ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A PALO PANDOLFO Y PECHE ESTEVEZ
Los ritmos porteños del siglo XXI se cruzan en los márgenes
El ex Don Cornelio y la voz de Buenos Aires Negro hablan de una “poética contemporánea”, sin clichés ni peluquín.
Por K. M.
La entrevista transcurre en IMPA Ciudad Cultural, la fábrica de aluminio recuperada con centro cultural propio. En este mismo lugar se conocieron Palo Pandolfo y Peche Estévez, el cantante de Buenos Aires Negro, uno de los pocos grupos actuales que sustenta poética y musicalmente –las dos cosas a la vez– la renovación tanguera. A alguien debía ocurrírsele que estas dos propuestas tenían tanto en común, y –cosas extrañas del circuito– tenía que ser en una programación oficial. Hoy a las 20 el Festival Buenos Aires Tango reunirá a Palo y a Buenos Aires Negro en El Dorrego (Zapiola y Dorrego), con Tom Luppo, Celeste Carballo y Javier Calamaro como invitados.
Puestos a elegir entre el rock y el tango (estéticas que nutren sus obras por igual), ellos prefieren hablar de “canción contemporánea”. “No quiero hablar de tango sino más bien de una poética ciudadana. Por eso rescato a Palo: escuchás lo que hace el loco y tiene que ver con Buenos Aires, aunque no venga tan del palo del tango”, explica Peche.
–¿Por dónde pasa el tango hoy?
Peche: –Creo que retoma poéticamente aquello que fue llamado “rock nacional”, toda la movida de La Cueva, que Pipo Lernoud dijo que no era rock nacional sino música de Buenos Aires. Para mí ésta es una continuación de todo aquello.
Palo: –Si escuchás Cuando me empiece a quedar solo, Tango en segunda, Laura va, son tangos, está su poética. El problema del tango es que fue reaccionario, esas mezquindades de “el tango es macho” o “Piazzolla no es tango” cortaron la posibilidad de una renovación que en el blues, por ejemplo, sí se dio. Hendrix no era blues, era un ruido infernal, pero lo dejaron ser, fluir. En el tango, salvo cosas de Eladia Blázquez, la canción contemporánea se diluyó. El tango se fue encerrando en sí mismo.
–¿Y el rock?
Peche: –El rock entró en una crisis terrible. La otra vez veía el Quilmes Rock, y para mí era como escuchar en los ’70, qué se yo, Pintura Fresca, Banana...
Palo: –Totalmente. Hoy el rock es música complaciente, son canciones para el mercado. Se nota en todos los pibes de 17 años que tienen una banda y ya todos saben que hay que tener demos, manager, contratos... Cosas que yo todavía no entiendo hoy...
–¿En ese panorama, el tango estaría menos corrompido?
Palo: –Hoy no se puede hablar de géneros puros. Nosotros no hacemos “tango”, yo hago canciones. Simplemente porque a principios de los ’90, cuando me creía el más rockero de todos, algo me hizo click y empezó a aparecer la música rioplatense, como una forma de resistencia cultural. La tierra grita, y grita tango, milonga, candombe. Negarlo es cerrarnos a una fe que se nos pierde.
–¿Sufren eso de “no soy de aquí ni soy de allá”?
Peche: –Y... Estás como en el medio de dos monstruos, sin sentirte cómodo con ninguno.
Palo: –Yo soy muy intelectual para la masa y muy masivo para los intelectuales. No saben si le quiero vender al pueblo cabeza o a la elite universitaria. Siempre parece que estoy por vender millones de discos y al final no vendo nada. Hago obras maestras según “alguien”, pero las consumen seis, después hago algo re-popular, lo vendo y se enojan... No sé qué pasa. Hago un disco re-lindo de versiones en ritmo rioplatense, con buena fe hacia la industria, para que entiendan que yo los quiero, que quiero ser, quiero entrar... y tampoco.
–Esto es un problema para el mercado. ¿Para usted también?
Palo: –Yo no me considero tan freak, tan diferente al resto, como la venta de mis discos me hace sentir. Estoy contento porque hace trece años que vivo de la música. Pero acá para que te vaya bien no alcanza con trabajar. Tenés que pisar cabezas, y la verdad, a mí no me interesa cogerme a todas las minas, a todos los chabones, a todo el mundo. Qué se yo, con que garche bien de vez en cuando, está todo bien.