ESPECTáCULOS
› “XXX2, ESTADO DE EMERGENCIA”, DE LEE TAMAHORI
James Bond ahora es un rapper
› Por Martín Pérez
Aunque no aparezca ni una sola vez en la película, es imposible no mencionar a Vin Diesel al hablar de XXX. Creado apenas una película atrás por la dupla Diesel-Cohen, la idea central de XXX era la de poner al día la saga de James Bond, con tatuajes y deportes extremos en vez de esmoquin y martinis. Pero, tal como sucedió con Rápido y furioso, tanto el director Rob Cohen como su estrella huyeron antes que le llegase el turno a la secuela. No dejan de ser mencionados tangencialmente cuando los encargados de reclutar a un nuevo XXX piensan en voz alta que deben buscar uno con más actitud, con algo más que una pasión por el esquí o los deportes extremos. Y allí es donde entra en acción el rapper Ice Cube, una de las primeras grandes figuras del hip hop estadounidense, pero devenido en eterno segundón en el mundo de las películas de acción, aquí por primera vez como protagonista, al lado de Samuel L. Jackson como su instructor y Willem Dafoe como el malo de la película.
Abandonando la idea del James Bond con tatuaje, esta segunda XXX es una película con autos, negros, mucho hip hop (lo único disfrutable del film) y escenas de acción con demasiada posproducción. Al punto de que en sus momentos cumbres parece más un videojuego que una película de acción. Película predigerida y totalmente previsible, casi un esquema básico aún por llenar antes que una película, lo peor de un producto tan malo como XXX2 es que tiene intenciones nobles. Tal vez así se explique que un director como Lee Tamahori se haya prestado a estar al frente de semejante fiasco. Su trama narra cómo un superagente secreto y negro, auxiliado por ladrones y traficantes, se enfrenta al ala dura de la Norteamérica blanca, dispuesta a asesinar a un presidente progresista para imponer una política muy parecida a la del gobierno de Bush. Pero, además de no lograr jamás articular una sola escena convincente, lo peor de XXX2 es que Peter Strauss como presidente progre y humano es tan falso que es imposible no desear que William Dafoe, siempre tan cómodo en el papel de villano, llegue al poder de una vez por todas.