ESPECTáCULOS
› CARLOS AGUIRRE PRESENTA SU NUEVO DISCO EN EL ND/ATENEO
Canciones que llegan más allá
El compositor, pianista, guitarrista y cantante entrerriano grabó dos discos y actúa esta noche presentando en sociedad, junto a un notable grupo de músicos, el segundo de ellos.
› Por Diego Fischerman
Hay cualidades infrecuentes. Hay otras dificilísimas de encontrar. Y que coincidan en una misma persona y en una misma música es prácticamente imposible. La simultaneidad –y hasta la mutua dependencia– de la fluidez, la complejidad, la naturalidad con la que aparecen las referencias al imaginario del folklore rural argentino, el cuidado por los detalles y, por añadidura, la obsesión por concebir un disco como un objeto integral, en que todo vale menos la fabricación en serie, son apenas algunos de los factores que convierten a Carlos Aguirre en un músico excepcional.
Con un notable segundo CD recién editado, bautizado mínima y explícitamente Carlos Aguirre Grupo, el compositor, pianista, guitarrista, acordeonista y cantante entrerriano lo presentará hoy a las 21 en el Teatro ND/Ateneo (Paraguay 918), junto a un grupo que incluye al propio Aguirre en voz, piano, acordeón y guitarra, Luis Medina y Alfonso Bekes en guitarras, Fernando Silva en bajo, contrabajo y cello, José Picciani en percusión y, en voces, Silvia Salomone, Jorgelina Barbiero, Natalia Damadian y Florencia Di Stefano. En el nuevo disco hay diez temas propios, a los que se agregan Confesión del viento, de Juan Falú, y Zamba por vos, de Alfredo Zitarrosa. Colaborador habitual, como pianista y como arreglador, de Lucho González, Hugo Fattoruso, Luis Salinas, Jorge Fandermole y el guitarrista clásico Eduardo Isaac, entre otros, y obvio admirador de la obra del poeta Juan L. Ortiz (más conocido como Juanele), Aguirre dice: “En el disco anterior me planteaba una sonoridad más tradicional. Si bien había permisos, eran más tímidos. Y yo estaba, allí, más como pianista. Podría decir que en este nuevo disco trato de evitar el piano; y, cuando aparece, lo hace casi como un instrumento de percusión. Me interesa indagar, desarrollar. Hay cosas que ya estaban antes pero es como si ahora hubiera corrido un poco la fronteras y hubiera podido llegar un poquito más allá”.
La música de Aguirre se construye sobre capas de sonidos superpuestos. Con la apariencia de la mayor sencillez se descubren allí estructuras casi de palimpsesto. “En particular esa es una idea que aplico al ritmo”, dice el músico. “Es algo que está en otras músicas de América, sobre todo en aquellas donde la presencia de lo africano es evidente: el ritmo no es una sola línea, sino la resultante del sonido conjunto de muchos ritmos diferentes. Eso no se ha trabajado demasiado con los patrones rítmicos de la música de tradición folklórica rural y yo estoy tratando, precisamente, de arribar a un ritmo de chacarera a partir de la simultaneidad de varias líneas rítmicas distintas.” Lo notable es que nada de esto suena metido a presión. “Si las cosas suenan naturales, no forzadas, tiene que ver con una tradición que viene desde mi familia, donde se escuchaba música muy variada sin que hubiera ninguna clase de mandato acerca de que unas fueran mejores, más serias o más profundas que otras. Podía ser Bill Evans o Bach o el Cuchi Leguizamón. No es que yo aprendí una música y después quise meterle adentro otra. Tengo formación académica y también tengo la formación que implica haber hecho música de tradición popular desde muy chico. No es que me interesé en ciertas cuestiones, en ciertas instrumentaciones o ciertos ritmos, obedeciendo a un cálculo o una especulación demasiado racional. Presté atención a algunas cosas porque para mí era natural hacerlo.” En cuanto al nuevo disco en particular, Aguirre reflexiona: “Trabajar más con guitarra y menos con piano me llevó a ser más austero y a prestar atención más a la esencia. Al tocar un instrumento con el que tengo un grado un poco mayor de distancia y con el cual no puedo, además, cubrir, por ejemplo, la pobreza original de un tema rellenándola con los fuegos artificiales del virtuosismo, me veo obligado a escuchar ese tema más descarnadamente, de manera más despojada, para ver si realmente sirve. Con la guitarra no puedo hacer grandes disimulos. Por eso el tema tiene que ser bueno en serio. No hay con qué disfrazarlo. Por otro lado, necesitaba un sonido más folklórico. Un poco seducido por algunas sonoridades que escuché de niño, como las guitarras de Zitarrosa. De todas maneras, mi instrumento sigue siendo el piano, sobre todo para componer. Ese es el escritorio donde me siento”.