Sáb 05.03.2005

ESPECTáCULOS  › EMPIEZA EL AÑO PUGLIESE

El centenario del maestro pide pista

El festival inaugura hoy los festejos con una Gran Milonga al aire libre. Actuarán, entre otros, la Típica de Mederos y Color Tango.

Por K. M.

Se cumplen cien años del nacimiento de Osvaldo Pugliese y el Festival de Tango será la sede del primer gran evento que dejará instaurado lo que pasó a denominarse el Año Pugliese. En la Gran Milonga al aire libre (Diagonal Norte y Maipú, a partir de las 21), donde músicos y milongueros pedirán pista cultivando el estilo del maestro. Ya no estarán “la barra de las curitas”, “la barra de las Miss Pugliese”, “la barra de las Negras”, aquellas hinchadas históricas que se identificaban luciendo un fosforito en el ojal y que reivindicaban la forma de baile más elaborada que exigía el estilo del maestro. Pero otra camada de fanáticos milongueros estará lista para calzarse los zapatos de rigor y entregarse al marcado contrapunto puglieseano, recreado por las típicas del siglo XXI.
Si el tiempo acompaña (la actividad se suspende por lluvia), sobre el escenario tocarán la Orquesta Color Tango, dirigida por Roberto Alvarez, quien durante doce años tocó el bandoneón junto a Pugliese, La Quartada, la Orquesta Típica Imperial y la Típica de Rodolfo Mederos, quien también integró las filas del maestro. Después de la música en vivo, los DJ milongueros Osvaldo Natucci y Horacio Godoy seguirán calentando la pista. Beba Pugliese, la hija del homenajeado, también pianista y al frente de su propia orquesta, no podrá sumarse al festejo porque está en rehabilitación tras una operación que afectó su mano. Carla Pugliese, también pianista y compositora, hija de Beba y cuarta generación de músicos, mostró anoche en Clásica y Moderna un repertorio con mayoría de tangos propios.
La formación de orquesta típica será la protagonista de la noche. La Típica Imperial, que editó el CD La máquina tanguera, mostrará arreglos propios de tangos tradicionales y de su autoría. Lo de Mederos es toda una transgresión que revierte los términos: heredero directo de Piazzolla según algunos, después de revolucionar el género con distintas experiencias volvió a la típica, y quien lo haya escuchado en el ciclo del Torquato Tasso sabe cuánta potencia hay en su último proyecto.
La Orquesta Color Tango se formó con solistas egresados de las filas de Pugliese, allá por 1989. El tiempo y las diferencias de criterio separaron a sus miembros y hoy hay dos orquestas con el mismo nombre y distinto director: la de Amílcar Tolosa y la de Roberto Alvarez, que será la que actuará esta noche. Alvarez, que estuvo doce años junto a Pugliese y fue autor de unos veinticinco arreglos de la orquesta, anticipa a Página/12 que en el repertorio de esta noche habrá “grandes éxitos del maestro” (La mariposa, Emancipación, Recuerdo, entre otros) y también temas inéditos que Lidia, la última esposa de Pugliese, les entregó. “Son los tangos de su último tiempo y también de sus comienzos, cuando firmaba con seudónimo. Hay cosas maravillosas”, se entusiasma Alvarez. El bandoneonista y director subraya la riqueza del estilo de Pugliese para ser bailado: “Por algo es el preferido de los bailarines en todo el mundo. Y en esa riqueza hay mucho para seguir desarrollando”, destaca el músico.
La Gran Milonga de esta noche inaugurará una serie de festejos que culminarán el próximo 2 de diciembre, cuando el almanaque marque el día del cumpleaños redondo. La música, claro, seguirá homenajeándolo por siempre. Pugliese no sólo sobrevive en sus obras, también en la escuela que dejó –los cultores de su estilo se multiplican con el paso del tiempo– y en su patrón familiar. Así, su nieta Carla Pugliese enumera las herencias recibidas: “los genes de la música, la capacidad compositiva, la pasión artística...” Con 28 años, Carla recuerda que su abuelo solía alentarla sin falsos halagos: “Yo me ponía a tocar el piano y él escuchaba, no decía que estaba bien ni mal, destacaba que de mí se podía esperar algo, era con esa onda”, cuenta. Su madre, Beba, recuerda la transmisión musical como un proceso natural en su familia: “Yo estudié jugando con mi tía, trepándome al taburete desde chiquita, sacando pequeñas frases de oído. En casa no existía eso de ‘tenés que estudiar tal cosa’. Simplemente, cuando papá vio que tenía condiciones naturales, apretó el tornillo, como hice yo con mi hija”, explica. Beba atesora un consejo paterno: “Poné en el pentagrama lo que sentís, aunque parezca que está mal. Si a vos te bruye la sangre, es lo que vale”.

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