ESPECTáCULOS › CINE LA NUEVA GRAN ESTAFA, CON DIRECCION DE STEVEN SODERBERGH
Encanto de la segunda vez
El director norteamericano sale holgadamente a flote en esta segunda parte de una historia protagonizada por un elenco de estrellas: le imprime su propio estilo.
Por Martín Pérez
“Quiero que me devuelvan mi dinero”, dirá una y otra vez Terry Benedict al comienzo de La nueva gran estafa. Lo dirá once veces, más precisamente. Porque, así como el ladrón Danny Ocean al comienzo de La gran estafa fue reuniendo uno a uno a los miembros de la banda con la cual daría el gran golpe, en esta segunda parte que llega tres años más tarde es el estafado Benedict el encargado de volverlos a juntar. ¿Por qué? Porque quiere su dinero de vuelta. “¿Pero no te pagó el seguro?”, le preguntarán acertadamente algunos de ellos. “Sí, ¿y qué?”, será la respuesta de Benedict, dejando en claro desde el comienzo que, en realidad, ese no es el asunto. Lejos de buscar justicia o revancha, el Benedict de Andy García parece dejar bien en claro desde las primeras escenas de este nuevo divertimento marca Soderbergh que su venganza sólo sirve para justificar que los once de Ocean se vuelvan a reunir. Para robar para pagar sus deudas... ¿qué deudas? Poco importa, el asunto es que estén juntos, y haya una nueva película para estrenar.
Al comienzo de su crítica de La nueva gran estafa en el New York Times, Manohla Dargis cita una declaración de Dean Martin incluida en su biografía escrita por el gran Nick Tosches. “Dicen que esto de actuar es un trabajo duro”, dijo Martin con respecto al rodaje de La gran estafa original, que filmó durante el día en Las Vegas junto a Frank Sinatra, Sammy Davis Jr. y el resto del Rat Pack, mientras seguían haciendo sus vidas habituales por las noches. Y remató, contundente: “¿Trabajo? ¡Trabajo las pelotas!”. Algo parecido deberían decir George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Julia Roberts y el resto de los integrantes del inmenso y multiestelar elenco que Soderbergh logró reunir para llevarlos de vacaciones por Europa mientras, de paso, rodaban una película. De hecho, dicen que todo comenzó cuando Soderbergh disfrutó de su estancia en Roma durante una rueda promocional, y decidió que sería una gran idea filmar allí una película.
Conocido en sus comienzos como el director emblemático del cine independiente norteamericano, desde hace tiempo que Steven Soderbergh es tal vez el mejor cineasta clásico que tiene Hollywood para ofrecer. Desde que se decidió a alejarse definitivamente de la independencia, Soderbergh se ha paseado por todos los géneros. Y en los últimos años incluso ha dejado de tomarse sus libertades entre una gran película y otra, tiempo que utilizaba para acometer algún capricho cinematográfico menor. Aunque, sin embargo, justamente algo así se puede decir de ésta, ejem, superproducción. Porque si aquel robo original planeado casi a la perfección fue una película envuelta con estilo pero atrapada en el molde del clasicismo y el género, esta vez desde la excusa del género sólo hay para ofrecer estilo. ¡Y qué estilo!
Como un anuncio de lo que vendrá, La nueva gran estafa comienza con los integrantes de la banda de Ocean discutiendo antes que nada por el nombre original de aquel robo/aquella película: “¿Quién dijo que se tenían que llamar los once de Ocean?”, se quejan. Para preparar un robo que les permita dejar satisfecho a Benedict, la banda volará a Europa. Amsterdam será su primer destino, y después Roma. Su enemigo, sin embargo, lejos de ser Benedict, será un ladrón de guante blanco francés, interpretado por Vincent Cassell. Detrás de su(s) pista(s) va una investigadora sagaz e incansable (e involucrada sentimentalmente con el personaje de Brad Pitt), encarnada por Catherine Zeta-Jones. Y el objeto de deseo final será un huevo de Fabergé.
Pero, como en las mejores estafas, todos estos objetivos, escenarios y personajes son apenas una distracción. Si para poder disfrutar La gran estafa había que aceptar las reglas del género, para el disfrute de La nueva gran estafa no hay género que valga. Los planes se arman y desarman todo el tiempo, lo que importa es estar filmando con grandes estrellas dispuestas a todo. A reírse, por ejemplo, del hecho de ser estrellas, como tan bien lo hace Julia Roberts. Llena de giros súbitos e increíbles, y de toda clase de frases y resoluciones ridículas, sorprendentes e hilarantes, La nueva gran estafa es, ciertamente, una estafa. Pero tan llena de burbujas y tan disfrutable como un buen vaso de champaña. O una buena película.
LA NUEVA GRAN ESTAFA (“Ocean’s twelve”)
Estados Unidos, 2004
Dirección: Steven Soderbergh
Guión: George Nolfi, basado en personajes de George Johnson y Jack Russell
Fotografía: Chris Connier y Peter Andrews
Edición: Stephen Mirrione
Música: David Holmes
Intérpretes: George Clooney, Brad Pitt, Julia Roberts, Catherine ZetaJones, Casey Affleck, Scott Caan, Don Cheadle, Matt Damon, Andy Garcia, Elliott Gould, Carl Reiner, Shaobo Qin, Eddie Jemison, Bernie Mac, Vincent Cassel y otros