ESPECTáCULOS
› LITTO NEBBIA Y ARIEL MINIMAL,
HISTORIA DE UN ENCUENTRO ARTISTICO
“Cada vez es más difícil hacer música”
Uno es el creador del rock en castellano; el otro, ex Fabulosos Cadillacs y líder de Pez, muestra en sus discos una notable influencia del rock nacional de los ’70. Anoche el guitarrista tocó con Nebbia en La Trastienda. Para Minimal, “tocar con Litto es como una licenciatura”.
Por Santiago Rial Ungaro
Dos potencias se saludan: Ariel Minimal (ex Los Fabulosos Cadillacs, aún hoy en Pez) acaba de llegar a la nueva casa de Nebbia, a un par de cuadras del río, en el Tigre. Cruzar el río no es nada: más grande es la brecha generacional que supuestamente los podría separar. Si Litto asomó a la escena musical hace 40 años, Ariel empezó a hacerse conocer recién a principios de los ’90, con Martes Menta. Esta brecha se supera a través de una pasión musical intacta, que en ambos casos conserva algo de infantil. Vinilos, cds, cdrs, dvds. Litto y Ariel se sumergen en el intercambio ritual de discos como si intercambiaran figuritas, aunque estén hablando de los últimos discos de Frank Zappa o Charles Mingus o de algunas bandas “nuevas” que la hace escuchar Ariel, como A Tirador Laser (que, en realidad, ya se separaron).
Aunque parezca imposible pensar en que Ariel deje de tocar en Pez, ahora es también parte de un nuevo proyecto: cuando anoche debutaron Litto Nebbia & La Luz en La Trastienda, el grupo contó con el inconfundible aporte de la guitarra de Minimal, y si se tiene en cuenta que a cargo de la batería estuvo Daniel Colombres (que, más allá de su depurada técnica, es de los que le pegan fuerte) resulta gracioso que Nebbia vuelva a formar parte de un grupo “nuevo” y “prometedor”. Más aún sabiendo que, simultáneamente, planea festejar los 40 años del surgimiento de Los Gatos Salvajes. En Rosario, a mediados de los ’60 y siendo aún un adolescente rosarino (Nebbia empezó a cantar en la banda a los 14 años) ya hacía covers de Little Red Rooster, Bajo la rambla y Ruta 66 y se sumaba con su banda a la movida beat mundial, dándole ese toque de personalidad y originalidad que tanto cuesta encontrar actualmente en las ahora masivas huestes rollingas.
“Los Gatos Salvajes eran unos tipos que estaban ahí, muertos de hambre. Nadie nos daba bola. Pero guarda que el batero tenía una formación que para el rock era algo anormal. El tipo había estudiado en la mano Max Roach, Modern Jazz Quartet, era muy sofisticado para el rock. El tipo desapareció, nunca más lo vimos en la vida. Yo voy a tener que ir con una máscara de cuero, porque son tipos que yo hace 40 años que no veo; es gente que conocía a mi viejo, a mi vieja, es un quilombo, va a ser algo muy emocionante. Pero por otro lado, hay algo increíble que pasa como destino: los tipos están mejor que Los Gatos. No queda bien decirlo, pero es así. Va a sonar muy bien, no va a ser el regreso de Sandro y los de Fuego, no vamos a tocar en una fiesta de cumpleaños”, remata Litto, fiel a su estilo, a la vez que rescata algo que considera esencial: “Es muy noble lo que pasa: va ser un encuentro, creo que va a ser el único grupo que no vuelve a tocar por la guita. Todos los grupos que vuelven a tocar por esa razón terminan peleados por lo mismo que se juntaron: la guita”.
Nebbia siempre le rindió tributo a su familia, que posibilitó en gran parte su precocidad musical. “Yo tenía la posibilidad de que mis viejos eran músicos. Eso es muy positivo, porque hay tipos que quieren tocar el sitar y la familia quiere que sean administradores de empresas. Y el tipo termina loco.” Minimal asiente: “Mi vieja me lo decía todo el tiempo. Con la guitarrita todo bien, pero ¿de qué vas vivir? Cuando gané mi primera plata con Los Cadillacs me acuerdo que le decía: ‘¿Viste la musiquita?’”. Sin embargo, hoy en día el panorama para el líder de Pez es desalentador: a pesar de los 7 discos editados y de salir en las tapas de los suplementos musicales, Minimal sigue en una situación ambigua: “Hoy en día cuando toco, el fletero tiene la plata asegurada, pero yo no”, dice, sintetizando el estado de ánimo general de tantos músicos.
Volviendo a Rosario, ¿cómo hacía un pibe rosarino para estar al tanto de lo que pasaba en el mundo a principios de los ’60 cuando no había ni Internet ni MP3 ni disquerías especializadas? “A veces conseguíamos en el puerto algunos discos simples a través de algún marinero. Así conseguí el primero de The Hollies. Nos sentíamos identificados con eso, por más que era gente que tenía 5 o más años que nosotros. A eso se le sumaba mi audición del nacimiento de la bossanova, que escuchaba en la casa de mis viejos, y de algunos disquitos de jazz, me acuerdo de uno de Gerry Mulligan o de otro de Chico Hamilton en el que debutaba Eric Dolphy. Un material insólito para un chico de 13 o a 14 años”, admite Ne-
bbia. Comparando ambas épocas (con el riesgo inevitable de resultar odioso), Nebbia recuerda: “Por entonces le dábamos bola a todo. El grupo que te gustaba también escuchaba blues y jazz. Nosotros conocimos un montón de músicas por los Rolling Stones primero, y sólo después fuimos descubriendo que ellos estaban influenciados por Chuck Berry, Willy Dixon, Muddy Waters y Howlin’ Wolf. A mí me gustaba Manfred Mann, y después te enterabas que los tipos escuchaban Ornette Coleman y Sonny Rollins. Era algo más abarcativo. Hoy en día se vive como el fútbol. O sos de un cuadro o sos del otro. O tocás pesado o liviano”.
Con su intimidante discografía (grabó más de 100 discos), el caso Nebbia es complejo: cuando otros van, él ya fue y vino... 20, 30 o 40 años antes. Esto tendría que representar un desafío para quienes quieren acercarse a un músico prolífico sí, pero paradójicamente accesible. Su melodiosidad ha ido afinándose y su síntesis de la música rioplatense y la brasilera ha ido adquiriendo cada vez más naturalidad. Y quienes lo hayan visto en vivo, por ejemplo, en la entrega de los premios Gardel cantando Muchacha ojos de papel, sabrán que el hombre cada día canta mejor, sobre todo ahora que dejó de fumar. “Mi vieja me lo dijo hace mucho y nunca lo olvidé: la voz no envejece.” En una amplia habitación convertida en sonoteca, rodeado de cientos de discos, Nebbia analiza algunas causas de la decadencia de la música pop actual. “Vienen algunos y ven todos los discos que tengo y, me dicen: ‘¿Los escuchaste todos? ‘¡Sí, pelotudo!’. Acá hay un porcentaje muy grande de músicos que siempre están esperando que surja una onda nueva. Y de repente te hacen escuchar a unos tipos y te dicen: ‘Estos son Joe & The Sexis’. Y es como cualquier otro tipo de acá a la vuelta. A mí eso me parece muy choto. ¿Por qué estás esperando algo nuevo? Quizá ya vino eso nuevo y no lo escuchaste: hay miles de discos buenísimos. Pero también es cierto que si vos estás en un lugar en el que durante 10 años lo único que te dan es la cámara oculta, el chiste de que el tipo va caminando por la calle y lo cargan, la cabeza te va a quedar más grande que esta mesa. No digo que tengas que ir al Colón y estudiar en La Sorbona, simplemente veo lo que pasa ahora y lo que pasaba antes. Olvidate de Los Beatles, fijate en The Hollies, Jethro Tull, Traffic, The Rolling Stones, Mandred Mann, The Kinks. Cada uno tocaba bien en su estilo, eso se perdió. Esos grupos tocaban en la televisión y en la tele; hoy, salvo el programa de Badía, no hay ninguno en el que puedas tocar 2 temas sin que te digan: ‘Eh, guarda que éste es el momento de más rating, tenés que tocar algo bien arriba’.” Ariel agrega: “Ahora ni siquiera es tener un canción que pegue sino un videoclip que pegue”.
A Minimal le viene a la mente la entrega de los Premios Gardel: “Si era el Prode, yo hoy sería millonario: me adivinaba todos los ganadores, incluso antes de que anunciaran las ternas. Era todo muy obvio. De repente aparecía Lanata y sabías que iba a ganar Bersuit, que son amigos de él y les hizo un video. El chiste es que tiene que haber lugar para todos. Así como hay gente que escucha Catupecu Machu, hay gente que escucha otra cosa, pero los canales no pasan todo tipo de música. Si es por la tele, las opciones son Floricienta y Operación Triunfo. Igual, yo no escuché King Crimson en Telefé; uno tiene que buscar lo que le interesa, pero también estaría bueno que ciertas músicas fueran más accesibles para la gente”.
A Nebbia la situación le causa gracia: “Yo voy a esos eventos (los Gardel) y sé que hay gente que tiene miedo de saludarme. Se deben pensar que les voy a decir: ‘Eh, vos grabaste eso’. Cada uno hace lo que quiere y le va a salir lo que puede. Lo gracioso es que haya tipos que hacen cualquier porquería y después se quejan porque no los reconocen artísticamente”. Se le pregunta a Nebbia qué músico le gusta, además de su nuevo compañero de banda. Se queda pensativo, en silencio: “¿En el ambiente nuestro? Es una joda. No conozco a todos, pero... hoy en día hay pibes que se piensan que me tienen que traer un disco grabado en un estudio digital en Pro Tools y un dvd para que yo les preste atención. Están de la cabeza. Es como si el arte fuera para ricos. ¿O no es cierto que el 90% de las bandas pagan para tocar? Por eso es tan importante que tengas un gran poder y una gran pasión, porque cada vez se hizo más difícil hacer música, y eso es lo único que te va a hacer salir adelante”.
El mismo Minimal contó alguna vez su propia experiencia de cómo durante la primera época de Pez trabajaba desde la mañana hasta las 6 de la tarde en el microcentro y después se iba a ensayar todos los días. “Yo sabía que por la música que quería hacer, no tenía muchas chances de encontrar a alguien acaramelado que me dijera: ‘Sí pibe, tomá, acá tenés la plata para producir tu música’. ¿Quién iba a garpar un disco que tenía 3 prepucios en la tapa? Trabajar me permitió sentirme libre para poder hacer ese disco. Creo que ahora en el ambiente musical va a haber una decantación: algunos pibes se van a poner a laburar de tarjeteros de boliche, otros van a hacer jingles y otros se van a poner a vender merca.”
Sobre el tema Cromañón, Nebbia trata de aportar otra perspectiva: “A mí me duele esto que pasó, pero me niego a hablar de la música con respecto a esto que pasó en Cromañón. A la gente que está en el ambiente se la termina poniendo a toda en la misma bolsa. Y ahora están vendiendo las remeras de ese día... Es demasiado, viejo, ¿cómo puede ser que no se pueda tocar música?”. Ariel cuenta que un par de semanas atrás le suspendieron una fecha que tenía en un centro cultural, una fecha organizada por el Gobierno... ¡Y no tenían habilitado el lugar! .“Hay una especie de caza de brujas. Hasta se suspenden fechas que se organizan al aire libre. Yo sobre la música no puedo ni hablar. Sólo puedo hablar sobre mis gustos. Chabán hizo las cosas mal, pero acá mucha gente hizo las cosas mal. Todo ese show de bengalas, banderas y los grupos que pasan más tiempo agradeciéndole a la gente y nombrando los barrios que cantando las letras de las canciones. ¿Viste en la cancha esa gente que se la pasa mirando a la barra brava y que después se pierde de ver el gol? Y a la vez si sos hincha de una banda no te puede gustar la otra.” Nebbia recuerda algo que pasó en la entrega de premios: “Yo vi a tipos que salieron gritando a las puteadas, con una actitud de ‘mirá como nos los cogimos a éstos, hijos de puta, ¡¡ahh!!”. Nada más lejos del arte que esa actitud”.
Litto está en un buen momento: se lo nota feliz con su nueva banda y haciéndose un lugar en la agenda para el regreso de Los Gatos Salvajes: “Vamos a tocar en Rosario, en Buenos Aires y en los pueblitos de Santa Fe donde tocábamos cuando tenía 15 años. Eso es, además, lo más lindo de todo este asunto: la vocación por lo que hacés. Después te podés hacer millonario y ser famoso y que todo el mundo te adore. Pero vos lo hacés por la vocación. Y eso es lo que se perdió. La cuestión del tipo que quiere hacer música de tal manera o el tipo que quiere jugar al fútbol de cierta forma. Imaginate hasta qué punto eso se está perdiendo, que ahora hay un montón de tipos haciendo cola para participar de un concurso. ¿Va a salir un John Lennon de ahí?”.
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