ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA CON EL CANADIENSE BRUCE LABRUCE
El terrorismo erótico
El director de The Raspberry Reich asegura que quiere refundar el género del porno con una propuesta más experimental, y no se priva de parodiar los hábitos sexuales instituidos del mundo gay.
› Por Julián Gorodischer
La revolución cultural que propone el cineasta Bruce Labruce tal vez podría compararse –en escala reducida– con la que provocó, en los ’70, el estreno de Garganta profunda en los Estados Unidos. Este canadiense, emigrado a Alemania, reformula el porno chic que invitaba, allá lejos, a las señoras de cartera al cine porno. Labruce hereda de Garganta... el tono de comedia (allí el eje era una erotómana con el clítoris en la garganta) y un mismo deseo de narrar una historia más allá del puro acto sexual. El cine porno de Labruce jerarquiza al género: le da dimensión de historias y propone un cruce entre sexo, poder y violencia, dando el protagónico de algunas de sus películas a skinheads, terroristas y/o policías.
En The Raspberry Reich, que se exhibe en el Bafici, vuelve a la carga con su artillería más pesada: imagina un comando terrorista que mezcla iconos musulmanes con modales de una izquierda exquisita, y cuya misión es promover una revolución sexual. El porno de Labruce parodia los hábitos sexuales instituidos del mundo gay, reformula los usos del porno y prefiere el mensaje al fervor sexual. Las tramas, a diferencia del porno tradicional, ocupan un lugar central. Aquí, el comando terrorista sale a reclutar fieles a través del sexo, se excita con las armas, se masturba encima de una foto del Che Guevara y somete al reprimido a una sesión de placeres carnales bajo la consigna: “¡A cambiar el mundo!”. Desde Alemania, el director de No Skin off my Ass y The Raspberry Reich le asegura a Página/12 que es la hora de ligar al porno con el terrorismo: “Después del 9/11 –dice– decidí que era momento de ocuparse de estos personajes, de llevarlos a un primer plano”.
–¿Por qué es importante ligar al sexo con el terrorismo?
–Es tiempo de dar a conocer el punto de vista de la izquierda no exquisita, que después de la caída de las Torres Gemelas estuvo decididamente ausente de las polémicas, las informaciones, los debates y la opinión pública internacional. Quise hacer una película que bombardeara a los espectadores con imágenes de la buena moda de los años ’70, que desdemonizara al terrorismo, que lo llenara de erotismo y sensualidad, que se expresara con una retórica de la izquierda setentista para ayudar a reinsertarla en los discursos públicos que circulan socialmente.
–¿Qué otras conexiones observa entre el sexo y el terrorismo?
–En la escena de apertura de la película, un hombre joven besa y se masturba con su arma. Eso está inspirado en las imágenes de soldados que podían verse en la CNN, terroristas o marines que las portan como si quisieran violarlas, hacerles el amor. Los terroristas y los soldados están fetichizando la violencia, así como también a la parafernalia de la violencia misma. Con respecto a la relación entre sexo y terrorismo, diría que la mayoría de los grupos de Alemania o América en los ’70 creía en la revolución sexual como un componente importante del cambio social. Ellos experimentaban el sexo homo y hétero, en grupo o de a dos, por fuera de todas las convenciones sociales de monogamia y fidelidad.
–¿Qué aspectos del mundo sexual gay son criticados en sus films?
–Estoy en contra, y filmo en contra de ello, del matrimonio gay porque lo considero una forma de asimilarse a los criterios hegemónicos de la sociedad. Para mí la homosexualidad es una oportunidad para vivir por fuera de los cánones dominantes y represivos. Pero me disgustan el fascismo y la misoginia de determinados segmentos del mundo gay.
–¿Por qué, en su film, un hombre se masturba sobre la imagen del Che?
–Mi idea es que todos, hoy en día, nos masturbamos metafóricamente sobre la imagen del Che Guevara. La imagen del Che fue despojada de todo su potencial social y político para reducirse en un emblema del fashion y el marketing mundial. Quise hablar de ese vaciamiento de su radicalidad original.
The Raspberry Reich se verá por última vez en el Bafici mañana miércoles a las 11 de la mañana en el Hoyts 11.