uno de los personajes que menciono. Me gustan sobre todo los cínicos simpáticos. Ese tipo de gente es la que más me inspira. Me causan gracia sus esfuerzos para mostrar lo que no son, y todavía más cuando tratan de infundir temor o fabricar mentiras y acechanzas”.