ESPECTáCULOS
› CASTAGNINO FUE EXPULSADO DE LA ESCUELA DE LA CARCOVA EN 1934
Una secuela de persecuciones
La investigación muestra que durante la década del treinta en la Escuela De la Cárcova hubo persecuciones, vigilancia y discriminación. Detalles de la expulsión de Castagnino.
Por Alfredo Benavídez Bedoya*
En la Escuela de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova, en el año 1934 y según atestiguan actas de puño y letra de los protagonistas, hubo problemas con judíos y con comunistas.
Ocurre que el rector don Alfredo Guido (autor de los antiguos y magníficos murales decorativos del subte y muy valorado por la izquierda muralista) tuvo que convocar a una reunión en su despacho, luego de que el Centro de Estudiantes tuviera una asamblea tumultuosa. En esa reunión se volvieron a enfrentar dos sectores del alumnado: el biempensante representado por Domingo Mazzone y el malpensante, protagonizado por J. C. Castagnino. (Lo de bien o malpensante tiene que ver solamente con los resultados.)
En la asamblea el conflicto se desató cuando Castagnino propuso incorporar el Centro de Estudiantes a la Federación de Estudiantes Plásticos, a lo que Mazzone se opuso por considerarlo improcedente “dado que esa Federación estaba considerada ilícita por la policía por su política extremista, y que algunos de sus miembros habían sido detenidos, y uno de ellos obligado a huir a Montevideo”.
Según las actas, estos dichos llevaron a que se debatiera sobre el alumno que el año anterior (1933) había sido expulsado por “sus actividades antinacionalistas y extremistas”. Aprovechando ese momento, el alumno Castagnino le dijo al Sr. Rector que él “conocía sus ideas político-sociales y no había dispuesto medidas disciplinarias por considerarlo (a Castagnino) un valor plástico”. Afirmaciones desmentidas en la cara del alumno por el propio rector, en forma inmediata y en la citada reunión, lo cual nos demuestra que el cortocircuito “judíos y comunistas” ya era definitivo.
Y por si esto fuera poco, la ruptura estaba asegurada porque Alfredo Guido sabía que en la asamblea Castagnino había hecho denuncias sobre “política religiosa” (año 1934, cuando Hitler no era aún una gran amenaza), al afirmar que “ciertos profesores de la casa, de determinada posición aristocrática, influyeran sobre las determinaciones en los exámenes de los candidatos a alumnos de ascendencia semita, y acusó dando su nombre a un profesor”: yo creo que fue a Alfredo Guido.
Lo curioso de todo esto es cómo a Castagnino lo abandonan todos y el primero su lugarteniente Juan Ugarte (alumno peruano), el cual dice: “Que reconoce su error cometido, y que lamenta en verdad haberse extralimitado en un momento de confusión, y que reconoce además que no era justa la acusación de que en la escuela se hiciere antisemitismo”. Cosa que ya estaba oficialmente probada dado que el Sr. Rector había anteriormente dicho que “esas imputaciones eran absolutamente gratuitas y de mala fe, cosa que bien lo podía comprobar el alumnado, al ver el número de estudiantes de ascendencia semita matriculados este año, el trato que se les da, sin distinciones de ninguna especie con el resto del alumnado, y además (insiste Guido), como caso particular, la dedicación especial que se ha tenido para con un alumno escultor y grabador incorporado este año, en todo momento, dentro y fuera de la Escuela”, ese sería el amigo judío de Alfredo Guido: el magnífico grabador Mauricio Lasansky, el cual luego se radicó en EE.UU.
Todo se potencia cuando Castagnino habla y dice que “el antisemitismo era practicado en casi todos los establecimientos oficiales, y que si en esta Escuela todavía no se practicaba, no era de extrañar que por orden superior ministerial se impusiera practicarlo”. La reacción del rector fue rápida y negó todo lo dicho por el alumno.
Luego de esto siguen abandonando todos a Castagnino, el cual manifiesta que “si bien se le pueden prohibir en el seno de la Escuela desarrollar sus ideas político-sociales, se cree en pleno derecho de seguircombatiendo contra el fascismo, formar parte de la Federación de Estudiantes Plásticos y defender sus principios sobre política y organización estudiantil”, pero claro, para ese entonces ya está solo, sus compañeros y compañeras aborrecen por escrito de “todo aquello que vaya en contra de la buena armonía del alumnado y que trate de provocar luchas de ideas sociales, de clase y hasta religioso-raciales”. De nada sirve que Castagnino se niegue a firmar el acta, puesto que al dejar asentado esto también se anticipa el final: “El Sr. Castagnino se negó a firmar, procediendo asimismo en forma incorrecta e irrespetuosa con el Señor Rector, dando motivo a que se le invitara a retirarse del establecimiento en calidad de suspendido, sin perjuicio de que se pasaran los antecedentes del caso a una reunión de profesores, que se citará en su oportunidad...”
Entre los antecedentes del caso que se van a agregar merece resaltarse que la Rectoría de la Escuela se dirige a la Mutual de Estudiantes de Bellas Artes para pedirle información sobre Castagnino y sus actividades militantes, que la Comisión Directiva de la misma, en sesión secreta, confirma que el alumno quiso afiliar el Centro de Estudiantes a la Federación. También merecen resaltarse los dichos del secretario de la Escuela cuando certifica que “el año anterior, el Sr. Castagnino, burlando la vigilancia y aprovechando la libertad otorgada a los alumnos para entradas y salidas, introdujo en la misma un grupo de elementos extraños al establecimiento con el fin de realizar una reunión de finalidades no bien precisadas”. Agrega el secretario que “a pesar de su vigilancia activa, se produjeron hechos que si bien no eran de suma importancia, demostraban que en forma disimulada y con sutileza se alteraba el orden interno y la armonía entre el alumnado queriendo llevar al seno de los mismos luchas y debates de carácter político-social”. Por último, el funcionario sugiere que de resultas de estas actividades se terminaron encontrando “volantes subversivos poco antes de la llegada de las autoridades nacionales”.
Las autoridades nacionales contra las que Castagnino volanteó “panfletos subversivos” eran el presidente de facto general Agustín P. Justo y sus ministros, cuando fueron a visitar la exposición de fin de año de los alumnos de la Cárcova.
En la reunión de profesores del 1º de julio de 1934, éstos separan definitivamente de la institución al alumno J. C. Castagnino y firman el acta: Alfredo Guido, José Fioravanti, Soto Acebal, Emilio Centurión.
Hay en todo esto grandes coincidencias. Luis Angel Guido fue el arquitecto del Monumento a la Bandera, era hermano de Alfredo Guido y padre de la escritora Beatriz Guido. José Fioravanti fue uno de los escultores del Monumento a la Bandera; el otro fue Bigatti. Monumento que reemplazaría al proyectado pero nunca concretado por Lola Mora, cuya Fuente de las Nereidas terminó emplazada justo enfrente de la Escuela Superior Ernesto de la Cárcova.
El rector Alfredo Guido, años antes, pinta el retrato del coleccionista rosarino J. B. Castagnino, que era pariente lejano del expulsado Juan Carlos Castagnino. Antonio Berni, quien formó parte del grupo Nexus junto a Angel y Alfredo Guido, vuelve de Europa en el año 1929 y crea la Mutual de Estudiantes y Artistas en Rosario, modelo de la otra Mutual de Estudiantes donde Castagnino propuso incorporar el Centro de Estudiantes de la Cárcova. Grandes coincidencias como la que el alumno Domingo Mazzone, representante del sector biem pensante, fuera más tarde el rector de la Escuela Prilidiano Pueyrredón durante la dictadura militar, y otras más grandes disidencias como la que llevó al alumno Roberto Castagna de la inicial actitud revolucionaria que compartía con Castagnino, hasta trabajar en la misma Escuela De la Cárcova como profesor, bajo la tutela del eterno Alfredo Guido, el cual fue rector de la Escuela Superior durante 23 años, hasta que la Revolución Libertadora, que tanto gustaba asu sobrina Beatriz Guido, lo depuso. Y hay acá una enorme disidencia familiar a juzgar por los encendidos discursos peronistas que el Sr. Rector escribía en el Libro de Actas.
Pero creo que la más grande de las coincidencias está en el neocolonial hispano criollo que profesaban Correa Morales, Rogelio Yrurtia (casado con una Correa Morales), Angel Guido, su hermano Alfredo y tantos otros, que de tan hispanos y criollos y neocoloniales que eran, odiaban el sensualismo rococó de Lola Mora, tanto como ofrecer la Escuela Superior para la formación artística de los alumnos judíos.
* Director del Posgrado en Artes Visuales “Ernesto de la Cárcova”, del IUNA.