ESPECTáCULOS › LOS INCREIBLES, LA NUEVA CREACION DE PIXAR
¿Qué sería del mundo si se acabaran los superhéroes?
La película de Brad Bird es un hallazgo narrativo y visual. Tal vez sea el primer gran film de acción para preadolescentes.
Por Martín Pérez
“No importa cuántas veces salves el mundo, siempre vuelve a ponerse en peligro”, razonaba el mismísimo Sr. Increíble en sus años mozos. Y, acto seguido rezongaba: “A veces me siento como una criada: acabo de limpiar este lugar, ¿no podrían mantenerlo limpio por unos diez minutos?”. Pero, en realidad, el Sr. Increíble no se estaba quejando de su trabajo. Porque ser un héroe y salvar al mundo era lo que más le gustaba hacer: era capaz de tomar un árbol en brazos para bajar de él a un pobre gatito, como para dejarlo caer ante un auto lleno de bandidos, cortándoles la retirada. Pero si semejante relato tiene sus verbos en pasado, es porque eso sucedía antes. ¿Antes de qué? Antes de que quienes fueron salvados comenzasen a quejarse y a hacer juicio contra quienes los salvaron, y entonces un mundo lleno de peligros y superhéroes capaces de salvarlo de esos peligros dejó paso a un mundo en el que los superhéroes siguen siendo súper, pero ya no son héroes. No son nadie. Se han escondido de la mirada de la gente. Y tratan de sobrevivir detrás de un escritorio. De eso habla la nueva película de los autores de Toy Story y de Buscando a Nemo, justamente. De lo difícil que es dejar de ser un superhéroe.
En su camino a crecer como estudio cinematográfico, con Los Increíbles la gente de Pixar (que alguna vez fue un pequeño estudio de San Francisco cuyas películas eran distribuidas por Disney y hoy es un gigante del medio por derecho propio, aun cuando sólo ha realizado contados largometrajes) decidió por primera vez poner toda su artesanía y su tecnología al servicio de un director que venía de otro mundo. Más precisamente, del universo de la animación tradicional. Compañero de generación de John Lasseter, el mandamás de Pixar y director de ambas Toy Story, Brad Bird es un director que hizo de todo dentro del mundo de la animación. Aprendió los rudimentos de su trabajo en Disney, bajo protección de Spielberg creó una serie llamada Family Dog, fue asesor de Los Simpsons en sus comienzos y hasta llegó a dirigir una obra maestra animada llamada El gigante de hierro (se recomienda buscarlo en las casas de video), basada en un cuento de Ted Hughes. Influenciada tanto por las historias más clásicas de superhéroes como por toda clase de aventuras de los agentes secretos más sofisticados, Los Increíbles es una golosina narrativa y visual que parece responder al placer de su creador.
Desde hace no mucho tiempo Hollywood ha descubierto que los espectadores ideales para sus películas, incluso las de acción, son los niños que aún no se han hecho adolescentes. No cuesta mucho pensar que un estudio como Pixar, dedicado a los dibujos animados, por más sofisticados que éstos sean, lo tiene todo para reinar dentro de esa audiencia. Y la imaginación de Brad Bird ha entregado lo que tal vez sea la primera gran película de acción (¡y de superhéroes!) para preadolescentes. Porque eso es, decididamente, Los Increíbles. Una película que razona sobre la naturaleza de los superpoderes, sobre lo imposible que es dejar de ser lo que se es. Y que también disfruta aturdiéndose con la acción y la aventura. Con un doblaje al castellano (¡al argentino!) que funcionó muy bien como estrategia de marketing pero que, si se tiene la desgracia de padecerlo, se empeña en arruinar el disfrute de la película, la aventura de Los Increíbles es prácticamente una de James Bond, pero con superpoderes... ¡y familia! Atención: no se trata de una película animada para niños muy pequeños. Hay discusiones familiares subidas de tono, muchos disparos y explosiones y hasta hay muertes. Como en la vida misma. O, mejor dicho, como suele suceder en el mejor cine. La trama que durante muchos años imaginó Bird es la de un ex superhéroe, casado con una ex superhéroe que lleva mucho mejor que él eso de olvidarse de salvar al mundo, pero que será tentado de volver a la acción. Eso sí: lo hará clandestinamente. Pero terminará arrastrando a su familia detrás de él.
Con guiños hacia toda clase de mitos y paradojas de estos héroes de capa y calzoncillos largos, Los Increíbles termina resolviendo ese dilema que acosa a su protagonista, obligado a fingir que es igual que los demás. Al igual que Pixar, Bird hace que sus Increíbles se atrevan a distinguirse de las demás películas que Hollywood hace por causas tan banales como no defraudar a sus accionistas, y recuerda que aún está permitido contar historias, e incluso salvar al mundo. O al menos intentarlo.