Vie 22.04.2005

ESPECTáCULOS  › GRISELDA GAMBARO DEJO INAUGURADA AYER LA FERIA DEL LIBRO

Por los miles que no saben leer

La dramaturga fue ovacionada al leer un discurso en el que se refirió a las inequidades que persisten entre quienes tienen acceso a la cultura y quienes permanecen excluidos.

› Por Silvina Friera

Si algún día alguien se animara a escribir la historia de la Feria de Libro, habrá una página especial en la que se recordará la inauguración de esta edición, acaso con un título cortazariano: “Queremos tanto a Griselda”. Porque por primera vez el discurso de apertura estuvo a cargo de una mujer, Griselda Gambaro, en su doble condición de narradora y dramaturga. Su presencia quizás haya servido para dar un paso adelante y subsanar prejuicios añejos que separaban la dramaturgia de la literatura que se escribe con mayúsculas. Pero ella, además de recordar estas postergaciones, prefirió reflexionar sobre la mayor de todas las exclusiones. “Deseo que la feria se abra alguna vez realmente para todos los integrantes de la sociedad argentina”, dijo la escritora ante más de mil personas que la ovacionaron de pie en la sala José Hernández. Las palabras de Gambaro apuntaron a la más urgente de todas las necesidades: suprimir la injusticia. “Son los 750.000 analfabetos quienes no concurren, la inmensa franja de semianalfabetos e indigentes –enumeró–. Es deuda de la democracia y ojalá sea voluntad de los gobernantes que los excluidos de la feria por razones económicas, educativas y sociales puedan recorrerla en igualdad de condiciones y con las mismas expectativas con las que nosotros nos disponemos a hacerlo.”
La autora de las mejores piezas de teatro que se han escrito en el país no esquivó una de las preocupaciones de fondo ya no sólo de la feria sino de la cultura y la educación argentina: ¿cuántos de los visitantes leerán después como hábito y práctica? “Muchos de ellos quizás no vuelvan al libro y si vuelven será a sus expresiones más bastardas. Y esto sucede –explicó la dramaturga– no tanto por inclinación espontánea de esos ‘distraídos’ visitantes, sino porque la banalidad, impulsada por empresas de consumo mediático atentas sólo al rédito económico, es tan fuerte y seductora como para que se resigne el trabajo de pensar, que el libro favorece con la única exigencia de lucidez y constancia.” Y en esta crítica no se quedaron afuera las editoriales, que en opinión de la autora de Las paredes “tienen su cuota de responsabilidad al prestar atención prioritaria a los best-seller y no a la buena literatura de más demorada colocación y usufructo”. Gambaro advirtió en que esta época en donde impera la falta de sentido, “el libro permite un diálogo insustituible con el soporte papel, un cuerpo a cuerpo con el lector que lo tiene en sus manos”. Y nuevamente puso el énfasis en lo social: “No sólo la educación, también el pan, el techo, la salud, tienen que ver con el libro y su lectura, que deben ser tan imprescindibles como la respiración, como el pulso que nos declara vivos”.
En su discurso no faltó una reflexión sobre la compleja relación entre literatura y teatro. Subrayó Gambaro. “Que en ciertos círculos todavía hoy se desdeñe la importancia del libro de teatro como memoria permanente, como acceso a la literatura y a las propuestas escénicas de sus grandes autores, parece ser sólo una confusión de los tiempos o una confusión argentina que lleva a algunos realizadores teatrales a privilegiar una manera narcisista de subestimar los textos, sin saber que antes de desecharlos es preciso la recepción previa de sus voces.”
Carlos Pazos, presidente de la Fundación El libro, adelantó (ver aparte) que este año La Feria Internacional del Libro decidió otorgarle al poeta Juan Gelman el Premio a la mejor publicación del año 2004 por País que fue será.
Por otra parte, Pazos apuntó a una vieja demanda del mundo editorial: la libre circulación del libro con la menor carga impositiva posible. “Necesitamos que se contemple la especial problemática de nuestro sector, castigado por el aumento de la presión fiscal, particularmente desde elaño 2000.” Pazos indicó, con respecto al derecho de autor, que “se debe ampliar el mínimo no imponible sobre la percepción de las respectivas regalías”, exigió Pazos. “Nuestra industria editorial está aquí, en nuestro escenario, sobreviviendo y cantando como la cigarra de María Elena”, bromeó el presidente de la Fundación El Libro. “Este es nuestro teatro a la gorra, nuestra manera de tratar de seducir a los que pasan por nuestra gigantesca vereda latinoamericana para que entren a ver cultura, que se amiguen con ella”, añadió Pazos. “Nos necesitamos los unos a los otros para que el teatro, el libro y la cultura vivan.” La feria abrió sus puertas al público, cumplió son su ceremonia inaugural. En ese escenario gigantesco del predio de la Rural, ahora son los libros, los autores y los lectores los que completarán el texto de esta obra que se construye años tras año, como una saga costumbrista en la que muchos escriben al menos un par de líneas.

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