ESPECTáCULOS
› EL DIRECTOR CHILENO SILVIO CAIOZZI Y SU VERSION DE UNA NOVELA DE JOSE DONOSO
“Me interesó ese mundo que va muriendo”
En “Coronación”, premiada en los festivales de Montreal y de Huelva, el realizador de “La luna en el espejo” regresa a las obsesiones del novelista chileno y da cuenta de un universo social en descomposición. “Es una radiografía generacional”, dice.
Por Ana Bianco
El director chileno Silvio Caiozzi comparte la misma sensibilidad que su compatriota, el escritor José Donoso (1924-1996), autor de la novela Coronación, que inspiró el cuarto largometraje del realizador, estrenado ayer en Buenos Aires. El video Historia de un hombre solo fue el primer acercamiento de Caiozzi a la obra de Donoso; luego vendría La luna en el espejo, escrita a cuatro manos entre ambos. Siguiendo la huella de Donoso, a Caiozzi le apasiona la descripción de los ambientes sórdidos, herméticos, como la mansión de Coronación, que se va deteriorando al mismo tiempo que la clase social que representa. En diálogo con Página/12, Caiozzi –que se inició como camarógrafo de Costa Gavras durante el rodaje de Estado de sitio– se refiere a su adaptación de la novela de Donoso y de las distintas lecturas que propone su película.
–En alguna oportunidad usted refirió que no sabía si Coronación la iba a realizar para el cine o la TV. ¿El texto de Donoso de 1958 tiene un tono de telenovela que le servía para ambos casos?
–Si la hubiese filmado para TV jamás hubiese optado por el lenguaje de telenovela. Es decir, un hombre maduro que se enamora de una niñita. En realidad es una gran excusa para develar lo que realmente la novela es. Después de La luna en el espejo habían pasado muchos años y estuve desarrollando un proyecto bastante ambicioso, El pianista del silencio, que me había demandado siete años y que, a punto de entrar en rodaje, se desarmó la coproducción. Entré en tal estado de desesperación que quise hacer algo rápido y “barato”. Recordé la novela Coronación, con una atmósfera cerrada y una sola locación. Se me ocurrió la idea de realizar un telefilm en 16 mm que, si llegaba a quedar muy bien, podría ampliar para el cine. Leí nuevamente la novela, no me quedó ninguna duda y la adapté al presente. El guión lo escribí rápido y empecé a visualizar cosas del ahora e inventé un coprotagonista, Carlos Gross, que es el nuevo rico chileno. Y el telefilm terminó por convertirse en un guión de un mundo gigantesco. La idea del telefilm surgió porque en Chile hay un concurso de televisión que es el que da más dinero. Uno puede recibir 200.000 dólares. Y el que me convenció de cambiar de idea fue Ricardo Larrain, el director de La frontera, quien me dijo: “Filmar esto para televisión sería un crimen”.
–Usted ha declarado que cuando lee a Donoso ve imágenes. ¿Hay algo del orden de la subjetividad que lo moviliza?
–Sí, veo imágenes y huelo. Donoso describe tan bien los pequeños detalles del mundo que hasta siento los olores de la comida y percibo los ruidos. Con el tiempo pude analizar que Donoso me remite a mi infancia. Yo era un niño bastante solitario y retraído. Mi padre era muy obsesivo, no quería que fuera a lugares públicos. En ese mundo de encierro, los objetos eran importantes, observaba las pequeñas cosas y cuando estaba en sitios públicos observaba a la gente. Yo era muy tímido, casi no hablaba, me gustaba ver qué le pasaba a la gente por dentro. En realidad, esto me llevó a identificarme con Donoso, porque relata este tipo de mundo.
–La novela describe la decadencia de una clase social. ¿Cómo hizo usted para unirla con la realidad actual pos Pinochet?
–La novela es como una radiografía generacional, una disertación sobre una sociedad. Hay una descripción de varias clases sociales y de varias generaciones a la vez. Esas generaciones van decayendo y surgen otras nuevas: los nuevos ricos y la gente común, a la que no le queda otra que la delincuencia, la violencia. Si hubiese optado por describir la decadencia de esa generación y de esa clase, me hubiese quedado dentro de la casa y no hubiese salido nunca. Opté por enfatizar más los mundos paralelos contrastantes. Estos no se juntan, y cuando se juntan es solamente para el desastre absoluto, la destrucción de uno contra el otro. Como la invasión final del mundo externo a esa casona, a ese mundo que se está muriendo. Eso me interesó destacar.
–¿Los textos de Donoso son casi guiones de películas?
–Algunos directores me manifestaron su dificultad con la obra de Donoso. Para mí es un misterio, porque lo leo y hago el guión y me funciona como algo relativamente cómodo. Coronación lo escribí en cinco meses y después no necesité muchas correcciones. Tuve con Donoso una relación de mucha admiración y muy profesional, pero no de amistad. Correspondemos a generaciones distintas. Nunca tuvimos una disparidad de opinión artística o creativa. El guión de La luna en el espejo salió rapidísimo, fue una delicia, nunca llegamos a tener ningún conflicto. A Pilar, su hija, le gustó Coronación. Cuando terminé de filmar la película, fue a la primera que se la mostré y su primera reacción fue decirme: “Yo sé que mi papá estaría feliz”. Estoy preparando una nueva película, basada en un cuento de Donoso, Naturaleza muerta con cachimba, y estoy en conversaciones para que la Argentina sea coproductora. El guión lo escribí con Nelson Fuentes, que fue el director de fotografía de La luna en el espejo y mi primer largo, Julio comienza en julio. Ninguno de los dos somos escritores, pero nos llevamos muy bien y sabemos de lenguaje cinematográfico.
–¿Qué lectura propia hace del título “Coronación”?
–Creo que el título tiene mucha ironía. Es una coronación patética, latinoamericana. Es el final de algo, pero al revés de lo que se supone es una coronación, con pompa o el inicio de algo maravilloso. Es en realidad una descoronación. Pensé ponerle el título entre comillas, pero tampoco se entendería. La saña con la que le ponen la corona... Cuando se refiere a la religión, Andrés dice: “Dios está loco”, sabiendo que el hombre tiene racionalidad y cómo le otorga el don de la racionalidad para que sepa que no tiene futuro. Andrés intelectualmente sabe que vive y no sabe para quién, entonces Dios tiene que estar loco. Coronación es una película intermedia entre Julio comienza en julio, que es muy barroca, y La luna en el espejo, que es muy intimista.