Mar 19.04.2005

ESPECTáCULOS  › ENTREVISTA CON EL CANTAUTOR ISMAEL SERRANO

“Hacemos canciones para combatir la fragilidad”

El cantante está presentando Naves ardiendo más allá de Orión, un título que denuncia su pasión por Philip K. Dick.

› Por Karina Micheletto

En Blade Runner hay una escena final de esas que pasaron a la historia del cine. Allí, Roy, el líder de los androides, se revela más humano que Harrison Ford. Antes de morir advierte: “He visto cosas que jamás imaginarían. Naves ardiendo más allá de Orión. Rayos C brillando en la oscuridad, cerca de la Puerta de Tannhäuser. Y todos esos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia”. El cantautor español Ismael Serrano dice que aquella escena del film de Ridley Scott basado en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, lo impactó desde que vio la película por primera vez, en su adolescencia. Y eligió, entonces, llamar a su último disco Naves ardiendo más allá de Orión.
“Estas canciones son mis naves en llamas, las lágrimas que rescaté del temporal, retazos de lo que fuimos, los miedos que salvé de la hoguera, mi dulce memoria”, afirma. “Cuando todo es tan frágil, cuando la calma y tu contrato temporal son tan precarios, cuando la paz se rompe y los vagones de tren arden, uno intenta rescatar la primavera, las noches de viernes, la vacuna del desánimo, la certeza de estar vivo.” El cantautor hizo una breve visita a la Argentina para presentar su disco ante la prensa. Unos meses antes, en febrero, ya había venido para filmar el video de la canción Sucede que a veces, incluida en este disco, en distintos escenarios de la ciudad. Además de ser amante del cine, Serrano tiene unos ochocientos guiones escritos, aunque ninguno con forma definida. “No tengo ni el tiempo ni la dedicación ni la disciplina necesarios para terminarlos. No sé si alguno llegará a algo, es más un hobby personal que un emprendimiento profesional. Pero, con el tiempo, quién sabe...”, dice en diálogo con Página/12.
–¿Por qué la elección del título? ¿Le gusta mucho Blade Runner, le gusta mucho Philip K. Dick?
–Ambos, pero sobre todo la película. El mundo se parece cada vez más a ese planeta oscuro y un tanto sórdido que retrata el film. Pero a mí me gusta sobre todo el personaje del replicante, el que parece ser el villano y al final resulta un ser desamparado que busca las mismas respuestas que buscamos todos. Creo que todos hacemos canciones porque necesitamos combatir la fragilidad, sobre todo en estos tiempos en que todo es tan precario y pasajero, para que no se pierdan las cosas como lágrimas. Me pareció que esa idea estaba presente en gran parte de las canciones, por eso decidí ponerle ese título, porque en definitiva éstas son mis naves ardiendo, las cosas que quiero rescatar del olvido.
–Hay un tema dedicado a las víctimas del atentado de Atocha, Fragilidad. Allí nombra a dos personas, Angélica González y Daniel Paz. ¿Eran conocidos suyos?
–Son víctimas cuyo testimonio me tocó conocer de cerca. Angélica venía a menudo a mis conciertos y su familia se acercó para contármelo, a través de ellos conocí su historia. Y a la familia de Daniel Paz me acerqué yo, su madre es la presidenta de la Asociación de Víctimas del atentado. Quise dedicarles a ellos esta canción, y por extensión a todas las víctimas.
–¿Qué secuelas permanecen abiertas en España tras el atentado?
–Muchas, y quedarán así por mucho tiempo. Hace poco nos tocó vivir en forma dramática el aniversario, fue difícil conjugar el deseo de la gente de homenajear a las víctimas y la voluntad de los familiares de vivir con discreción el luto y el duelo. Para dar una idea de la dimensión del dolor, muchos de los profesionales que tuvieron que actuar en relación con el atentado pidieron no trabajar esos días, para no reencontrarse con la tragedia. Desde periodistas que se tomaron los días para no tener que cubrirlo hasta médicos y bomberos que buscaron salir de Madrid. La ciudad ha quedado muy marcada. Pero, a diferencia de Estados Unidos, no nos paralizó el miedo ni nos cegó el odio. No ha habido brotes de racismo contra la comunidad musulmana, por ejemplo. La gente salió a la calle con una firmeza ejemplar, a denunciar la violencia y a solidarizarse con las víctimas. Y la clase política no ha estado a la altura.
–¿Por qué lo dice?
–Fue indignante cómo Aznar montó todo aquello culpando a la ETA, cuando a pocas horas del atentado ya había indicios claros de la autoría real. Esa maniobra de confusión puso en alerta a la sociedad, que de forma ejemplar depositó su rabia en las urnas. Desde la derecha se dijo que la gente votó con miedo, y no fue así: votamos indignados, cabreados, porque estábamos asistiendo a una manipulación informativa sin precedentes. La misma maniobra de confusión sigue teniendo gran parte de la derecha, que no ha sabido asumir la derrota, y trata de transmitir la crispación parlamentaria a la ciudadanía, cuando tendrían que hacer lo contrario. Hicieron lo que siempre ha hecho la derecha cuando pierde el poder: inventar conspiraciones, culpar a la prensa, lo habitual cuando a los políticos les pillan con las manos en la masa. Es que la derecha tiene un sentido patrimonial del poder un tanto inquietante: cuando pierden el poder parece que les han echado de un lugar que legítimamente les pertenece. Como si no fuese la gente la que determina quién y cómo los debe gobernar.
–El atentado también fue clave en el recambio presidencial. Con este nuevo signo de gobierno, ¿qué cambios se perciben hoy en España?
–Fundamentalmente se percibe en el talante de diálogo que hay, se está llamando a participar a todas las fuerzas políticas. También todo pasa porque no tienen mayoría política, y el diálogo les resulta indispensable, pero bienvenido sea. Ya no se actúa con la soberbia de la mayoría absoluta. Por otra parte, una de las primeras cosas que hace Zapatero es traerse a las tropas. Ahora la derecha nos dice que quedamos mal ante Estados Unidos, y uno se pregunta dónde quedan la soberanía y la dignidad de los pueblos. En todo caso, si el precio que hay que pagar por mantener la dignidad es tener malas relaciones con Estados Unidos, pues, qué se le va a hacer. Me parece un insulto a la inteligencia, cuando se tiene tan claro que la guerra estuvo basada en mentiras: ni había armas de destrucción masiva, ni el mundo es más seguro ahora.
–Serrat es uno de sus referentes. ¿Cómo vivó toda la evolución de su enfermedad y su recuperación? ¿Se comunicó con él?
–No me he atrevido a llamarle, porque soy un tipo bastante pudoroso. Le he transmitido mi afecto a través de amigos comunes. Ahora espero lleno de alegría sabiendo que va a volver a la carretera, porque podré volverle a ver inmerso entre la multitud, como tantas veces.
–¿Lo siguen comparando con Serrat, o ya es una etapa superada?
–Poco a poco uno va encontrando una voz propia, pero inevitablemente tus deudas estarán ahí, y a mí no me importa reconocerlo. Más cuando es una deuda como Serrat.

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