ESPECTáCULOS › FESTIVAL EL NUEVO POP, EN EL ESTADIO OBRAS
¿Qué hay de nuevo, viejo?
Miranda!, Adicta, Estelares y Los Látigos, entre otros, reivindicaron la cultura pop frente a la hegemonía del rock barrial.
Por Roque Casciero
Dan ganas de recurrir a la muletilla del conejo Bugs Bunny (“¿Qué hay de nuevo, viejo?”) cada vez que un festival es promovido como la gran novedad y termina presentando artistas que no son nuevos ni por su trayectoria prolongada ni porque sus propuestas sean altamente originales. Eso sucedió con El Nuevo Pop, que se suponía la consagración en un estadio para bandas de electropop como Miranda! y Adicta, y la posibilidad de mostrarse ante más público que el habitual para el resto. Pero ninguna de las dos premisas llegaron a cumplirse del todo, porque Obras quedó demasiado grande. Y llama la atención, ya que los Miranda! solos suelen convocar más personas que las 1500 que los vieron el sábado pasado. Sin embargo, el festival funcionó como un muestrario (incompleto, pero interesante y heterogéneo) de esa generación de artistas pop que intenta meter sus sonidos en un panorama dominado por el rock barrial, casi hegemónico en cuanto a popularidad desde la separación de Soda Stereo.
Se hace inevitable mencionar a Soda cada vez que se habla de la renovación del pop: no hay banda o solista (incluido el propio Gustavo Cerati) que haya conseguido una respuesta siquiera de un tercio del calibre de la sodamanía de los ‘80 y ‘90. Otro de los referentes claros para la generación de artistas de El Nuevo Pop es Virus. Sergio Pángaro & Baccarat y Estelares entregaron en Obras los covers que grabaron para el flamante Tomo lo que encuentro, un disco de versiones de los Moura y compañía a cargo de bandas de La Plata. Y no resulta complicado encontrar indicadores virósicos en el ADN de Los Látigos (producidos por Daniel Melero, otro prócer electropop), Adicta y Miranda! Pero las cifras de público no dan para pensar en un cambio de guardia. ¿Será que el ambiente hostil no las deja avanzar? ¿O que las condiciones cambiaron y se hace más difícil instalar a un artista pop en el imaginario popular?
El festival comenzó con un divertido show de Sergio Pángaro & Baccarat, en el que el cantante soltó su graciosa verborragia entre las canciones y le mostró a un público ajeno las virtudes de su dandismo lounge. Pángaro canta muy bien y su orquesta pre rock’n’roll complementa justo su concepto entre serio e irónico, pero sostenido en las buenas canciones. El mismo basamento tiene Estelares, la banda más rockera de las que tocaron en El Nuevo Pop: las letras de Manuel Moretti y el buen gusto de la guitarra de Víctor Bertramoni siempre fueron elogiados, aunque al cuarteto platense le costó tres discos empezar a llegar al público porteño.
Fue extraña la transición de la potencia rockera de Estelares al trip hop etéreo de Proyecto Verona. El grupo liderado por Verónica Verdier aplacó los ánimos con una propuesta que por momentos recuerda demasiado a Portishead. Cuando la cantante no toma prestados los recursos vocales de Beth Gibbons, la banda gana en personalidad. La electricidad volvió a Obras con Los Látigos, que en esta etapa suenan (y parecen) una mezcla de los New York Dolls y el David Bowie de Ziggy Stardust con New Order. Para cuando Adicta salió a escena el campo de Obras estaba a la mitad de su capacidad (que fue lo máximo en la noche), pero la respuesta del público se hizo escuchar: ese pop marchoso, con secuencias que invitan a moverse, era lo que la gente había ido a buscar. Toto, el cantante, concentra las miradas con sus movimientos estilizados, aunque la afinación no lo acompañe todo el tiempo. Diferente es el caso de Alejandro Sergi, vocalista de Miranda!: hasta el más recalcitrante de los detractores de la banda debe admitir que no pifia una nota. El pop electrónico del quinteto remite muchísimo a los más sintéticos ‘80 (¿retro pop?), concepto que cierra con las vestimentas de sus integrantes (todos de plateado), con las voces a la Prince y hasta con el cover del final (I Touch Myself, de los Divinyls). Lo cierto es que, por una vez, en el campo de Obras no hubo bengalas ni banderas, aunque sí un corazón de cartulina rosa que le prometía amor a Lolo, guitarrista de Miranda!, y muchas cabezas adolescentes con peinados de Roho. Es que el pop –nuevo o no tanto– también existe.