Transcurrieron más de cinco años desde que la angustia por el inevitable final de “Seinfeld” se apoderó de los millones de fanáticos del mundo entero, pero su gracia sigue intacta, imborrable. No sólo por las repeticiones de viejos capítulos que Sony emite desde hace un tiempo y aún hoy continúan (lunes a viernes a las 23) sino fundamental y simplemente porque “Seinfeld” fue la mejor comedia que dio la televisión estadounidense a lo largo de su historia. Los cinco premios Emmy consecutivos como mejor comedia que obtuvo a lo largo de sus nueve años de historia son sólo una muestra del éxito de una sitcom (comedia de situaciones) que jugó a reírse de cualquier tema sin pudor, pretensiones moralizantes o mensajes edificadores. Sólo un programa de humor, nada más y nada menos que eso. Para quienes aún añoran las aventuras de Jerry Seinfeld & Co. y para todos aquellos que nunca se regalaron 22 minutos de alegría incontenible, Sony programó para todos los fines de semana de septiembre un maratón que contendrá los episodios que completan las nueve temporadas de la serie. La programación especial, que comenzará hoy, se podrá disfrutar todos los sábados y domingos del mes –hasta el 5 de octubre inclusive–, de 14 a 23.
Serán 18 capítulos por día, 36 por fin de semana y 178 al finalizar el mes. Programados en orden cronológico, los televidentes tendrán el privilegio de tener compactados en cinco fines de semana todos los capítulos de “Seinfeld” alguna vez grabados. El maratón comenzará esta tarde con el capítulo piloto de la serie, que la cadena estadounidense NBC estrenó en EE.UU. el 5 de julio de 1989, y que bajo el nombre de “Crónicas de Seinfeld” aún no contaba con la presencia de la actriz Julia Louis-Dreyfus, quien en la ficción interpreta a la ex novia de Jerry. La idea de hacer la serie le había surgido al mismo Jerry Seinfeld y a Larry David, quienes charlando informalmente sobre sus trabajos –eran incipientes humoristas– se dieron cuenta de que sus conversaciones podían inspirar el guión de una entretenida sitcom. No se equivocaron.
La trama de “Seinfeld” no es muy compleja: narra la vida y las relaciones de un grupo de amigos neoyorquinos que, pese a estar cercanos a los cuarenta años, bien pueden considerarse eternos adolescentes, actitudes infantiles mediante. Jerry Seinfeld hace de él mismo, y así es un cómico profesional de relativo éxito que le aporta al grupo de amigos una pizca de sensatez, a veces relegada por sus constantes fobias (la limpieza es una de ellas). El actor Jason Greenspan interpreta a George Costanza, el mejor amigo de Jerry. Petiso, pelado y avaro, George es un obsesivo y maniático mentiroso cuya misión en el mundo parece limitarse a conseguir una pareja, pero al que sus conflictos internos lo colocan siempre en ridículas situaciones que alteran su aparente equilibrio emocional. En tanto, Elaine Benes (Louis-Dreyfus) interpreta a una ex novia de Jerry y actual amiga, que disimula sus neurosis bajo un bello cuerpo, capaz de seducir a cualquier tipo de hombre. Por último está Cosmo Kramer (Michael Richards), el extravagante vecino de Jerry, del que se sabe poco, pero que divierte mucho. Todos son egocéntricos, infantiles, hirientes y egoístas. En conjunto, muy graciosos.
Mal definida alguna vez como una comedia que habla “sobre la nada”, “Seinfeld” es justamente lo contrario: habla sobre todo y de manera descarada. En todo caso, si “la nada” significa que en la serie no se producen grandes hechos (no hay embarazos, bodas ni hijos), la virtud de “Seinfeld” descansa en que trata todos los temas, a través de sencillas y cotidianas experiencias. De lo contrario, que alguien lo explique: ¿cómo es posible que un programa que habla “sobre la nada” mantenga altos índices de audiencia durante nueve temporadas ininterrumpidas, se haya alzado en cinco oportunidades consecutivas con el Emmy a mejor comedia, y le haya reportado a la NBC ganancias totales de aproximadamente mil millones de dólares? La pregunta encuentra una inmediata respuesta al momento en que un episodio de “Seinfeld” comienza a rodar.