ESPECTáCULOS
› MEDIOS REPRESENTANTES DE LOS PUEBLOS TOBA, MAPUCHE Y PILAGAS CREARON LA PRIMERA RED INFORMATIVA INDIGENA
Los que no tienen voz ahora sí tienen programas propios
Acaban de conformar una red de medios que incluye programas de radio, una agencia informativa y corresponsales desparramados en las provincias. “Queremos reclamar por el derecho a la tierra y a la lengua”, dicen tobas, pilagás y mapuches. “Había que hacer algo para fortalecer la autoestima de todas nuestras comunidades.”
› Por Julián Gorodischer
La arenga libera un deseo ahogado de decir cosas. Mapuches y tobas eluden los formatos plastificados del marketing mediático: a su programa de radio, por ejemplo, no le pusieron nombre. Por primera vez, en abril de 2005, indígenas tobas, pilagás y mapuches de la Argentina se agruparon en una red para decir cosas. La experiencia es doble: incluye una red de comunicación en las provincias del Norte que agrupa a corresponsales para decir lo propio en programas de radio y en una agencia de noticias. A la vez, los mapuches de Neuquén fundarán, el próximo 30 de abril, la primera radio mapuche en la comunidad Aucapán, a 60 kilómetros de Junín de los Andes. Para todos, es un canal para pelear por derechos que no se les respetan: la posesión de sus tierras heredadas, la enseñanza de la lengua aborigen, el cese de la agresión policial en sus territorios expropiados.
En el programa sin nombre de los tobas, una vocecita grave y adormilada repite todas las semanas las mismas consignas: la protección empieza por casa. Los corresponsales tobas de Salta, Chaco, Santa Fe y Jujuy elaboran notas radiales y escritas que luego se distribuyen a los medios masivos (gracias a cronistas de esas redacciones, solidarios con la causa). La radio mapuche, mientras, intenta hacer oír otra versión del mundo. ¿Por qué ahora? “Había que detener –dicen los flamantes periodistas aborígenes consultados por Página/12– la apropiación de tierras, la opresión, la golpiza y fortalecer la autoestima de las comunidades.” Lo que sigue son historias de hacedores de noticias, gente que cuestiona la existencia de una verdad única: Eliana, Germán, José, María Teresa... o de cómo la información puede aportar a cambiar las cosas.
La sonrisa se le ensancha cuando piensa en la difusión radial que logra para sus artistas.Germán Díaz, de Formosa, fue uno de los primeros tobas en reclamar una red propia de información. Así ideó una maquinaria que incluye corresponsales en todas las provincias del Norte, un programa de radio y distribución de noticias de agencia. Cantores como José Maidana, toba del barrio Derqui, en Buenos Aires, ahora lideran el top ten de la radio toba, por fuera del sistema de medios masivos pero con repercusión nada despreciable. ¿Y quién es el tal José Maidana? El pobre toba no figura googleado en una sola página de Internet, no tiene fechas programadas ni recitales, nunca fue incluido en una agenda ni sueña con escuchar sus canciones en una FM.
Pero cuando abre la boca, dicen los que lo escucharon, paraliza a los vecinos, los deja ensimismados en un estado de shock cuando emite agudos como sonidos de viento y rescata melodías ancestrales de caciques. “Tiene un talento de la música... la autóctona... Se va al Chaco, capacita, es escuchado. La Red le da un espacio. De otro modo, moriría sin ser artista: las radios y canales de Buenos Aires no son abiertos, cierran puertas. Y ahora su canto se difunde, para que la gente disfrute”, dice Felipe Cerón, su vecino de Derqui. El top ten del programa radial de la Red siempre es encabezado por José Maidana, que –dicen sus vecinos– tiene planes que lo harán golpear la cabeza contra el muro. ¿Cuáles? “Quiere presentarse en Operación Triunfo 3 –dice Alcira Medina, vecina del cantante–. Está cansado de seguir golpeando puertas.”
La obsesión de la Red es preservar la enseñanza bilingüe, una prioridad para todos los grupos indígenas del país. “No está reglamentada en los estatutos docentes; no está incorporada como política de Estado. Es imprescindible que se enseñe bilingüe: para no caer en la argentinización de las comunidades; no se puede terminar una carrera olvidándose de su propia cultura”, dice Germán Díaz. Ahora en contenidos radiales de 60 emisoras del Norte argentino sólo se habla en toba. “Un triunfo –celebra Germán–: la intercomunicación. Hemos conseguido que se introduzca nuestra red en la sociedad. Pero, a la vez, paramos la adjudicación y venta de terrenos de reserva indígena en Formosa y Chaco. El gobierno tuvo que dejar de cederlos a empresas.” “Soy nacida y criada a unos 60 kilómetros de Junín de los Andes –cuenta la mapuche María Teresa Tripaylaf–. Estoy orgullosa de la FM mapuche que nacerá el 30 de abril.” Dice que los mil habitantes de la comunidad Aucapán viven en un lugar aislado, en la precordillera. Que sufren expropiaciones reiteradas que les dejaron sólo siete mil hectáreas para cientos de familias. Antes, su territorio no tenía límites. “Soy asistente sanitaria y me asustan las diarreas de mi gente por la falta de agua potable (cada uno toma con manguera de su vertiente), los intoxicados por aguas contaminadas, las infecciones respiratorias, las neumonías a causa del frío. Yo me siento discriminada como mapuche ante la sociedad: no pude acceder a un nivel secundario o facultades. A golpes y ponchazos llegué a ser agente para acompañar a mis jóvenes.” La radio, asegura, ayudará a valorar la interculturalidad, dará a conocer la historia del pueblo mapuche, insistirá sobre el respeto a las leyes que preservan el territorio.
José Luis Zubizarreta, funcionario del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), apoyó la creación de la radio como una forma de compensación. “La voz mapuche –explica– no tiene representación en ninguna de las radios privadas de la zona.” La programación tendrá un eje educativo (enseñanza de la lengua, historia y cultura básica del pueblo), pasará revista a la información local y rescatará la voz de los ancianos. Tomará partido en vísperas, como ahora, de una feroz represión a los indígenas de Junín de los Andes, que ocuparon tierras de un tal Plácido González y ahora esperan en alerta a los policías. “Con una antena de 300 watts se llegaría a Junín y San Martín de los Andes –dice José Luis–. Se va a pasar música de los pueblos mapuches; se irá recuperando la lengua con el objetivo de integrar a blancos y mapuches. No vamos a armar un gueto.”
Eliana Ibarra, voluntaria de la Red Indígena en Formosa, estaba obsesionada con tender puentes entre las comunidades indígenas del Noroeste y del Nordeste. Imaginó lo que ahora es una realidad: decenas de corresponsales en busca de la primicia cada vez que una toma de tierras o un reclamo se levanta en Formosa, Jujuy o Chaco. La “efemérides” es el género más acorde con las necesidades de la lucha. No previeron formatos sofisticados para la programación: suelen recordar una fecha, debaten, editorializan, reclaman... Insisten sobre “recordar para no repetir” sucesos como la matanza de Napalpí. “Hace unos 80 años –escribió Eliana en su cable informativo distribuido a radios y diarios de Formosa– hubo una masacre de los tobas en el Chaco: los campesinos reclamaban por el pago de las cosechas de algodón, y se terminó en 400 ejecutados.” Los medios provinciales se hacen eco de la fecha trágica.
Cuando el peligro acecha, la Red del Norte deja de informar y ofrece protección a los cronistas. El mes pasado, Félix Díaz, corresponsal en Formosa, partió hacia Clorinda a cubrir un acto público, con la misión de siempre: apuntar los datos y pasar el cable de mano en mano, enviarlo por mail a redactores y colegas solidarios, pero lo interceptaron en camino. Le quitaron los equipos, lo amenazaron de muerte, le exigieron que dejara de quejarse en la radio por la falta de agua potable, por las diarreas reiteradas en verano, las infecciones respiratorias que los flagelan en invierno... “Eran policías de civil –recuerda–; ellos tienen orden de callarnos. Nuestro grito (sobre la falta de agua potable en Colonia La Primavera, Formosa) incomoda.” Después de la paliza, la Red retiró por un tiempo al corresponsal, lo llevó al perfil bajo. Y así seguirá hasta que el peligro amaine. “Si no nos protegemos entre nosotros –dice Eliana Ibarra–... ¿quién?”
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