ESPECTáCULOS › MACY GRAY, LA NUEVA REINA DEL SOUL ESTADOUNIDENSE
“Yo vengo de otro planeta”
Su nuevo disco, “The Id”, abre con un tema en que reconoce ser una psicópata. Al margen de eso, está claro que ha nacido una estrella.
Por Roque Casciero
–Vos sos de acá, ¿no es cierto?
–No, yo vengo de otro planeta.
(Conversación entre Macy Gray y un locutor de radio en Estados Unidos.)
Macy Gray tiene bastante de extraterrestre. Basta con mirarla como para darse cuenta: esa maraña de rulos que tiene sobre la cabeza, esa sonrisa laaarga y pletórica de dientes blanquísimos, esas ropas y esos sombreros inverosímiles no pueden ser de una simple mortal. Además, le dicen Spacey Macy (algo así como “Macy la loca”) por su tendencia a elaborar teorías rarísimas o hablar de fantasmas durante los reportajes, además de dar muestra de un carácter muy volátil. Sin embargo, la entidad alienígena de Macy termina de confirmarse cuando abre la bocota para cantar, porque su tono de voz no se parece a nada que se haya escuchado antes sobre este planeta. Alguien, con criterio, la situó entre la de Marge Simpson y la de James Brown: es una especie de suspiro forzado que, paradójicamente, fluye con gran naturalidad y encanto, con el que Macy Gray se ha ganado un lugar claro entre las mejores gargantas soul de la historia.
Como no podía ser de otro modo, la historia de Macy Gray es bien extraña. Nació como Natalie McIntyre (su nombre artístico lo tomó de un amigo de su padre) en Canton, Ohio, y se crió a la vuelta de un tal Brian Warner, que luego iba a ser conocido como Marilyn Manson, aunque no se conocieron entonces. Macy no soñaba con un futuro en la música, sino en la literatura. Sin embargo, finalmente la convencieron de cantar standards de jazz en un club nocturno, donde la descubrió un ejecutivo del sello Atlantic. Firmó contrato, pero la pusieron al frente de una banda de hard rock: el disco que grabó nunca llegó a ser publicado. Entonces se casó con un corredor financiero, tuvo tres hijos y se alejó de la música. Pero Jeff Blue, presidente de una editorial musical, escuchó aquel viejo álbum e imaginó esa voz en otro contexto. Mientras se divorciaba, firmó un nuevo acuerdo discográfico, esta vez con Epic, y se pasó ocho meses grabando su álbum debut, On how life is. Al principio, el disco parecía destinado al fracaso: nadie lo pasaba por radio, y después de varios meses sólo había vendido 35 mil copias. Y de repente, el single “I try” transportó a Macy Gray desde su galaxia privada a los rincones más distantes del planeta Tierra. La sabia mezcla de soul a la antigua y de los más modernos criterios de producción, con la voz de “gato con laringitis” de la muchacha al frente se convirtió en explosión: el disco terminó facturando siete millones de copias.
Convertida en estrella, la cantante se plantó firme en producir ella misma su siguiente álbum. Tratándose de Spacey Macy, resultaba totalmente lógico que el sello pusiera trabas a la idea. Finalmente, ella les dobló el brazo, aunque aceptó que el veterano productor Rick Rubin oficiara de “mentor” durante la grabación. El resultado es The Id, un disco en el que Gray revisa la música que siempre la deslumbró (el soul y el funk, claro) pero sin demasiados artilugios como para sonar actual. Por eso, aunque podría haber sido grabado en 1978, el disco atrae por su frescura y vitalidad, como las mejores obras de su género. “El estudio es el lugar donde más libero mi intensidad, todos mis jugos están moviéndose constantemente. Hacer este disco me secó, me sacó absolutamente todo”, confesó hace poco la E.T. de la canción.
Hay algo especial, también, en las canciones que escribe Gray. No es frecuente que un autor logre que buena parte del planeta baile con una triste historia sobre el divorcio o sobre sentirse identificado con un psicópata. “Sólo escribo lo que me pasa por la mente”, asegura ella. “No existe un proceso. Realmente no hago nada forzada, sólo lo que me sale naturalmente. Es como cuando hablás: simplemente hablás, eso es todo. Estátodo en la forma en que ves las cosas. Cuando bajás la guardia, sólo hablas. Esa es la mejor conversación, cuando sos honesta”.
Según Sigmund Freud, el Id o Ello es la parte de la psiquis en la que se generan los impulsos instintivos y las demandas de satisfacción. La cantante eligió esa teoría para titular su disco: para ella, el instinto es la guía. “Todo es automático, como todas tus necesidades, todo lo que se hace para obtener la satisfacción inmediata. Antes de que puedas organizar en tu cabeza lo que querés decir, simplemente lo decís o lo hacés. Eso forma parte de todos nosotros. Por ejemplo, a veces, cuando te enojás, decís cosas que nunca antes habías dicho. O como cuando gritás o cuando bailás: todo te sale natural, no estás guardándote nada. De eso se trata. Todo el mundo lo tiene, es sólo una cuestión de cuánto lo usás...”, afirma Gray.
Hay más material de diván en el disco: “Sexual revolution”, por ejemplo, habla de “hacer tu propia revolución”, según su autora. “Mientras crezco, voy dándome cuenta de que es importante descubrirse a uno mismo, entender lo que tenés adentro y dejarlo salir. Porque ésa es la belleza que tenés y es lo que atrae a la gente”. Las manías son el tema de “Related to a psychopath”, el tema que abre el álbum: “En tus manías podés ver el otro lado de todo. Aun cuando no tiene sentido para nadie más; ves las cosas de forma diferente. Está bien, ‘Psychopath’ es una canción sobre mí misma. Así que estoy diciendo que sé que estoy rayada. La gente me dice todo el tiempo ‘Te quiero’ y ‘Te entiendo’. Entonces, pienso: si supieran, ¿dirían eso? De eso se trata el tema. Existen pequeñas visiones que he tenido en mis sueños... O el momento en que dice que ‘hay grillos que cantan en una armonía en tres partes’. En mi casa tengo muchos grillos. Una noche los grillos estaban muy ruidosos y no podía dormir, entonces me puse a escucharlos. Y, de repente, pareció que cantaban ‘I try’. La mente sí que puede hacer cosas locas”. Si ella lo dice...