ESPECTáCULOS
› PELICULAS INEDITAS EN LA LUGONES
Un ciclo para descubrir todo lo que nunca llega de Francia
El programa que arranca hoy incluye varios films ganadores de premios y elogios, que no tienen distribución comercial.
› Por Horacio Bernades
A la hora de ponerse al día con su cine, el público francés no la tiene fácil: todas las semanas se estrena, en las salas de París, un promedio de cuatro películas de ese origen. Doscientos estrenos al año es la cifra aproximada que redondea el cine francés desde hace años. De semejante volumen de producción –que no está compuesto sólo de películas buenas, claro–, si a las salas argentinas llega un 10 por ciento por año es como para ponerse a festejar. De allí que se convierta casi en imperativo categórico remplazar esa falencia de la distribución argentina por ciclos en salas algo más alternativas. Es el caso del que empieza hoy en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, que, con el título de Cine francés inédito, permitirá ver un puñado de películas recientes de ese origen. Un puñado, sí, pero no muchas menos de las que se estrenaron aquí durante 2004.
Como es tradicional en el cine francés, las cinco películas programadas por los responsables de la sala (junto con Fundación Cinemateca Argentina y el Servicio de Acción Cultural de la Embajada de Francia) podrían caber perfectamente dentro de la definición “films de personajes”. Describiendo un arco que va de la comedia liviana al más grave de los dramas mortuorios –e incluyendo distintos grados de rareza o excentricidad–, no hay una sola de estas películas a la que no le caiga ese sayo. La cosa empieza hoy con Día a día (A la petite semaine, 2003), opus dos de Sam Karmann, comediante sumamente popular cuya ópera prima como realizador, Kennedy et moi, fue considerada por parte de la prensa francesa como lo más parecido a Belleza americana que haya dado el cine francés.
Los protagonistas de Día a día son un grupo de amigos, en tren de organizar un golpe aparentemente infalible. Pero, ya se sabe, en cine no hay golpes sencillos. Para Les Inrockuptibles se trata de “una rara mezcla de cine popular y cine contemporáneo”, mientras que la publicación virtual Film DeCulte vio en ella la continuidad de un linaje cinematográfico en el que la camaradería masculina no se riñe con el género policial, en la línea del glorioso Jean-Pierre Melville y algunas películas de Claude Sautet (Vicente, Pablo, Francisco y los otros, notoriamente). No se trata de la única película de las programadas para estos días en la Lugones que transite esa temática y reconozca al realizador de Un corazón en invierno como posible referente. Algo semejante sucede con El corazón de los hombres (Le coeur des hommes, 2002), que se verá mañana y es la opera prima de Marc Esposito.
Curiosos antecedentes los de Esposito, argelino de origen. Lo curioso no reside en el hecho (casi canónico, en el cine galo) de haber sido antes crítico de cine, ni siquiera en haber llegado a jefe de redacción de la revista Première, sino en haber fundado Studio, publicación dedicada a le monde du spectacle. De tono más intimista y menos delincuencial que la de Karmann, los hombres cuyos corazones se ponen a prueba en el film de Esposito son cuatro ex jugadores de fútbol cuyas edades oscilan entre los 30 y los 60 años y que deben lidiar con toda clase de crisis afectivas. “Lo suficientemente densa como para ser accesible a todo el mundo”, dijo de El corazón de los hombres el magazine virtual Objectif Cinéma. La accesibilidad parece estar en la base misma de Hijas únicas (Filles uniques, 2003), de Pierre Jolivet, comedia de amistad entre una jueza sumamente estricta y una ladrona con debilidad por los zapatos, que ocupará la pantalla de la Lugones este viernes.
Selección oficial de Cannes 2003 y protagonizada por Sandrine Kiberlain (rubia delgadísima a quien pudo verse en Betty Fisher y El restaurante) y la chapliniana Sylvie Testud (seguramente la gran comediante del cine francés contemporáneo), Film DeCulte calificó al tándem central de “extraordinario”, así como vio en los secundarios “una galería impresionante de personajes irresistibles”. Como es tradición en la programación de la sala, las funciones de sábado y domingo quedan reservadas para el plato fuerte del ciclo. Se trata de Su hermano (Son frère, 2003), en la que el renombrado Patrice Chéreau (El hombre herido, La reina Margot) logra uno de sus films más intensos y reconcentrados. Dejando de lado la ajetreada histeria de Todos los que me aman tomarán el tren y el scandale algo hastiado de Intimidad, Chéreau narra aquí, con la mayor sequedad y crudeza –pero sin cerrar el paso a la melancolía– los últimos días de un inminente muerto joven, en compañía de un hermano al que ama tanto como odia. Ganadora del Oso de Oro a la Mejor Dirección en Berlín 2003, Su hermano es una de las películas francesas más admiradas del último bienio. Con lo cual su exhibición en la Lugones tiene un carácter potencialmente escandaloso: si se da en este ciclo, casi cae de maduro que es porque no tiene estreno previsto en Argentina.
Un hombre de verdad (Un homme un vrai, 2003), que cierra el ciclo de cine inédito francés el lunes 28, agrega –a un listado presidido por los Taviani, los Coen y los Wachowski– un nuevo par de hermanos que filman. Se trata de Jean-Marie y Arnaud Larrieu, que narran aquí los sucesivos encuentros, casamientos, separaciones y reencuentros que una pareja mantiene a lo largo del tiempo y cada cinco años. El crítico Julien Welter halló en estos nuevos hermanos la capacidad de reinventarse constantemente, apelando a “una locura dulce y romántica”. El hecho de tratarse de la segunda ópera prima del ciclo (junto con El corazón de los hombres) rinde matemático honor al porcentaje de debuts que año a año se descargan sobre las salas francesas. Gracias al estímulo oficial (que, al contrario de lo que parecen creer algunos debe dirigirse no a las películas de segura repercusión comercial sino justamente a las que entrañan más riesgo), cerca del 40 por ciento de la producción gala está ocupada por primeras películas. Nada menos que ochenta sobre doscientas. O lo que es lo mismo, dos sobre cinco.