ESPECTáCULOS
› EL NERVIOSO REGRESO DE “TELEVISION REGISTRADA”
Una conducción más lavadita
José María Listorti y Gabriel Schultz todavía no se relajan. La línea del programa está encapsulada en los informes.
› Por Emanuel Respighi
El comienzo de la séptima temporada de Televisión registrada (lunes y jueves a las 22.15, por América) había generado una serie de expectativas en el público y los medios, a raíz de la combinación de un par de aditamentos. Por un lado, el alejamiento en la conducción de Fabián Gianola y Claudio Morgado abría el interrogante sobre la manera en que el programa iba a asumir la salida de su dupla histórica, a su vez una marca registrada compleja de reemplazar de un día para otro. El acoplamiento al formato de TVR de la extraña pareja compuesta por José María Listorti y Gabriel Schultz, sumado a la promesa de un relanzamiento del ciclo, era otro motivo de interés. Un mix que se potenció con el hecho de que, en un momento en el que la audiencia estaba ávida de novedades, TVR fue el primer ciclo fuerte del prime time en ver la luz en la pantalla chica. Una renovación que, a la vista de los cuatro primeros envíos, demostró que TVR aún tiene mucho para dar, siempre y cuando no pierda la constancia de afinar su mira.
“Con informes así, cualquiera puede conducir este programa”, dijo Ernesto Tenembaum, en el debut de Listorti-Schultz, luego de ver un informe sobre las numerosas contradicciones de los ex presidentes Adolfo Rodríguez Saá y Carlos Menem. Un poco en broma y otro tanto en serio, las palabras del crítico invitado no hacen otra cosa que remarcar una verdad de Perogrullo: buena parte de la vigencia de TVR se basa en la inteligente utilización del material de archivo, más proclive a remarcar contradicciones entre el pasado y el presente de algún “mediático” que en poner al aire la eficacia de un blooper o un gag humorístico. Desde esa perspectiva, el programa está intacto. Sin embargo, se cae en un error si se cree que en nada influye la modificación de quienes encabezan el ciclo.
Señalar que a la nueva dupla de conductores se la notó nerviosa, en ocasiones acelerada (se pisan frecuentemente) y muy atada aún al formato, es algo obvio al tratarse de una pareja que se encuentra en pleno proceso de conocimiento, no sólo de ellos, sino también de una estructura televisiva consolidada. En todo caso, la evaluación sobre el funcionamiento entre Listorti y Schultz, y viceversa, habrá que hacerla más adelante, aunque resulta positivo que los conductores se hayan permitido reírse de sí mismos (Listorti se escondió detrás de la escenografía cuando presentaron un informe sobre el pase al 9 de su ex jefe Marcelo Tinelli).
El cambio de nombres en el “primer y único noticiero sobre la TV argentina” trajo aparejado, además de una renovación generacional, una modificación visible en el programa. Por lo que se vio hasta el momento, con la llegada de Listorti-Schultz la crítica característica de TVR pareciera limitarse a los informes, cuya bajada de línea ya no es reforzada en piso. La versión 2005 de TVR acerca a los conductores a un rol puramente humorístico, alejándolos de la diatriba editorialista que distinguió a los ex conductores. “Para estar ahí –les aconsejó Morgado a los novatos, señalando el escritorio– hay que tener sentido del humor, que sé que lo tienen, y huevos.” Al menos cuando la atención hace foco en el estudio, el programa pasa a ser más humorístico que periodístico.
Bajo la premisa de abrir el ciclo a un “público más popular”, tal como indicó hace algunas semanas Diego Gvirtz a Página/12, pudo percibirse en el contenido de los primeros envíos cierta apertura ideológica. Las dos visiones contrapuestas (una machista y otra feminista) acerca del Día Internacional de la Mujer, y secciones nuevas como “Derecho a réplica” o “No me peguen, soy TVR”, pueden leerse como las primeras insinuaciones de que el programa va camino a despojarse del rígido rol de fiscal televisivo, acentuando el espíritu de reírse de todo. Osado estilo que –también hay que señalar– muchas veces parece destinado a generar polémica, como la decisión de musicalizar el informe sobre la tragedia de Cromañón con el tema Dame fuego, de Sandro. Un recuso que levanta críticas de todos los ámbitos, pero que le es fiel al espíritu que el programa supor cosechar en sus siete temporadas de vida. Una línea editorial sarcástica que es aplaudida por unos y rechazada por otros, que congrega fieles y detractores con la misma pasión. En esa cornisa en la que se mueve el ciclo reside su atracción, pero también el peso de su cruz. TVR es políticamente incorrecto, o no es.